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Ahora que los coordinadores priístas en San Lázaro y Xicoténcatl reiteran su acuerdo con los panistas para echar toda la carne al asador en pos de la privatización del petróleo mexicano, habría que preguntarles cómo resolverán un episodio que para ellos probablemente sea de menor importancia, pero que para su partido debe ser de la mayor trascendencia.
Lo anterior, porque en su “declaración de principios” el Partido Revolucionario Institucional deja en claro que en materia energética “defiende el principio constitucional de propiedad de la nación, y se pronuncia en contra de todo intento de privatización del patrimonio de los mexicanos”, al tiempo que en su “programa de acción” se compromete a “mantener la rectoría del Estado mexicano, respetando la letra y el espíritu de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, respecto a la soberanía en materia energética y garantizar que el patrimonio de nuestros recursos energéticos sea en beneficio de todos los mexicanos”.
Ante ese panorama, a Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones no les quedaría más que renunciar al PRI y quitarse la máscara para militar abiertamente en el PAN, o en su defecto el tricolor tendría que modificar declaración de principios” y “programa de acción” o incorporarse como un sector más a Acción Nacional.
Ello, porque a Emilio Gamboa –oficialmente coordinador de los diputados priístas– dejó en claro que, de la mano de Manlio Fabio Beltrones, el pastor tricolor en el Senado, van por una “reforma” que permita “la asociación de capitales privados con Pemex”, cuyo objetivo, “es abrir la posibilidad de participación privada en exploración y explotación de petróleo en aguas profundas, así como en generación de energía eléctrica, aunque no se trata de modificar el texto constitucional ni será una privatización plena”.
La primera “alianza”, explicó, sería con la brasileña Petrobras para la extracción de petróleo, algo que “ya se permite con 49 por ciento de participación de capital privado en energía eléctrica”, de tal suerte que la “reforma sólo la legalizaría” (ergo, se ha hecho de manera ilegal y alguien tendría que hospedarse en un reclusorio).
Semanas atrás, antes de Emilio, lo manifestó el coordinador de los senadores priístas, Manlio Fabio Beltrones: “después de la reforma de seguridad y justicia (léase el Estado policiaco) vendrá la energética, aunque sin tratarse de “una privatización a ultranza”
Poco antes de Manlio lo dijo el presidente de la Comisión de Energía del Senado, el priísta Francisco Labastida Ochoa: “serán nueve las leyes secundarias a replantear” en materia energética.
Y hoy lo reitera el inquilino en turno de Los Pinos: “sabemos que para generar empleos, crecimiento económico, aumentar la producción de México, en este caso para aumentar la producción de petróleo y gas… se requiere inversión. Las medidas de inversión que el gobierno propone para el país son para que la paraestatal (Pemex) sea más productiva, competitiva, orgullosamente mexicana y exclusivamente de mexicanos. Estas medidas llevan a darle más eficiencia al país, más empleo, crecimiento y producción así como crecimiento económico”.
Pero antes de esta temporada, lo dijeron todos los inquilinos que en los últimos 25 años ocuparon Los Pinos, sus secretarios de Energía, algunos legisladores priístas y prácticamente todos los panistas, con el mismo ritmo e iguales palabras: “es por el bien de México; hay que modernizar a Pemex; no se trata de privatizar” y etcétera, etcétera, mientras todos se dedicaron a saquear la paraestatal y a endrogarla hasta niveles de quiebra.
De Miguel de la Madrid a Vicente Fox no ha cambiado el discurso ni la actitud. A coro, y en medio del saqueo, dijeron que las privatizaciones “sirven para generar empleos, para generar crecimiento económico, para aumentar la producción de México…”, y después de 25 años y mil 200 empresas públicas privatizadas, reprivatizadas y extranjerizadas, si algo brilla por su ausencia en el país es el empleo, el crecimiento económico y el aumento de la producción.
Ahora repiten el discurso Felipe Calderón, los panistas y los priístas que reniegan de la “declaración de principios” del que se supone es su partido, para justificar la privatización petrolera
Desde su inicio, 25 años atrás, la venta de garage (léase el desmantelamiento del aparato productivo del Estado) se justificó con distintos términos. Así, Miguel de la Madrid dijo que para “modernizar” al país las privatizaciones eran más que necesarias; Salinas aseguró que con aquellas se alcanzaba el primer mundo y se “democratizaba el capital”, mientras Zedillo las impulsaba “para la plena participación de la sociedad” y Fox… bueno Fox dijo cualquier cantidad de barbaridades. El hecho es que todos hablaron de pagar la deuda social, generar empleo, estimular el crecimiento económico, promover la inversión, hacer un México más justo e igualitario, acabar con el monopolio y demás sarta de mentiras.
Y en ese proceso activamente participó buena parte de la cúpula priísta que hoy va en pos del petróleo, por mucho que Emilio Gamboa diga que no se trata de “una privatización plena”, que Manlio Fabio Beltrones jure que no quieren “una privatización a ultranza” y que Francisco Labastida lo haga tan sencillo como una simple “adecuación de leyes secundarias”, mientras el Salinas blanquiazul asegure que, privatizándola, Pemex se mantendrá “orgullosamente mexicana y exclusivamente de mexicanos”.
Las rebanadas del pastel
Dice el gobierno que la inflación no se ha desbocado ni hay riesgo de que suceda; que no hay escalada de precios y ni razón para aumentarlos. Si ello es correcto, entonces de dónde surge la necesidad y urgencia de firmar un pacto para “la estabilidad de precios y la protección de poder adquisitivo de las familias mexicanas”, el denominado “Programa Apoyo Familiar 2008”… Por cierto, habrá que demandar penalmente a los oculistas que revisan a los jilgueros oficiales, porque ellos aseguran que “no vemos” aumentos de precios; por el contrario, dicen, hay “grandes descuentos y reducción de tarifas”.
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