La iglesia (política y económica) en manos de Mouriño
Nacionalidad (y nacionalismo) al estilo Fox
“Madrileño y gallego, pero mexicanísimo”
A su propia carga de ilegitimidad, Felipe Calderón ha agregado el nombramiento como secretario de Gobernación de un personaje sin carrera ni experiencia política suficientes para llegar a ese cargo y que, además, nacido en Madrid y abundante y reiteradamente ligado a intereses económicos y políticos españoles, ahora se revela jurídicamente mexicano por nacimiento y se abre el camino para ser candidato presidencial de los partidos Popular (de España) y Acción Nacional (de México) a la sucesión de 2012. La iglesia (política y económica) en manos de Juan Camilo: financista de campañas presidenciales del PRI y el PAN, el campechano Grupo Empresarial del Sureste (GES), de la familia Mouriño, estará en mejores condiciones de participar en próximos negocios energéticos liberados y de apuntalar los proyectos del patriarca, Carlos Mouriño Atanes, quien hizo meteórica fortuna en México (siempre en relación con el poder político) y ahora diversifica en España el portafolio familiar de inversiones (entre escándalos de tráfico de influencias y corrupción política).
El depositario del factor Ñ (nació en España, se apellida Mouriño y suple a Ramírez Acuña) plantea tempranamente un boceto de nacionalidad formal y nacionalismo ínfimo parecido al que usó Vicente Fox para hacerse de manera oscura de la Presidencia de México, siendo el guanajuatense hijo de madre española y de padre que se dijo jurídicamente mexicano aunque también reivindicó su nacionalidad estadunidense, por lo cual a quien entonces usaba botas no lo habrían beneficiado ni siquiera las reformas salinistas que permiten ser candidato presidencial a quien sea hijo de padre “o” madre mexicanos y no obligatoriamente de mexicanos ambos. Mouriño se apunta para repetir el esquema de mentalidad y conducta desnacionalizada de Fox, y no sólo en caso de que fuese candidato panista en 2012 sino en el ejercicio de la cartera de Gobernación, desde la que se convertirá en gestor, promotor, socio y garante de los negocios de trasnacionales que pretende instaurar el calderonismo, sobre todo en el ramo de los energéticos. El hijo de estadunidense convenencieramente registrado como mexicano, Vicente Fox, terminó su sexenio declarándose amantísimo admirador del norteño país vecino; el madrileño Mouriño terminará su paso por el Palacio de Covián cerrando negocios con sus paisanos peninsulares que están en plena Reconquista de México (grandes negocios familiares, por ejemplo, en los ámbitos turístico e inmobiliario en las costas del sureste mexicano, sobre todo en la heroica y romántica Campeche).
El nuevo secretario de Goberñación apareció como personaje principal de esta columna el 17 de julio de 2007 bajo el título “Deudor de su pasado” y los sumarios “Iván el Fino, factor de la Reconquista” y “Madrileño y gallego, pero mexicanísimo”. En esa entrega se reprodujeron párrafos de una entrevista ofrecida por el virrey de México al diario El Faro de Vigo (el terruño familiar), en la que el periodista F. Franco le planteó el asunto de sus fidelidades nacionales: “Madrileño de nacimiento, gallego de origen, mexicano de nacionalidad, ¿cómo lleva usted esa mezcla de querencias?”, a lo que el pluricultural personaje respondió: “Sin duda que cada una de esas partes hace de mí lo que hoy soy. Uno es deudor de su pasado. Y es verdad que mi infancia se inicia en Madrid (nota del Registro Civil del Astillero: no es que uno nazca en un lugar, sino que su infancia se inicia allí), adonde mi padre fue por razones de trabajo, con largas estancias en Vigo durante los veranos”. El antedicho deudor de su pasado hispano escuchó al reportero decirle “Pronto entró México en su vida”, a lo que el entrevistado respondió: “Tenía seis o siete años cuando nos fuimos a México, Distrito Federal, para pasar luego a Campeche, donde terminé mis estudios tras licenciarme en economía por la Universidad de Tampa, en Florida. En Campeche se desarrolló mi familia empresarialmente. No es que tenga la nacionalidad mexicana, es que me siento mexicano hasta la médula”. Difícil es que algún mexicano sin conflicto de nacionalidad diga “me siento mexicano” en lugar de “soy mexicano”, pero luego así resultan algunas médulas inseguras.
Sin embargo, y a contrapelo de las voces que de inmediato denunciaron su nombramiento como una violación a la regla constitucional que obliga a los secretarios de Estado a ser mexicanos por nacimiento, Mouriño ha esgrimido la fracción II del apartado A del artículo 30 de la Carta Magna (de México, desde luego) que reconoce como mexicanos por nacimiento a quienes “nazcan en el extranjero, hijos de padres mexicanos nacidos en territorio nacional, de padre mexicano nacido en territorio nacional o de madre mexicana nacida en territorio nacional” (esta fracción fue reformada, para quedar así, mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de marzo de 1997). La mexicanidad formal de Mouriño fue asentada el 2 de octubre de 1989 en Tlatelolco, mediante el “certificado de nacionalidad mexicana por nacimiento” 5419 que expidió la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, pues el solicitante “comprobó haber nacido en Madrid, España, el primero de agosto de 1971, de madre mexicana”. Ayer se dio difusión también al acta de nacimiento levantada en la sección consular del Servicio Exterior Mexicano en Madrid el 16 de enero de 1979 para dar cuenta de lo sucedido ocho años atrás.
Con tal documentación se pretende acallar las críticas al origen madrileño del nuevo jefe virtual del gabinete federal y, de una vez, allanar el camino para una eventual candidatura presidencial panista (que pelearía con otros miembros del círculo íntimo de Los Pinos: Germán Martínez, secretario de asuntos panistas, y el recién llegado Ernesto Cordero, al que pretenden inflar por su arribo a Sedeso). Según eso, Mouriño sería el hombre mejor colocado para participar en una contienda de guapuras, promovidas desde el erario, frente a Enrique Peña Nieto y Marcelo Ebrard. ¡Hasta mañana, rediez!
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