México SA
Carlos Fernández-Vega
cfvmx@yahoo.com.mx • cfv@prodigy.net.mx
■ Con cinismo, legisladores panistas ocultan planes de privatizar el petróleo
A penas un mes atrás los legisladores de Acción Nacional fingían pública cuan colectiva demencia en torno a la existencia de una iniciativa de “reforma” del sector energético nacional, al tiempo que el presidente de tal partido aseguraba que su agrupación “carece de un diagnóstico” que “nos permita pronunciarnos” en uno u otro sentido, aunque “no tenemos prisa en ese tema”.
Cosas de la “magia” panista (léase política vergonzante), porque a punto de concluir marzo resulta que por el lado de este partido “la iniciativa de reforma energética estará lista en un plazo de 10 a 15 días” (léase primera semana de abril, a unos cuantos días que concluya el periodo ordinario de sesiones), según el coordinador de la bancada blanquiazul en San Lázaro, Héctor Larios, mientras en el Senado Rubén Camarillo, por Aguascalientes y secretario de la Comisión de Energía en Xicoténcatl, presume que el PAN “lleva más de un año haciendo un diagnóstico del sector energético con miras a su reforma”.
Lo anterior sólo quiere decir que los panistas (del inquilino de Los Pinos para abajo, incluidos el señor de los contratos, Germán Martínez, Héctor Larios, Santiago Creel y demás “olvidadizos”) abiertamente han mentido sobre la “reforma” energética, sus propuestas e intenciones, lo que al final de cuentas no es ninguna novedad, pero sí algo muy delicado tratándose del tema que se trata y su implicación en materia de seguridad nacional.
En el peloteo sobre la iniciativa de “reforma” energética, a lo largo del primer trimestre de 2008 los supuestos tirios y troyanos han sido igual de esquivos que de vergonzantes: de la “carencia de diagnóstico” y el “no tenemos prisa en ese tema” (Germán Martínez), al “llevamos más de un año haciendo un diagnóstico del sector energético con miras a su reforma” (Rubén Camarillo); del “no existe metodología para evaluar el sector energético”, a “la iniciativa estará lista en un plazo de 10 a 15 días” (Héctor Larios); del “será el Ejecutivo y la Sener quienes presenten la iniciativa” (Jesús Reyes Heroles G. G.), al “serán los actores políticos, sociales y económicos del país quienes analicen cuál es la mejor reforma energética que conviene a la nación” (Felipe Calderón); del que “serán los senadores quienes impulsarán la reforma energética” (Emilio Gamboa), al “no sabemos si serán los senadores o los diputados” (Héctor Larios); de “será para febrero próximo (el que pasó, pues) el proyecto de reformas energética de parte de la Presidencia de la República” (Ruth Zavaleta) y/o “en los próximos dos meses (febrero o marzo, que concluye) se presentará la iniciativa para la reforma energética integral” (Francisco Labastida); del “hago un llamado para que dialoguemos de manera abierta, objetiva y serena sobre las alternativas para fortalecer, y fortalecer de veras, a nuestra industria petrolera” (inquilino de Los Pinos), a “la reforma es para este periodo de sesiones” (Germancito), con ganas de “implementar un cinturón de seguridad en la periferia de San Lázaro” (Cristian Castaño).
En fin, una secuencia de vaguedades, desinformaciones, imprecisiones, mentiras y mucho, muchísimo cinismo en su intento por ocultar el único fin de la iniciativa de “reforma” energética: privatización, o como diría uno de los maestros del eufemismo, Jesús Reyes Heroles González Garza, “procurar que se permita que Petróleos Mexicanos pueda hacerse acompañar de otras empresas…”. Lo único cierto es que a los dueños de esa riqueza, los mexicanos, ni consulta, ni diálogo ni solicitud de permiso, pero sí, en medio de la fetidez, un indiscriminado bombardeo propagandístico que habla del “tesoro”, pero deja a un lado a los piratas, que no son muchos, pero sí terriblemente ambiciosos.
En medio de todo esto, Pemex informó que en el primer bimestre de 2008 “disminuyó la producción de petróleo crudo 6.4 por ciento al ubicarse en 2 millones 944 mil barriles diarios, en comparación con igual bimestre de 2007; la disminución fue resultado, principalmente, de la declinación prevista del campo Cantarell y de diversos factores operativos”. La reducción se traduce en cerca de 200 mil barriles por día.
Adicionalmente, la paraestatal dio a conocer que en el primer bimestre del año la exportación de petróleo crudo fue de un millón 432 mil barriles diarios, 14.6 por ciento menos que en igual periodo 2007, “debido principalmente a la baja en la producción de petróleo crudo”. Este volumen de exportación generó una captación de divisas de 6 mil 871 millones de dólares, derivado de un precio promedio ponderado de 79.98 dólares por barril.
La reducción promedio de 200 mil barriles diarios tiene su peso financiero, porque en el periodo de referencia se dejaron de percibir alrededor de 960 millones de dólares, sin duda un monto importante. Hasta allí la información oficial de Pemex.
Lo que no cita la paraestatal es que aún con la baja en la producción de crudo y considerando la reducción de las exportaciones en el periodo de referencia, el precio del barril mexicano en los mercados internacionales (63.22 por ciento superior al aprobado por la Cámara de Diputados) no sólo permitió evitar desajustes en el presupuesto federal, sino que aportó excedentes por 2 mil 660 millones de dólares en esos dos meses. Si a esta cantidad se restan los 960 millones producto de la caída en el volumen exportado, el saldo neto de los excedentes queda en mil 700 millones de billetes verdes, monto por demás atractivo que bien podría dedicarse a la exploración y explotación de nuevos campos petrolíferos.
Las rebanadas del pastel
Algunos dicen que “Pemex ya no es costeable”, por lo que “tiene que hacerse acompañar de otras empresas”. La aritmética no les da la razón: para extraer el millón 432 mil barriles del crudo que cotidianamente exportó a lo largo del primer bimestre de 2008, Petróleos Mexicanos invirtió 6.16 millones de dólares diarios; a cambio obtuvo, también cada 24 horas, 114.53 millones de billetes verdes. Para “no ser costeable”, nada mal está un diferencial favorable de mil 760 por ciento entre lo invertido y lo obtenido.
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