La Jornada
José Steinsleger
"Chequeando" a la UNAM
Atenidos al "índice de calidad de los resultados académicos" (que a estas alturas sería insuficiente calificar de "neoliberales"), la ofensiva presupuestaria contra la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) resulta incomprensible.
A finales del decenio pasado, una muestra de la revista Expansión reveló que en los altos cargos gerenciales de 68 filiales de empresas trasnacionales establecidas en el país figuraban nueve egresados de la UNAM, ocho del Instituto Tecnológico de Monterrey (ITM), y ni un solo egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Por su lado, un estudio del Instituto de Altos Estudios de la Universidad de Shangai (2003) detectó que la UNAM, en la frecuencia de citas del Social Science Citation Index, registraba un puntaje de 50 por ciento, porcentaje similar al del Instituto Tecnológico de California (52), la tercera universidad más importante del mundo detrás de Harvard y Stanford.
¿A quién más, sino al ultraliberal capitalismo chino le interesaría ordenar con precisión quién es quién en los países que producen materia gris "eficiente"? Entender a los chinos está en chino, pero más arduo resulta entender a los enemigos de la UNAM, institución que, según la investigación referida, de un total de 3 mil 600 y pico en el mundo ocupa el puesto número 180 (Universidad de Sao Paulo, 188, de Buenos Aires 330 y de Chile, 433).
"Despojados de toda reliquia escolástica y de toda filosofía de rutina" (norte académico de los liberales auténticos de 1910), quienes aprobaron el artículo tercero de la Constitución (1917, educación laica y gratuita) y luego dieron autonomía a la UNAM (1944) modelaron, en distintas épocas, un concepto de libertad de cátedra inequívoca: democracia y modernidad ligadas a la conciencia nacional y social del pueblo.
Al tomar posesión como rector, el ingeniero Nabor Carrillo Flores (autoridad mundial en mecánica de suelos y con 18 honoris causa en universidades de Europa y Estados Unidos) dijo de la UNAM: "Pese a sus angustias físicas y sus problemas de todo orden es una milagrosa cantera de hombres extraordinarios" (1953).
Sin embargo, en días pasados, un legislador encargado de los números manifestó su satisfacción por el recorte de ingresos a la UNAM en el presupuesto 2007. Comentó: "... la educación es un tema muy valioso, muy importante (se ríe) de veras, 'chéquelo'... (sic). Yo digo que todas las universidades merecen más de acuerdo con un índice de calidad en cuanto a resultados académicos. Ese es un tema universal" (sic, La Jornada, 9/12/06).
El honorable, en todo caso, debería sentirse orgulloso. En 1985, a bordo del Atlantis, viajó el primer astronauta mexicano: Rodolfo Neri Vela, ingeniero egresado de la UNAM, quien luego participó en el diseño de la estación Alfa de la Agencia Espacial Europea. En 1995, el doctor José Mario Molina Pasquel, egresado de la UNAM, recibió el premio Nobel de Química. Y en 1996, desde el cosmódromo de Plesetsk, las Fuerzas Aeroespaciales rusas lanzaron al espacio el satélite Sat-B, diseñado por ingenieros de la institución fundada por Justo Sierra y Ezequiel A. Chávez en 1910.
Falta de información no es igual a ignorancia. Más aún cuando en nuestro país los intelectuales especializados en "difusión" prescinden de reflexionar acerca de los aportes culturales de los Carrillo Flores, Neri Vela o Molina Pasquel, admirados en el mundo y prácticamente ignorados en su país.
En mayo de 1999, una diputada manifestó en la Cámara: "¿Saben ustedes cuántas UNAM, que es la universidad más cara del país, se hubieran podido cubrir con el puro monto de la deuda del Fobaproa ahora convertido en IPAB?... 95, o si lo prefieren, se hubiera financiado a la UNAM durante 95 años (La Jornada, 2/5/99). La diputada hacía alusión al apoyo con más de 60 mil millones de dólares a los banqueros que "democráticamente" legalizaron sus ilícitos e irregularidades.
Desafortunadamente, los políticos se "informan" a través de las estupideces que la telecracia repite 24 horas al día, o prestan oídos a los "cultos bonitos". ¿Qué es peor? ¿Un legislador despistado o un "intelectual" tipo Enrique Krauze, quien (sin estridencia, eso sí) habla con temeraria irresponsabilidad de lo que ignora, contribuyendo al proyecto de demolición de la UNAM?
En artículo impecablemente "antinaco", el demócrata puro planteó "dos medidas de realismo radical" ante los problemas de la UNAM: desincorporar a sus institutos sacándolos del campus y enviándolos a provincia, y "... entregar a la universidad a las huestes del populismo improductivo y becario (sic), es decir, perder lo perdido" (Reforma, 23/5/99). ¿Por su raza hablan los de su espíritu?
La UNAM no es tan sólo "el proyecto cultural más importante de México en el siglo pasado". En los pasados cien años, miríadas de latinoamericanos y caribeños se formaron en sus aulas, llevando a sus países los títulos que con orgullo cuelgan en despachos, casas y balcones: "egresado de la UNAM".
Patrimonio cultural del mundo, la UNAM ha sido y es un bastión de nuestra América. Defenderla no basta. Hay que luchar por ella.
miércoles, diciembre 13, 2006
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