martes, septiembre 28, 2010

"Deuda Neta del Gobierno Federal". 3 billones 227mil 59 millones de pesos.

La Jornada


México SA
Deuda por mexicano: 100% más

Con Calderón, de 18 a 36 mil pesos

La insoportable levedad de Cordero

Carlos Fernández-Vega


Loco de contento estaba Ernesto Cordero critique que critique a los gobernadores por el sólido incremento de la deuda en sus respectivos estados, cuando alguno de sus desesperados cuan fallidos constructores de imagen le dijo al oído: espérate, delfín, que otra vez metiste la pata; frena tus ansias de torero, porque si alguien ha incrementado la deuda es, precisamente, Felipe Calderón, tu mentor, el mismo que en tiempos de campaña electoral se convulsionaba en público por el débito contratado por su rival con apodo de pez, que era un peligro para México”.

Pero al secretario calderonista de Hacienda la advertencia le valió un soberano pito, y siguió con su andanada en contra del endeudamiento de los estados de la República, tal vez como única tabla de salvación para evitar responder las múltiples cuan precisas preguntas que ayer le formularon los diputados (de las que no contestó ninguna), ante quienes supuestamente compareció como parte de la glosa del autodenominado cuarto Informe de gobierno.

Así, el Cordero del señor señaló que “de diciembre de 2008 a junio de 2010, el saldo de la deuda pública en los estados de la República se incrementó 33 por ciento, al pasar de 203 mil millones de pesos a 270 mil millones. Sí se han venido incrementando de manera importante los saldos de deuda que tienen las entidades federativas; en algunos estados el saldo de su deuda como porcentaje de las participaciones, que es la principal fuente de ingresos que se tiene, es de más de 100 por ciento, en algunos casos”. ¿Por qué limitó el periodo de comparación? Quién sabe, pero lo cierto es que de diciembre de 2006 a junio de 2010 el crecimiento de dicho débito ha sido de 68.5 por ciento, al pasar de 160 mil a 270 mil millones de pesos, es decir, de 1.6 a 2.1 por ciento del PIB.

En este contexto, según las cifras de la Secretaría de Hacienda, los gobiernos (de todos los partidos políticos) que mayores incrementos reportan en sus respectivas deudas públicas (diciembre de 2006-junio de 2010, es decir, desde el comienzo del calderonato) son los de Coahuila, con un aumento de mil 745 por ciento; Tamaulipas, mil 70; Chiapas, 900; Nayarit, 372; Michoacán, 275; Guanajuato, 210; Zacatecas, 207, y Tabasco, 202. Otros no lo han hecho nada mal (Oaxaca, 185 por ciento; Aguascalientes, 180; Yucatán, 163; Baja California Sur, 160; Quintana Roo, 155, y Jalisco, 138). Algunos más se han esforzado (Baja California, 96 por ciento; Puebla, 95; Chihuahua, 93; Sonora, 80; Nuevo León, 77; Hidalgo, 71; Veracruz, 69; San Luis Potosí, 67; Colima, 49; Durango, 39; Querétaro, 36; Guerrero, 32; Morelos, 23 y Distrito Federal, 12; Sinaloa, 8.5; estado de México, 2.8 y Campeche, que carece de punto de referencia).

Ese es el cuadro completo que motiva la preocupación de Ernesto Cordero, y es tanta que olvidó platicar del verdadero monstruo, el alimentado por Calderón que ya supera el 30 por ciento del PIB, contra 2.1 por ciento por parte de los estados de la República. El endeudamiento en sí no es un problema; el conflicto es que tales dineros no se ven por ninguna parte, ni en lo federal ni en lo estatal. ¿Dónde está, en qué se invirtió, cuál ha sido su impacto en el crecimiento económico, en la generación de empleo, en el beneficio social de los mexicanos? A esa parte ya no le entró el que estaba loco de contento.

Por ello, vale recordar que cuando Calderón se instaló en Los Pinos la deuda neta del gobierno federal (interna y externa) ascendía a un billón 980 mil 247 millones de pesos, equivalente a 20.2 por ciento del PIB; al cierre de junio pasado ese monto se había incrementado a 3 billones 227 mil 59 millones de pesos, igual al 24.9 por ciento del producto. Así, en el transcurso del calderonato el débito del gobierno federal aumentó 63 por ciento (un billón 468 mil 12 millones), o si se prefiere casi 5 puntos porcentuales del producto interno bruto. En esto no reflexionó el siempre sonriente Ernesto Cordero. Nada que presumir: en diciembre de 2006, a cada mexicano (incluidos los recién nacidos) le tocaba una deuda de 18 mil 860 pesos; al cierre de junio de 2010 esa porción se había incrementado a 29 mil 880 pesos por cabeza.

La cuenta no concluye allí, porque al anterior hay que añadir el débito correspondiente a los organismos y empresas controladas, así como la de la banca de desarrollo, lo que conforma la deuda del sector público federal (interna y externa). En diciembre de 2006, este adeudo sumaba un billón 985 mil 730 millones de pesos, equivalente a 20.3 por ciento del PIB; al cierre de junio de 2010 ese monto se había incrementado a 3 billones 913 mil 228 millones, igual al 30.2 por ciento del producto. Ya con todos los elementos incorporados, la deuda por habitante aumentó de 18 mil 912 pesos en diciembre de 2006, a 36 mil 234 pesos en junio de 2010, casi el doble en 43 meses. Como proporción del producto interno bruto dicho débito creció casi 10 puntos porcentuales (para dar margen comparativo, vale señalar que el “catarrito” económico de 2009 le costó al país 6.5 puntos; si fuera posible, que no lo es, prorratear la deuda de los estados entre los mexicanos, a cada uno de ellos le tocaría pagar mil 916 pesos, independientemente de los 36 mil 234 del débito federal).

Entonces, desconozco si Ernesto Cordero esté enterado de estas cifras (todas ellas, por cierto, de la Secretaría de Hacienda), si tiene el registro y las ha digerido, aunque todo hace suponer que no, que ni de lejos las ha visto pasar, porque de otra suerte no estaría tan sonriente ni utilizaría la deuda de los estados para justificar las barbaridades cometidas por el inquilino de Los Pinos y su “muy buen equipo económico, tal vez el mejor” (Calderón dixit).

Ya como postre, va el saldo de la deuda externa del sector privado bancario y no bancario al cierre de 2009: 68 mil 760.1 millones de dólares (cifra de Hacienda). Lo mejor del caso es que México está endeudado hasta los ojos, con todos los bienes nacionales regalados al gran capital (que no paga impuestos), con Pemex exprimido hasta la última gota y con una economía raquítica y destartalada que no picha, ni cacha y mucho menos distribuye. Entonces, ¿con qué se pagará el débito?

Las rebanadas del pastel

Hugo, Paco y Luis, más la patita Daisy, comparecieron ayer ante los legisladores; nada contestaron, de todo fingieron demencia, y se fueron felices. Faltan otros sobrinos de Felipe Mac Pato, con más patoaventuras de la “continuidad”. Entonces, ¿tiene algún caso mantener el esquema?, porque la nota del Congreso que mayor difusión obtuvo ayer fue la relativa a que un diputado dormía plácidamente en su curul mientras Cordero echaba choro (como si fuera novedad).

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viernes, septiembre 17, 2010

1810-2010 ¡Viva México!. Ceremonia conmemorativa del Gobierno del Distrito Federal

"No a la mediocridad, no al conservadurismo y no a la resignación, México puede ser distinto y lo será."




">Hoy estamos viendo la filosofía decimonónica de construir mayorías a la fuerza, asegura
A desterrar el conservadurismo que se apoderó de México, llama Ebrard
">Luego de 200 años de Independencia deberíamos tener una situación radicalmente distinta a la que existe
">Pide no aceptar la mediocridad ni caer en la resignación
">El DF es disidente, asegura

Periódico La JornadaViernes 17 de septiembre de 2010, p. 36

El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon, apremió a los mexicanos a cambiar las ideas decimonónicas de construir mayorías a fuerzas, “con todo tipo de artificios legales”; de suponer que el pluralismo y la vida democrática “es un estorbo, en vez de la condición sine qua non para que el país tenga acuerdos, estabilidad y seguridad”, y superar el “conservadurismo mediocre” que se apoderó de México.

Al encabezar la ceremonia conmemorativa con la que el Gobierno del Distrito Federal recordó el miércoles pasado, en el patio del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, el bicentenario del inicio de la lucha de Independencia, el titular del Ejecutivo local resumió que “el país está en una situación radicalmente distinta de lo que pensaron quienes lo fundaron. Hoy tenemos 57 millones de mexicanos en pobreza, 18 millones y medio apenas sobreviven y 12 millones no tienen acceso a los servicios de salud”.

A continuación se reproduce el mensaje íntegro.


Habría que iniciar con un comentario de previo y especial pronunciamiento, porque el día de hoy nos congregan 200 años de la Independencia de México, el inicio de la Independencia de México.
También varios años en los que hemos venido recuperando los espacios públicos y políticos de la ciudad de México; la ciudad de vanguardia, la ciudad liberal, la ciudad disidente. Hasta 2007 pudimos reinstalar las festividades del ayuntamiento de la ciudad de México, tomó tiempo, pero se pudo.

Por ello hemos convocado a esta ceremonia, primero, para subrayar que la ciudad celebra, conmemora, recuerda la gesta histórica, como hemos venido haciendo desde 2007. Y segundo y muy importante, porque ésta es una ceremonia republicana, sobria, en la tradición del ayuntamiento de la ciudad.


Nos pareció que era la mejor forma de conmemorar los 200 años.
Hoy, bueno, todo el día va a ser ¡viva México!, eso es lo que vamos a gritar todas, todos los mexicanos, con dos significados: el primero es el orgullo de identidad, ser parte de México, de la historia de nuestra patria, del orgullo que tenemos por nuestra historia, por quienes iniciaron este movimiento. No los olvidamos. Los que iniciaron este movimiento fueron perseguidos, despedazados, excomulgados y destruidos en los primeros meses del movimiento.
Pero como tenían razón histórica, por eso estamos hoy aquí, por eso tenemos un país y por eso debemos ver el futuro con confianza y resolución.

Entonces hoy, la primera parte es el orgullo de ser mexicanos: identidad, orgullo de pertenecer a este país, de ser parte de México, de lo que nos caracteriza y de lo que significa para todas y para todos.

La segunda es un reclamo, o dicho de otro modo, qué tan lejos estamos de lo que pensaron quienes fundaron este país. Sólo me refiero a tres ideas básicas:
Primero, querían hacer un país independiente. ¿Para qué?, bueno, obviamente porque queríamos gobernarnos a nosotros mismos, igual que nos pasó aquí en el Distrito Federal, que hasta 1997 elegimos a nuestro jefe de Gobierno. Lo lograron, nos gobernamos a nosotros mismos.
Segundo, porque querían hacer un país más justo. En términos del siglo XVIII decían: “queremos hacer una nación, porque el propósito último es lograr la felicidad de las y los mexicanos”, Rousseau, siglo XVIII.
Traducido al siglo XXI quiere decir que deberíamos tener en este país una situación radicalmente distinta a la que existe. Hoy tenemos 57 millones de personas en la pobreza, 12 millones sin servicios de salud, 18 y medio millones que apenas sobreviven. A 200 años del propósito original algo está mal y es algo serio.
La otra idea primordial es: vamos a construir una nación. Y en plena guerra estaban pensando cómo la iban a organizar, cómo iban a organizar el gobierno. Elaboraron su Constitución, los Sentimientos de la Nación, que son la exposición de motivos. La idea esencial es: un régimen democrático que permita que la cohesión sea el resultado del acuerdo y no de la fuerza, porque el imperio español estaba fundamentado en la fuerza.
Sobre esto último habría mucho que decir, sólo me refiero a lo primordial. Todavía hoy estamos viendo la filosofía decimonónica de construir mayorías a fuerza, con todo tipo de artificios legales, por ejemplo, cómo reducir la representación para garantizar la hegemonía de una fuerza política y suponer que el pluralismo y la vida democrática es un estorbo, en vez de la condición sine qua non para que el país tenga acuerdos, y por tanto estabilidad y seguridad.
Entonces, tres ideas: gobernarnos a nosotros mismos, construir una sociedad con equidad, justa, y construir los fundamentos de la vida política del país sobre la base del acuerdo.
Doscientos años después, particularmente en la causa social –que además es la que caracteriza nuestra Independencia–, estamos muy lejos.
Por un lado orgullo –vamos a tener nuestra fiesta, claro que sí, hay motivos para festejar, tenemos que festejar a nuestro país, a nuestra patria, a nuestra historia, a nuestra identidad–, pero por otro también, cuando gritemos “¡viva México!” va a ser: queremos que esto cambie, queremos que cambie en esta generación y queremos que cambie pronto; no resignarnos a lo que hoy es la realidad del país.
Tenemos –y se puede, y si se quiere se debe hacer– que cambiar las ideas que han predominado en México en los últimos 20 años.
A lo primero que se atrevieron los insurgentes fue a pensar distinto. Por eso sacaron a Hidalgo de Morelia, además de que hablaba francés y quería convencer a todos. Desde ahí encabezó el movimiento. Entonces lo mandaron al curato más chiquito, más pobre que hubiese, y aún tenemos patria porque él salió desde ahí con 14 personas y con ideas nuevas.
Por ello debemos tener ideas nuevas, debemos pensar distinto. Y lo primero que hay que hacer es cambiar las ideas, ese conservadurismo mediocre que se apoderó de nuestro país.
El reclamo de “¡viva México!” tiene que ser el reclamo por una esperanza, por otra forma de pensar y por otra ruta. Si no hay equidad no hay prosperidad; si no hay acuerdo no hay estabilidad; si no hay equidad y estabilidad no habrá seguridad. Es otra forma de pensar, es ver hacia el futuro de otra manera y nosotros lo podemos hacer más fácilmente porque esta ciudad es de vanguardia, no de ahora, siempre lo ha sido. Aquí a la gente le da pena decir que es de derecha.
Entonces conmemoramos con mucho orgullo a nuestros héroes, a nuestras heroínas, a esa generación que pensó distinto, que nos legó una patria.
Por otro lado, asumimos ese reclamo que hoy se va a escuchar en todo México. Lo entendemos y aspiramos en todas nuestras acciones de gobierno a representar esa aspiración y esa resolución. No a la mediocridad, no al conservadurismo y no a la resignación, México puede ser distinto y lo será.

miércoles, septiembre 08, 2010

Revolución 2010. "Izquierda Marginal" , Derecha Retrógrada

La Jornada


Astillero
Margen izquierdo

Opus Nieto

Guiños de Elba

Prórroga Chucha

Fuero Calderón

Julio Hernández López

La recomposición política en curso está llevando a una condición marginal a la izquierda, así sea ésta la meramente electoral o la identificable sólo por sus siglas. Con la vista puesta en el 2012, repartiéndose posiciones y asegurándose votos y buenas voluntades en órganos decisorios como el IFE y el tribunal electoral federal, tanto el PAN como el PRI zurcen la instauración de un bipartidismo de derecha, sin que el PRD, el PT, Convergencia o el lopezobradorismo atinen a actuar con eficacia alternativa ni parezcan deseosos de salirse de los carriles predeterminados y explorar formas de reinsertarse en condiciones realmente competitivas en la lucha política plena.

En el PRI hay un cierre de filas en torno al gobernador del estado de México, que es un yuppie derechista, educado en la Universidad Panamericana, del Opus Dei, y en cuya fraseología de precampaña no hay proyecto social de cambio o corrección más allá de lo que frente a la tragedia calderonista significaría la reinstalación del estilo mafioso de administración de lo público, que el partido de tres colores desarrolló durante largas décadas. En torno a esa precandidatura de visos exitosos se están reagrupando corrientes y personajes del viejo régimen. Por ejemplo, la profesora Elba Esther Gordillo, quien ha comenzado a desmarcarse del calderonismo y sus posibles candidatos, y ha comenzado a hacer guiños a sus antiguos compañeros de partido, deseosa de sumarse en condiciones negociadas a las tropas de asalto, sobre todo las de acción electoral, del expansivo Peña Nieto.

Los panistas están atenidos al improbable triunfo de las cada vez más cuestionadas armas del comandante Calderón, pero tienen el poder del erario abiertamente puesto al servicio de las estrategias electorales alegres que creen que la mapachería nada más es cuestión de dinero, y creen posible conseguir una aceptable porción de ayuda de los medios electrónicos a los que el felipismo está llenando de concesiones o expectativas de beneficios, sobre todo a Televisa, aunque es ya evidente que esta empresa entregará la mayor parte de su amor propagandístico a la facturación del estado de México y chequeras particulares solidarias. Lo peor para los panistas es que ni siquiera tienen, a estas alturas, una propuesta electoral medianamente aceptable (bueno, para que Creel sea el “mejor posicionado” en las encuestas), pero en cambio saben que el felipismo bajo fuego alienta una férrea voluntad de apego al poder, una vocación explícita de transexenalidad, una necesidad literalmente vital de continuidad en el uso de los recursos protectores del Estado.

La izquierda, mientras tanto, sigue dispersa y confrontada, tal como el libreto de Los Pinos lo ha deseado y promovido. Colaboracionista ha resultado en especial el ejercicio de Jesús Ortega al frente del PRD y de la corriente Nueva Izquierda. Frente al desastre nacional, esa izquierda electorera no ha podido articular una política viable para enfrentar el avance de las derechas, la panista y la priísta, y para reposicionarse. El problema de fondo es la falta de autoridad moral de esos dirigentes –en plural: no sólo Ortega, sino una buena parte de liderazgos formales en los estados y de “representantes populares” enviciados en el chantaje a los gobernantes locales y el disfrute de las migajas de lo plurinominal–. De allí que en lugar de avanzar se hunda, en vez de prosperar se marchite esa izquierda que intentará en próximo congreso nacional obligar a Ortega a que cumpla su palabra de retirarse en este diciembre de la presidencia partidista y no maniobre para quedarse hasta marzo, como ya sus allegados proponen. Pero Ortega sólo es un símbolo de la decadencia, no el único, ni siquiera el mayor. El problema es que el pragmatismo mercantil corroe la acción de las cúpulas perredistas y la política se entiende solamente como intercambio de cargos, puestos, favores y presupuestos, como se acaba de ver en los arreglos de San Lázaro para ceder todo al PRI en esta ocasión, a cambio de una ilusa promesa de reciprocidad a un año de distancia.

El lopezobradorismo centra su apuesta en lo electoral y no encuentra la manera de ensanchar su horizonte de votantes, aislado de una parte de las clases medias a causa de la incesante campaña de difamación y envenenamiento que sobre todo a través de medios electrónicos se ha mantenido contra el dirigente tabasqueño. El futuro electoral de este movimiento está condicionado por las maniobras que realicen el chuchismo antes mencionado, la probable candidatura alterna de Marcelo Ebrard y los vaivenes naturales de Convergencia y los que externamente le puedan crear al PT que hasta ahora ha sido la única instancia partidista que ha dado cobertura adecuada al proceso de construcción de la candidatura de López Obrador.

Astillas

El grado de belicosidad en el país ha sido decidido por Felipe Calderón, quien ha permitido o promovido que en diversos enfrentamientos parezca regir la máxima de matar en caliente a quienes son sumariamente clasificados como delincuentes exterminables y que en múltiples casos se cometan violaciones a los derechos humanos que son entendidas, en la lógica de esa peculiar “guerra”, como consecuencias inevitables y por ello no sancionables, como “daños colaterales”, dignos de condolencia pero no de justicia. Para que siga caminando sin castigo esa maquinaria de demolición masiva se requiere la existencia de un fuero militar que sustraiga a los soldados de las reglas de procesamiento judicial que se aplican a cualquier otro ciudadano. Con su fallo de ayer, la Suprema Corte sostiene el entramado que permite el constante dolor social. Calderón, por su parte, evade el cumplimiento de compromisos internacionales en la materia y promete –como ha hecho en otros temas– iniciativas y cambios, a sabiendas de que ese tratamiento de excepción a militares es indispensable para que continúen los operativos funerarios por todo el país. ¡Hasta mañana, con Javier Lozano Alarcón ofreciéndose como futuro presidente del desempleo!

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx