miércoles, marzo 31, 2010

Revolución 2010. "Democracia rota"


La Jornada

Democracia rota


Luis Linares Zapata



La conformación derechista del sistema mexicano fue un proceso lento, guiado y consistente. Poco a poco las cúpulas públicas, en sus variadas versiones, fueron remplazando los remanentes con perfiles nacionalistas heredados de la pasada Revolución. La sustitución no cayó en contemplaciones: fue directa, abarcante e insensible a famas, intenciones justicieras, apoyos ciertos, méritos individuales o de grupos El viejo directorio inició así su etapa de destierro sin causar disturbios o tajantes oposiciones, simplemente fueron esfumándose para gozar de lo obtenido y recordar glorias. Los demás, una capa de funcionarios y políticos de menor talla, se subordinaron ante una camada de jóvenes y ambiciosos tecnócratas adoctrinados en el exterior, curas rellenados con prebendas, empresarios de gran tamaño en control de centros neurálgicos y una obsequiosa madeja de difusores y consejeros a su servicio.

Durante el sexenio de Luis Echeverría el recambio generacional del directorio se hizo notorio. Hombres y mujeres con formación administrativa y financiera empezaron a orientar y hacer ejecutar las decisiones clave del país. Los sucesivos gobiernos priístas impusieron el carácter neoliberal al poder mediante al ajetreo de sus figuras salidas de la matriz burocrático-hacendaria. Y en adelante, todo se tiñó con los ribetes y esencias de una derecha sin ideas originales y miras estrechas, compulsiva en su afanes de entrega disfrazados de eficiencia y con pulsiones de lucro instantáneo sin medida. La confluencia desvergonzada entre lo privado y lo público ha sido un ir y venir con amplios carriles para los trasiegos de los traficantes de influencias, los negocios al amparo del poder y el ascenso a la fama de los escogidos por el sistema.

Ningún sector de la actividad política quedó sin ser tocado por ese proceso derechizante. Aun los entronques críticos, los reductos académicos, sindicales o partidistas con posturas de izquierda fueron combatidos hasta la represión violenta o anexados a sus filas de apoyo en la retaguardia. El amplio segmento productivo quedó en las codiciosas manos de una derecha empresarial que se nutre con lo más conservador y reaccionario del repertorio más tradicional. A medida que aumenta la concentración de la riqueza en pocas familias, empresas y organizaciones, más se endurecen los ímpetus para uniformar conductas y opiniones del entorno social. La disidencia se desprecia y estigmatiza con sobrenombres tontos, pero útiles: populistas.

El campo, antes sostenedor del crecimiento económico, se desmanteló con una consistencia digna de las mejores causas. Una obediencia ciega a las consignas de un modelo globalizador dominado por el mundillo financiero especulador. La abundante mano de obra que lo trabajaba fue dejada a la vera del destino. Sus remanentes forman las trashumantes legiones de trasterrados que habitan las barriadas y ciudades perdidas. Los más osados emigraron para emplearse como fuerza semiesclava en actividades agrícolas y de servicios en Estados Unidos.

La corona del estamento derechista que controla las decisiones vitales se forjó con instituciones de justicia cooptadas sin el mínimo decoro y medios de comunicación con sus adláteres de la llamada opinocracia. Un cerrojo de simple carácter y continua operación de soporte y legitimación. En ellos ha sido depositada la tarea final de orientar la conciencia colectiva y defender, con apariencia de legalidad e intensa propaganda, las más extremas de las posturas e intereses de la derecha. Se entronizó así el largo, cruento y penoso periodo decadente que vive la República. Los sucesivos intentos de los gobiernos panistas se han perdido en la ineficiencia más torpe, corrupta y ruidosa. El desperdicio de los recursos ha sido su bandera distintiva.

A pesar de las reformas que el proceso democrático ha recibido en su versión electoral, su normalidad adolece de serias fallas, todas convenientes para la continuidad del sistema establecido. Una es de carácter estructural: su incapacidad para aceptar el triunfo de una opción salida de la izquierda. En dos ocasiones, a escala nacional, se ha truncado, mediante abiertos fraudes, que un candidato propuesto por agrupaciones y partidos de izquierda ocupe la Presidencia de México. En ambas ocasiones las fechas de tales fenómenos han permanecido como referentes en el imaginario colectivo: en 1988 con el ingeniero Cárdenas y en 2006 con Andrés López Obrador. Ambos líderes han vencido resistencias instaladas y forzado al poder en varias de sus modalidades para ocupar el lugar que sus opciones para conducir los asuntos públicos merecían. Han sido acompañados, en sus empeños de cambio, por sendos movimientos masivos de insurgencia electoral. Sólo la manipulación, las trampas más abyectas y la confabulación de aquellos que han debido resguardar (pero traicionaron) la voluntad popular, torcieron el rumbo de la historia reciente.

La derecha, encaramada en el poder, ha hecho nugatoria la voluntad popular. En tales ocasiones ha echado mano de cuantos mecanismos, instituciones y normas se requieren para dar apariencia de legalidad a los designios previos de sus más altas cúpulas decisorias. Nada ha quedado a salvo de la conjura. Una vez para sentir, como afirmó Miguel de la Madrid, que sería irresponsable entregar el poder al ingeniero Cárdenas. En el otro caso para evitar, a como diera lugar y sin escatimar recursos, que el país cayera en las manos de alguien catalogado como un peligro inminente. En ninguno de estos cruentos episodios para la vida democrática se tuvieron en consideración la capacidad personal mostrada por los candidatos para llegar a ser efectivos conductores de la nación. Menos aún su oferta programática y la independencia de sus posturas, siempre enfocadas en la justicia distributiva. De poco sirvió la masiva confianza ciudadana demostrada en las dos campañas. Todo se dirimió en la oscuridad y entre los pocos que tienen el poder de someter a los muchos a sus designios e intereses. El año 2012 no prefigura sino el intento adicional de idéntica continuidad, pero que, ahora parece, ya no da para más.

sábado, marzo 27, 2010

Revolución 2010. " ¿Es posible hacer otra revolución en México? "

Desfiladero

¿Es posible hacer otra revolución en México?

Jaime Avilés


Claras y muy valiosas conclusiones dejó el discurso que Andrés Manuel López Obrador pronunció el domingo pasado en la Alameda ante la multitudinaria representación viviente de don Benito Juárez, encarnado en miles de hombres y mujeres libres. La más importante de las ideas que expuso ratifica su estrategia de acumulación de fuerzas rumbo a las elecciones presidenciales de 2012, ante las cuales todo el sistema de dominación articulado por el gobierno calderónico, los empresarios golpistas, la alta burocracia (el IFE, el Trife y la Suprema Corte) y las fuerzas intervencionistas de Estados Unidos se coludirán para imponer a otro pelele.

Sólo por este motivo, porque iría en contra de todos los intereses dictatoriales que conspiran contra el pueblo mexicano, el triunfo de López Obrador en 2012 tendría un significado profundamente revolucionario. En consecuencia, la única revolución que podemos iniciar en este simbólico 2010 es la que propone el terco político tabasqueño.

Veamos: a la fecha, el gobierno legítimo que se constituyó en asamblea popular en el Zócalo en septiembre de 2006, y que entró en funciones allí mismo el 20 de noviembre de ese año, cuenta en la actualidad con dos millones y medio de activistas en todo el país. Si de aquí a diciembre cada uno de estos afiliados anima a otra persona a sumarse a la lucha, al final de 2010 la cifra habrá crecido a cinco millones. Y si este esfuerzo se realiza dos veces más, una por cada semestre de 2011, a principios de 2012 la organización habrá crecido a 20 millones de militantes.

¿Es tan difícil lograrlo? ¿Es imposible que durante los próximos 18 meses cada persona que hoy cuenta ya con credencial del gobierno legítimo reclute a otros más? Veinte millones de militantes equivalen a una fuerza acaso un poco más grande que la del PRD, aunque inferior a la del PRI, pero también a otra ridícula minoría ante el poderío de las televisoras, que volverán a repetirnos día y noche, como en 2006, que López Obrador es un peligro para México. Con la única diferencia de que ya nadie les creerá nada.

¿Alguien descarta, no obstante, que la oligarquía golpista atacará en 2012 con armas similares a las que usó en 2006? El 6 de marzo de ese año, el abonero sinaloense Enrique Coppel, dueño de la cadena de tiendas que lleva su apellido, dirigió una carta a sus 25 mil empleados para recomendarles que votaran por Calderón, porque... Felipe, junto con su esposa Margarita, forman (sic) una pareja estable con 3 hijos, de 8, 9 y 13 años, bien avenida (y) tienen una buena formación moral, familiar. No hay duda de su honestidad. ¡Ajá!

Luego comparó a México con China. ¿Cómo llegó China a tener tantos pobres? ¿Siguiendo políticas similares a las que propone el PRD? ¿Cómo ha llegado China a ser el ejemplo mundial en crecimiento económico? Siguiendo las políticas que propone Felipe Calderón. ¡Ajá! El visionario sinaloense no se equivocó. En lo concerniente a sus negocios ha tenido en estos tres años catastróficos para el país un crecimiento económico asombroso. Su cadena de tiendas se extendió exponencialmente y pronto abrirá sucursales en Sudamérica; su experiencia como abonero, y la infinita gratitud de Fox y Calderón, lo hicieron dueño de su propio banco. Y cuando la violencia del Ejército y del narco ensangrentaron las calles y plazas de Culiacán, él se dedicó a contemplar la guerra desde el fraccionamiento amurallado en donde vive como príncipe medieval.

Cualquiera supondría que ante el desastre político, económico, financiero y social en que su recomendado Calderón hundió a México, Coppel escribiría una nueva carta a sus (¿ahora 100 mil?) empleados, en este caso para pedirles perdón por haber contribuido a entronizar al más corrupto, destructor e inmoral de los gobernantes contemporáneos. Pero qué va: hace unos días publicó un desplegado en un periódico nacional para apoyar la candidatura al gobierno estatal del alcalde de Culiacán, el priísta Jesús Vizcarra Calderón, asegurando que ese hombre es el más adecuado para servir el interés superior de Sinaloa, es decir, el de Enrique Coppel, por supuesto.

Y no lo dijo en vano. El 10 de noviembre del año pasado, en una ceremonia que encabezó el gobernador sinaloense Jesús Aguilar Padilla, Vizcarra Calderón entregó 4 mil 200 computadoras portátiles para igual número de estudiantes de 16 universidades estatales como parte del programa municipal Agarra tu laptop. Según la prensa local, Vizcarra explicó que si bien cada una de estas herramientas cibernéticas tenía un costo de 8 mil 500 pesos en el mercado, los estudiantes beneficiados sólo pagarán en total 3 mil pesos, que se componen de mil pesos de enganche y los restantes 2 mil pesos en 12 abonos mensuales de 167 pesos, que deberán efectuar en cualquier sucursal Coppel. ¡Ajá! Conque el interés superior de Sinaloa...

Este patético y deprimente ejemplo es apenas un argumento más en favor de la urgente necesidad que tiene el pueblo de organizarse para contrarrestar el poder de estos ricachones majaderos y atrabiliarios. Pero no son sólo ellos. Nada podrían si no contaran con la complicidad de los burócratas, como ha quedado en evidencia en Pemex Refinación, donde aparentemente estarían coaligados para enriquecerse ilegalmente los siguientes funcionarios que despachan en el piso 25 de la inmensa torre paraestatal: Juan Marcelo Parizot Murillo, gerente general de Ventas a Estaciones de Servicio; José Luis Rodríguez Rábago, subgerente de lo mismo para el valle de México, y Francisco Jesús Quezada, director de Franquicias.

El 29 de mayo de 2008, el restaurantero Jorge Talavera Ugalde solicitó a Pemex Refinación un permiso para instalar una gasolinera en Insurgentes Sur 4061, colonia Tlalpan Centro, código postal 14000, pero al obtener la licencia construyó la obra en Insurgentes Sur 4097, colonia Santa Úrsula Xitla, código postal 14420. Así nomás. Bajo promesa de decir verdad, aseguró que alrededor de su futuro negocio no había centros de concentración masiva, escuelas, hospitales, mercados, iglesias, ni plantas de almacenamiento de gas LP a menos de 100 metros.

Sin embargo, como salta a la vista, mintió al proporcionar una dirección falsa y omitir que su estación de servicio, con una capacidad de almacenamiento de 300 mil litros de combustible, está entre dos restaurantes (el suyo, Don Enrique, y la megataquería Arroyo, que cocinan con gas LP), o que colinda con un conjunto habitacional donde viven 80 familias, o que está a diez pasos del Metrobús y frente a una guardería, numerosos comercios, una capilla y un hospital siquiátrico. Pemex Refinación debió verificar esos datos y, al comprobar que eran falsos, negarle el permiso. Pero se lo concedió. ¿A cambio de qué? Eso lo deberían investigar las autoridades judiciales, pues todo sugiere que Parizot, Rodríguez Rábago y Quezada incumplieron con su responsabilidad y autorizaron la colocación de una bomba de tiempo. Total, a ellos qué. ¿Cuántos permisos irregulares han otorgado estos señores a la fecha? La obra de Tlalpan se encuentra clausurada temporalmente por el GDF, pero ya tiene franquicia para empezar a vender gasolina en cuanto Marcelo Ebrard se descuide.

¿Cómo va el país a enderezar el rumbo, ahora que tras la visita de todo el gabinete de seguridad nacional del gobierno de Estados Unidos, la CIA, la DEA, la FBI, el Pentágono y Hillary Clinton administran la guerra sucia de Calderón contra el pueblo y en beneficio de la oligarquía y el narcotráfico? Moraleja: hay que aceptar la propuesta estratégica de López Obrador. Iniciar la revolución mexicana de 2010 quiere decir, hoy por hoy, afiliarse al gobierno legítimo.

lunes, marzo 22, 2010

Revolución 2010. "Por la ley y el orden"

La Jornada

Por la ley y el orden
Gustavo Esteva




El diputado Muñoz Ledo describió con precisión el estado de las clases políticas, dedicadas al cochupo, los acuerdos clandestinos y la traición a los intereses del pueblo de México. Ante la escandalosa degradación del debate político, quiso llamar la atención sobre la profunda e insondable decadencia del país (La Jornada, 11/3/10, p. 6).

Es difícil, efectivamente, encontrar otro momento en la historia de México de mayor degradación política y más graves dificultades económicas y sociales. Pero si bien la decadencia del régimen político y económico atrae todo género de desgracias y reduce a millones de personas a una estricta lucha por la supervivencia es, al mismo tiempo, la oportunidad del cambio: la gente toma en sus manos el desafío y se empeña en la transformación desde abajo y a la izquierda, como dicen los zapatistas.

No es el momento de la disputa sectaria y doctrinaria, para acotar el camino en los términos de alguna ideología. Pero es pertinente traer a colación tradiciones políticas que se encuentran en la base de las iniciativas en curso y expresan en términos contemporáneos una forma de ser y gobernarse profundamente arraigada.

Puede ser útil traerlas a nuestro debate desde las credenciales impecables de Howard Zinn, el autor del primer libro de historia del que se vendieron más de un millón de ejemplares en Estados Unidos. Gozó de merecido reconocimiento nacional e internacional hasta su muerte, ocurrida hace un par de meses. En una entrevista reciente mostró su preocupación por el actual estado de cosas sin perder el ánimo. El cambio vendrá de abajo, de la propia gente, comentó; así es como se producen los cambios. Como historiador buscaba rescatar las innumerables pequeñas acciones de gente desconocida que produce los más grandes cambios sociales. Hasta gestos marginales se convierten en las raíces invisibles del cambio social.

Zinn pensaba que el anarquismo era una de las corrientes políticas más vigorosas y persistentes en la tradición estadunidense. “Pero la anarquía –escribió– perturba a los occidentales, porque se le asocia con el desorden, el caos y la violencia. Tememos esas condiciones porque hemos estado viviendo en ellas por largo tiempo… en los poderosos estados-nación que se muestran tan temerosos del anarquismo. No hay otro momento en la historia con mayor caos social. Y es precisamente esa clase de condiciones lo que los anarquistas quieren eliminar. Desean traer orden al mundo. Por primera vez.

“Los anarquistas ven el cambio revolucionario como algo inmediato, algo que necesita hacerse ahora, en este momento, donde quiera que estemos, donde vivimos, en el estudio o el trabajo. Implica comenzar ahora mismo a deshacernos de todas las relaciones crueles y autoritarias entre hombres y mujeres, entre padres e hijos, entre las distintas clases de trabajadores.

No se trata de un levantamiento armado. Ocurre en los pequeños rincones a los que no pueden llegar las torpes manos del Estado. No está centralizado ni aislado: no puede ser destruido por los poderosos, los ricos, la policía. Ocurre en un millón de lugares al mismo tiempo, en las familias, en las calles, en los vecindarios, en los lugares de trabajo. Suprimido en un lugar, reaparece en otro hasta que se encuentra en todas partes. Tal revolución es un arte. Es decir: requiere el coraje no sólo de la resistencia, sino de la imaginación.

Contra el prejuicio general, los anarquistas luchan por la ley y el orden: un sistema normativo como el de los pueblos indios, tejido desde la propia gente, y un orden social como el que soñaban los hermanos Flores Magón, concebido y mantenido por la propia gente, desde sus comunidades. Esto exige luchar contra la maquinaria jurídica impuesta a los ciudadanos, no contra la idea misma del derecho. Los anarquistas consideran que los procedimientos político y jurídico están estructuralmente encajados uno en el otro y juntos forman la estructura de la libertad.

La etiqueta anarquista se ha pegado sobre toda suerte de iniciativas y movimientos, algunos extremadamente violentos y desordenados, de propensiones terroristas, que se confunden con el seudoanarquismo capitalista. Pero el anarquismo característico de la base social se opone explícitamente a la violencia y lucha por la ley y el orden.

La idea de vivir sin gobernante (el significado original de an-arquía) rechaza el gobierno desde arriba, pero afirma el intento de gobernar la realidad social tanto como sea posible. Se trata de gobernar-se, poniendo así fin al desorden, al desgobierno, al caos, que caracterizan infaltablemente a las despóticas sociedades capitalistas aún llamadas democráticas, particularmente en el estado de excepción no declarado que actualmente las caracteriza.

viernes, marzo 19, 2010

Revolución 2010. "Como hace 100 años"

"Un país que no es dueño de sus recursos estratégicos y que no es capaz de definir de manera soberana y libre sus políticas está condenando a su pueblo a la miseria y a la ignominia, y ese es el caso de México, por lo que se requiere cuanto antes un viraje drástico ante las políticas panistas de defección nacional. Hoy, como hace 100 años, se define el futuro del país también en Ciudad Juárez, la antigua Paso del Norte, que debe seguir siendo una ciudad de paz pero sobre todo un territorio nacional."
Luis Javier Garrido
Artículo "Un paso más" en La Jornada de hoy 19 de marzo del 2010.

miércoles, marzo 17, 2010

Revolución 2010. Manos sucias,"transar votos por impuestos"

La Jornada


Después del escándalo


Luis Linares Zapata

El control de daños para mitigar el escándalo mediático ha sido superficial e inefectivo. Los abajo firmantes del acuerdo para transar votos por impuestos han recibido terribles calificaciones por parte de un influyente segmento de la crítica independiente. La opinocracia oficialista tampoco ha podido esquivar el bulto aunque hizo malabar y medio para, al menos, disculpar a alguno que otro de los enjuiciados. Los perfiles públicos de Paredes y Nava, como dirigentes cupulares del PRI y el PAN, quedaron afectados con dolencias de muy difícil recuperación. El sainete en el que gustosos participaron les abolló el neurálgico asunto de la credibilidad, crucial activo para un político que busque el respeto popular. Las culpas, chamaqueadas, mentiras, delitos electorales y trampas en las que incurrieron no se lavarán fácilmente, a pesar de los esfuerzos de las burocracias partidistas por retocar sus comportamientos cerrando filas. Tendrán, de aquí en adelante, que ir renqueando por el escenario público hasta que la incapacidad demostrada a pleno sol los alcance de lleno.

El gobernador Peña Nieto también sale con heridas del desaguisado que él mismo impulsó y signó por interpósita persona. Algunas de esas escoriaciones son de apreciable profundidad, aunque por ahora no se aquilaten con precisión. La barahúnda circundante lo impide, pero quedarán expuestas a la reflexión y se agravarán con el transcurso del tiempo. Muchas de sus debilidades y cortedades quedaron exhibidas sin coartadas que puedan ocultarlas. Destaca, por ejemplo, la ausencia de escrúpulos para recargarse en los bolsillos y el penar de los contribuyentes para amarrar una temprana, aunque todavía elusiva, candidatura de su partido. Pero no quedan atrás sus intenciones de situarse dentro de un bolsón de inusitados privilegios a cambio de limitar los derechos y las libertades ciudadanas a coaligarse. Acostumbrado, como está, a recibir la cuidadosa e interesada cobertura televisiva que lo introduce, bien peinado, en los hogares, por ahora quedó a descampado y no encuentra otra ruta que el silencio o la forzada discreción. Esta vez, por lo visto, no ha podido zafarse del golpeteo, aun cuando sus auxiliares mediáticos, presurosos, le quieran extender el manto de las disculpas forzadas.

Nadie puede llamarse a escándalo por un acuerdo cupular que pretendidamente quiso mantenerse en las tinieblas. Bien se sabe que de esto está llena la buchaca de las elites, más aún si, como las actuales, carecen de tamaños para introducir en ellos algo de grandeza. Lo distinto es que se hizo público y, entonces, empezaron las disculpas, incapacidades, mentiras y las trifulcas adicionales. Los actores, uno a uno, quisieron abandonar el escenario sin lograrlo. No hay sobrevivientes, todos han sucumbido ante la mirada y juicio del electorado que ya sabrá tomar venganza. El meollo de este intríngulis elitista, sin embargo, apunta hacia el descubrimiento de un formidable y peligroso tinglado que azuza, orienta y patrocina las ambiciones de un precandidato (PRI) a la Presidencia para el próximo sexenio. Paredes, Gómez Mont o Nava son comparsas de relleno en este litigio, cuyos destinos se agotarán de manera distinta sin afectar la trayectoria de la República. Peña Nieto, en cambio, debe ser examinado con mayor cuidado, no sólo por su propia importancia, sino por los acompañantes que empujan su aventura. Por ahora se le ve cómodamente acurrucado sobre todo un aparato sistémico que le hace el caldo gordo e insufla su imagen. Atrás, pero sobre todo por delante de él, asoman su duro rostro monumentales intereses bien amasados y que lo tienen sujeto desde que inició su desbordada gestión. Es una maciza conformación de personajes, grupos políticos, religiosos y empresariales donde destacan, con nitidez inevitable, los traficantes de influencia, ciertamente los de mayor (y también de menor) calado. Todos ellos en la búsqueda, casi desesperada, de acrecentar sus privilegios, de ensanchar negocios, de recibir la ansiada protección para su accionar que, una y otra vez, corre al filo de la ley o cae en franca conducta delictiva.

Mantener, a como dé lugar, la trayectoria del actual modelo de gobierno es el propósito de tan gran mezcolanza de notables, conjuntado por propia voluntad y esperanzas a futuro, en torno a la candidatura de Peña Nieto. El joven elegido por la sacrosanta cofradía de poderosos, que tan respetuoso es de las formas, los contratos y las promesas, no los defraudará. Es él quien atraerá la salvadora inversión foránea de incontables garantías y requerimientos, tan ansiada como onerosa. Será él quien concluirá las reformas de segunda, tercera y hasta cuarta generación si fueran requeridas, que permitan la acumulación brutal del capital, el libérrimo flujo de la especulación que tanta riqueza y talento succiona hacia el exterior. Peña Nieto es el atractivo hombre de su predilección desde que le vieron ganar, con descarado derroche de recursos (capitaneados por el tío de triste memoria) la gubernatura más importante del país. Es Peña Nieto el escogido para dar continuidad al mismo régimen de saqueo y privilegios en favor de aquellos que lo apadrinan. Será, sin duda él quien asegure la paz (verdaderos boquetes) fiscal de los que mucho tienen y casi nada pagan de impuestos. Será, sin duda, él quien contenga a los desposeídos que no tienen lugar en esta historia de beneficiados por la gracia del poder. Será él, qué requiebro lo impide, quien, con su piadoso ejemplo de vaticanista convencido, proteja las libertades que solicitan los curas y renueve alianzas con el magisterio de Gordillo, sin que el costo importe.

Mientras tanto, y sin esperar el olvido del sainete, Peña Nieto seguirá deleitando al auditorio de los medios electrónicos con pomposas frases sin sentido, empalagosas, siempre positivas y grandilocuentes, para rellenar su perfil bien acicalado. Ése es el preferido de las masas, según dictan con frecuencia los enterados, el bien hecho producto de los grupos de presión que, en un descuido, puede encaramarse en la Presidencia para regocijo de los ganones de siempre y un triste, angustioso futuro colectivo.

La de Gómez Mont, como funcionario encargado de las relaciones políticas con los partidos, gobiernos estatales y el Congreso, tiene una desviación negativa que le condicionará su accionar por lo que le reste de su encargo.

han recibido terribles calificaciones por parte de un influyente segmento de la crítica independiente. La opinocracia oficialista tampoco ha podido esquivar el bulto aunque hizo malabar y medio para, al menos, disculpar a alguno que otro de los enjuiciados. Los perfiles públicos de Paredes y Nava, como dirigentes cupulares del PRI y el PAN, quedaron afectados con dolencias de muy difícil recuperación. El sainete en el que gustosos participaron les abolló el neurálgico asunto de la credibilidad, crucial activo para un político que busque el respeto popular. Las culpas, chamaqueadas, mentiras, delitos electorales y trampas en las que incurrieron no se lavarán fácilmente, a pesar de los esfuerzos de las burocracias partidistas por retocar sus comportamientos cerrando filas. Tendrán, de aquí en adelante, que ir renqueando por el escenario público hasta que la incapacidad demostrada a pleno sol los alcance de lleno.

El gobernador Peña Nieto también sale con heridas del desaguisado que él mismo impulsó y signó por interpósita persona. Algunas de esas escoriaciones son de apreciable profundidad, aunque por ahora no se aquilaten con precisión. La barahúnda circundante lo impide, pero quedarán expuestas a la reflexión y se agravarán con el transcurso del tiempo. Muchas de sus debilidades y cortedades quedaron exhibidas sin coartadas que puedan ocultarlas. Destaca, por ejemplo, la ausencia de escrúpulos para recargarse en los bolsillos y el penar de los contribuyentes para amarrar una temprana, aunque todavía elusiva, candidatura de su partido. Pero no quedan atrás sus intenciones de situarse dentro de un bolsón de inusitados privilegios a cambio de limitar los derechos y las libertades ciudadanas a coaligarse. Acostumbrado, como está, a recibir la cuidadosa e interesada cobertura televisiva que lo introduce, bien peinado, en los hogares, por ahora quedó a descampado y no encuentra otra ruta que el silencio o la forzada discreción. Esta vez, por lo visto, no ha podido zafarse del golpeteo, aun cuando sus auxiliares mediáticos, presurosos, le quieran extender el manto de las disculpas forzadas.

Nadie puede llamarse a escándalo por un acuerdo cupular que pretendidamente quiso mantenerse en las tinieblas. Bien se sabe que de esto está llena la buchaca de las elites, más aún si, como las actuales, carecen de tamaños para introducir en ellos algo de grandeza. Lo distinto es que se hizo público y, entonces, empezaron las disculpas, incapacidades, mentiras y las trifulcas adicionales. Los actores, uno a uno, quisieron abandonar el escenario sin lograrlo. No hay sobrevivientes, todos han sucumbido ante la mirada y juicio del electorado que ya sabrá tomar venganza. El meollo de este intríngulis elitista, sin embargo, apunta hacia el descubrimiento de un formidable y peligroso tinglado que azuza, orienta y patrocina las ambiciones de un precandidato (PRI) a la Presidencia para el próximo sexenio. Paredes, Gómez Mont o Nava son comparsas de relleno en este litigio, cuyos destinos se agotarán de manera distinta sin afectar la trayectoria de la República. Peña Nieto, en cambio, debe ser examinado con mayor cuidado, no sólo por su propia importancia, sino por los acompañantes que empujan su aventura. Por ahora se le ve cómodamente acurrucado sobre todo un aparato sistémico que le hace el caldo gordo e insufla su imagen. Atrás, pero sobre todo por delante de él, asoman su duro rostro monumentales intereses bien amasados y que lo tienen sujeto desde que inició su desbordada gestión. Es una maciza conformación de personajes, grupos políticos, religiosos y empresariales donde destacan, con nitidez inevitable, los traficantes de influencia, ciertamente los de mayor (y también de menor) calado. Todos ellos en la búsqueda, casi desesperada, de acrecentar sus privilegios, de ensanchar negocios, de recibir la ansiada protección para su accionar que, una y otra vez, corre al filo de la ley o cae en franca conducta delictiva.

Mantener, a como dé lugar, la trayectoria del actual modelo de gobierno es el propósito de tan gran mezcolanza de notables, conjuntado por propia voluntad y esperanzas a futuro, en torno a la candidatura de Peña Nieto. El joven elegido por la sacrosanta cofradía de poderosos, que tan respetuoso es de las formas, los contratos y las promesas, no los defraudará. Es él quien atraerá la salvadora inversión foránea de incontables garantías y requerimientos, tan ansiada como onerosa. Será él quien concluirá las reformas de segunda, tercera y hasta cuarta generación si fueran requeridas, que permitan la acumulación brutal del capital, el libérrimo flujo de la especulación que tanta riqueza y talento succiona hacia el exterior. Peña Nieto es el atractivo hombre de su predilección desde que le vieron ganar, con descarado derroche de recursos (capitaneados por el tío de triste memoria) la gubernatura más importante del país. Es Peña Nieto el escogido para dar continuidad al mismo régimen de saqueo y privilegios en favor de aquellos que lo apadrinan. Será, sin duda él quien asegure la paz (verdaderos boquetes) fiscal de los que mucho tienen y casi nada pagan de impuestos. Será, sin duda, él quien contenga a los desposeídos que no tienen lugar en esta historia de beneficiados por la gracia del poder. Será él, qué requiebro lo impide, quien, con su piadoso ejemplo de vaticanista convencido, proteja las libertades que solicitan los curas y renueve alianzas con el magisterio de Gordillo, sin que el costo importe.

Mientras tanto, y sin esperar el olvido del sainete, Peña Nieto seguirá deleitando al auditorio de los medios electrónicos con pomposas frases sin sentido, empalagosas, siempre positivas y grandilocuentes, para rellenar su perfil bien acicalado. Ése es el preferido de las masas, según dictan con frecuencia los enterados, el bien hecho producto de los grupos de presión que, en un descuido, puede encaramarse en la Presidencia para regocijo de los ganones de siempre y un triste, angustioso futuro colectivo.

La de Gómez Mont, como funcionario encargado de las relaciones políticas con los partidos, gobiernos estatales y el Congreso, tiene una desviación negativa que le condicionará su accionar por lo que le reste de su encargo.

sábado, marzo 13, 2010

Revolución 2010. "SAT: asalto a la nación"

México SA

SAT: asalto a la nación

No sólo en 2007

Arrepentidos

Carlos Fernández-Vega



Nadie sabe por qué, aunque todos sospechan la razón, pero en 2007 al Servicio de Administración Tributaria (SAT), con el visto bueno de la Secretaría de Hacienda, se le ocurrió la brillante idea de cancelar créditos fiscales por cerca de 74 mil millones de pesos a un compacto grupo de empresas (personas morales) y otros contribuyentes (personas físicas). Tal indignación y revuelo causó la magnanimidad de la autoridad legalmente encargada de recaudar los impuestos en el país, que el pleno del Instituto Federal de Acceso a la Información ordenó a esa institución publicar montos y nombres de los beneficiados, y con base en qué el gobierno calderonista lo autorizó.

El SAT intentó defenderse de la siguiente manera: en 2007 no se cobraron esos créditos fiscales (los cerca de 74 mil millones de pesos), porque en ese entonces el costo de recuperarlos era muy alto, al tiempo que negó la posibilidad de divulgar los nombres y montos de los beneficiados, porque violaría el secreto fiscal, secrecía celosamente respetada para quienes no pagaron los impuestos. Por lo anterior, el IFAI ordenó abrir ese expediente fiscal y hacerlo público, decisión que ha sido calificada de hecho sin precedentes. Bien por el Instituto, pero lo que sí tiene precedentes, y costosísimos, es la añeja práctica de la Secretaría de Hacienda de, por un lado, otorgar créditos fiscales de forma holgada, y, por el otro, cancelarlos a discreción.

Pues bien, de 2002 (con Fox en Los Pinos) a 2009 (con Calderón en el mismo sitio) el número de créditos fiscales se incrementó 167 por ciento, al pasar de 973 mil 679 a un millón 619 mil 551; en igual lapso el importe pasó de 281 mil 381.3 millones de pesos a 479 mil 308.8 millones, un aumento superior a 70 por ciento; en el primero de los años citados el monto de créditos fiscales incobrables fue cercano a 93 mil millones, y de casi 107 mil millones (15 por ciento de avance), y lo mejor del caso es que de esta última cartera el SAT sólo recuperó, en promedio, dos centavos de cada peso.

Entonces, 2007 no fue la excepción, es decir, el año en el que el costo de recuperación de créditos fiscales resultó (versión SAT) muy alto, sino que, por la información citada líneas arriba (toda ella de la propia Secretaría de Hacienda), confirmó la regla. De hecho, año tras año la Auditoría Superior de la Federación documenta esta espeluznante práctica de la autoridad fiscal, a grado tal que, advierte, de 2003 a 2008 el importe de créditos fiscales recuperados registró una tasa media de crecimiento anual negativa de 0.6 por ciento, lo que muestra una tendencia del SAT de recuperar cada vez menores montos de créditos fiscales.

Para no ir más lejos, ese mismo año (2007) la propia Auditoría Superior de la Federación (entonces a cargo de Arturo González de Aragón) denunció que en la revisión de la Cuenta de la Hacienda Pública Federal correspondiente a 2005 se logró documentar que 0.04 por ciento de los deudores de créditos fiscales concentraron el 48.3 por ciento del adeudo total por ese concepto, y que la mayoría del débito resultaba “irrecuperable o está en litigio… De lo anterior se desprende que no existe un límite para la determinación de créditos fiscales y que ciertos contribuyentes han omitido sus obligaciones por un tiempo prolongado”. No obstante, se detectaron contribuyentes con créditos fiscales que en 2005 obtuvieron devoluciones de impuestos por parte del SAT. Entre los beneficiarios aparecían bancos, televisoras, ingenios azucareros, constructoras, cuatro clubes de futbol, dos empresas de transporte, un partido político, empresas de entretenimiento y comunicaciones, y una compañía editorial.

¿Qué hizo la autoridad fiscal para enmendar tan espeluznante situación? Apenas dos semanas después de la denuncia de la ASF y de encender los focos rojos por la creciente evasión y elusión fiscales, el gobierno calderonista publicó un acuerdo (JG-SAT-IE-3-2007) en el Diario Oficial de la Federación, por medio del cual autorizó la condonación total o parcial de los créditos fiscales, que a 2005 acumularon cerca de 500 mil millones de pesos, algo así como 7 por ciento del producto interno bruto de entonces.

Excelente la decisión del IFAI, la cual es necesario apoyar y defender, pero hay que subrayar que la condonación de créditos fiscales en 2007 no fue una decisión casual y mucho menos excepcional del SAT. Por el contrario, año tras año procede de igual forma, y normalmente los beneficiarios son los mismos, lo que significa un verdadero asalto a la nación, mientras el gobierno y los partidos políticos no dejan de exprimir a los contribuyentes cautivos, con o sin acuerdos, pactos o alianzas en los oscurito, como Calderón, Gómez Mont, Nava, Paredes y uno que otro perredista comprenderán.

En la revisión de la cuenta de la hacienda pública federal 2008, de reciente divulgación, la ASF ofrece las siguientes pinceladas sobre el tema (se respeta redacción): “con el análisis de la información proporcionada por el SAT, en relación con el número y monto de créditos fiscales, para cada un de los años del periodo 2003-2008, así como de los importes recuperados, se identificó que en el periodo el monto de los créditos fiscales, en términos constantes a precios de 2008, registró una tasa media de crecimiento anual de 4.8 por ciento, al pasar de 367 mil 567.3 millones de pesos en 2003 a 463 mil 890.9 millones en 2008 (y a 479 mil 308.8 millones en 2009)… Para 2008 la cartera de créditos fiscales se integró con un millón 356 mil 157 créditos, por un monto total de 463 mil 890.9 millones de pesos, de los cuales en ese año se recuperó un monto de 8 mil 944.2 millones de pesos, que significó 1.9 por ciento del total de créditos fiscales y 0.5 puntos porcentuales menos que el porcentaje de recuperación de 2007, lo que evidencia que para 2008 disminuyó la eficiencia del SAT en el cobro de créditos fiscales… Se concluye que en 2008, la recuperación de créditos fiscales, de 8 mil 944.2 millones de pesos fue menor en 33 por ciento a lo recuperado en 2007, por lo que disminuyó la eficiencia del SAT en el cobro de créditos fiscales, en incumplimiento del objetivo estratégico (de) disminuir la evasión, la informalidad y la elusión…”

Las rebanadas del pastel

Pero no os preocupéis, mexicanos pagadores, que los prianistas y sus patiños ya se arrepintieron.

lunes, marzo 08, 2010

Miriam Makeba. AMAMPONDO

"Icono de la lucha contra el apartheid en su país, Makeba, marginada durante más tres décadas por el régimen racista sudafricano, siempre estuvo comprometida con la lucha por los derechos civiles y contra el racismo, una entrega que llevó a cabo hasta el último momento de su vida. La cantante, conocida también como «la mamá de África», supo llevar como nadie al escenario las tradiciones y los trajes típicos de su tierra en espectáculos donde su voz cálida y su grande presencia eclipsaban a los instrumentos étnicos que la acompañaban."Biografía Wikipedia.

Miriam Makeba. Arte y Humanidad

"Miriam Makeba fue una cantante negra sudafricana. Nació en Johannesburgo (Sudáfrica) el 4 de marzo de 1932 y falleció en Castel Volturno (Italia) el 10 de noviembre de 2008." Wikipedia

martes, marzo 02, 2010

Revolución 2010. "En buena onda"

En buena onda
Pedro Miguel



En buena onda, señor Felipe Calderón: renuncie.

Ahora ya no se trata de que haya ocupado el cargo haiga sido como haiga sido, ni de su ilegitimidad de origen, ni del permanente agravio a la certidumbre democrática que significa su presencia en Los Pinos.

Hace mes y medio, vista desde este espacio, su posible salida del cargo parecía una perspectiva riesgosa. Nadie habló de peligro de ingobernabilidad o desestabilización, porque esas situaciones dejaron ya de ser riesgos para convertirse en tragedias reales; mire nada más cómo está Ciudad Juárez. No: lo temible resultaba que el grupo del que usted forma parte utilizara su abandono del cargo como una forma de recomposición; como una manera de desahogar algunas de las exasperaciones sociales que se han ido acumulando, a lo largo de tres décadas, y en forma muy acentuada durante el último trienio, en el cuerpo social; como un ejercicio de gatopardismo para burlar las demandas populares.

Hoy, eso ya es lo de menos. Es claro que su partida no significaría, por sí misma, un triunfo de las resistencias sociales que afloran y se multiplican en el territorio nacional; pero es claro, también, que otros integrantes de la oligarquía político-empresarial y mediática podrían ejercer el poder presidencial mejor que usted. Dicho de otra manera: es que hasta para depredar se requiere de habilidades, si partimos de la suposición de que ustedes lo que quieren es depredar a México, no destruirlo.

Y usted, señor Calderón, está destruyendo al país.

Prometió empleos, y generó un desempleo sin precedentes. Ofreció vivir mejor y ha provocado inflación, carestía, estrechez, pobreza y miseria. Aseguró que acabaría con la delincuencia organizada, pero la delincuencia organizada está acabando con la nación. Juró que gobernaría con fidelidad a la Carta Magna y ha manchado los actos de gobierno en las aguas negras de la inconstitucionalidad. Dijo que resolvería los rezagos educativos, y en pago de favores electorales recibidos entregó el sistema de educación pública a las arbitrariedades caciquiles del gordillismo. Esgrimió la promesa de la supresión de la tenencia y elevó todos los impuestos en forma asfixiante. Formuló un compromiso con la austeridad, y el derroche gubernamental es más obsceno que nunca. Dijo transparencia y generó opacidad. Se comprometió a observar los derechos humanos y ha hundido al país en un horror de desapariciones, tortura, sentencias precocidas contra luchadores sociales. Fanfarroneó con rebasar a López Obrador por la izquierda y se rebasa usted a sí mismo mismo por la ultraderecha, atropellando, en la maniobra, al Estado laico. Pregonó probidad y dejó las guarderías del IMSS en manos de operadores privados inescrupulosos, con un saldo provisional –¿cuántos faltan, señor Calderón?– de 49 niños muertos. Prometió gobernar y desgobierna: sus maneras de ejercicio del poder han destruido hogares, empleos, empresas, ciudades, regiones, vidas y esperanzas.

A últimas fechas se deja usted ver en público malhumorado, a la defensiva, harto de unas responsabilidades que le quedaron grandes. Pero más malhumorados están los de abajo. A fin de cuentas, usted tiene la vida resuelta: en estos tres años le hemos pagado un dineral, hemos sufragado sus gastos más nimios y todos y cada uno de sus caprichos personales e institucionales, y usted ha podido ahorrar la totalidad de sus percepciones (desorbitadas incluso si damos por buena la cifra oficial y guardamos por un momento nuestras perspicacias), sin contar la pensión vitalicia. Ya puede irse a recorrer el mundo acompañado de su corte, o ponerse a leer, o bien (una vez que se consiga meter al orden a la delincuencia y restablecer el control del Estado sobre el territorio) viajar por México y conocer –por fin– el país real. Ya puede gozar la satisfacción de estar incluido en la lista oficial de mandatarios, por más que sus verdaderos mandantes hayan sido no tanto los ciudadanos sino los poderes fácticos.

Ha tenido bastante y para el país ya fue demasiado. Si no ha querido o podido tomar una sola medida patriótica, adopte ahora, cuando menos, una decisión sensata. Deje que la camarilla a la que pertenece eche mano de los artículos 84, 85 y 86 constitucionales y a ver qué hace. Ahora todavía puede usted ahorrarle su nombre a la larga lista de Atilas involuntarios y de Nerones por omisión que en el mundo han sido. El país no aguanta mucho más. Por todas partes cunden expresiones de descontento, de rabia, de un rencor que puede volverse –ojalá que no– un estallido incontrolado e incontrolable.

En buena onda.