martes, enero 30, 2007

"Defendamos esta herencia".

Itacate
Marco Buenrostro y Cristina Barros

Cereal milagroso

SORPRENDE VER EN un mapa los lugares donde hay restos de las antiguas ciudades de México. Zonas como la península de Yucatán están densamente cubiertas de estos vestigios. Arando, en muchos lugares del país, se han encontrado miles de fragmentos de objetos de cerámica y obsidiana.

EN MUSEOS COMO el de Antropología y en otros a lo largo del país, e incluso en sus bodegas, podemos darnos cuenta de la inmensa riqueza cultural que se generó en la época de los antiguos mexicanos. Además, la población de Mesoamérica era importante en su tiempo si la comparamos con la de Europa. Sólo Tenochtitlan era, escribe Cortés, tan grande como Sevilla y Córdoba.

DETRAS DE ESTOS hechos había un secreto: nuestros antepasados habían logrado desarrollar el maíz. El reconocido historiador francés Georges Baudot, en su libro La vida cotidiana en la América española en tiempos de Felipe II, lo llama ''el cereal milagroso inventado por los indios americanos".

FUNDAMENTA CON VARIOS datos el adjetivo ''milagroso". Empieza por señalar su alta capacidad de rendimiento. Un grano de maíz sembrado en zona de riego podía dar en una sola planta de 350 a 500 granos; en tierra húmeda 150 granos por uno y, en zonas secas, 70 granos por cada uno de los sembrados. Esto sin contar que en lugares de regadío se po-dían obtener dos cosechas en un año.

AL REFERIRSE A los cereales que caracterizan a otras grandes culturas, como la europea o la china, Baudot aporta estos números: el trigo que se producía en Francia en el siglo XVI, rendía de seis a 10 granos por cada uno sembrado. En China y otras áreas donde se cultivaba el arroz en esa misma época, el rendimiento era de 50 a 60 granos por uno.

UNA VENTAJA ADICIONAL, afirma este autor, es que el maíz cultivado en áreas de temporal requería entre 60 y 100 días de trabajo por año. Calcula que una familia de cinco personas que cultivara cuatro hectáreas, disponía de más del doble del maíz necesario para su consumo.

UN ARROZAL, QUE por cierto requiere de agua en abundancia para su cultivo, necesitaba de 300 días de trabajo anuales. No sorprende entonces que al llegar el maíz a China en el siglo XVII, la población de aquel país casi se duplicara. El maíz podía darse en miles de hectáreas que por su aridez no eran aptas para el arroz.

SI CONSIDERAMOS QUE los mexicanos hemos creado cientos de variedades de maíz adaptadas a las diversas condiciones geográficas y que además de éste en la milpa pueden obtenerse decenas de otros productos a lo largo del ciclo agrícola, el resultado es impresionante.

LOS ANTIGUOS TLATOANIS aquilataron bien esta riqueza; también supieron que su principal obligación era alimentar a su pueblo. Así, en las trojes que controlaba el mayordomo que tenía la cuenta de los mantenimientos de maíz ''que se guardaban para proveimiento de la ciudad y república", cabían dos mil fanegas de maíz en cada una.

ERAN TAN CUIDADOSOS y ordenados, que en algunas llegaba a haber maíz que tenían almacenado 20 años sin dañarse. Mucho tendrían que enseñarnos en la actualidad; defendamos esta herencia.

marcri44@yahoo.com.mx

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