El voto como la vía para el cambio
Arnaldo Córdova
Mientras los gobiernos derechistas (panistas, priístas y uno que otro llevado al poder por los votos de la izquierda) se revuelcan en el lodazal de la ineptitud, la imprevisión y la más rampante corrupción, el movimiento ciudadano lopezobradorista, por voz de su líder, refrenda que sigue fiel a la institucionalidad de la República, que respeta la legalidad, por la cual sigue dando mil batallas, y que sigue consciente de que el voto ciudadano es aún la vía para cambiar la vida pública. Mucho se han esforzado las derechas para hacer ver ante la opinión pública a López Obrador como un resentido y un subversor del orden institucional. Aquello de ¡Al diablo con sus instituciones!” fue un regalo que no han desaprovechado en ningún momento.
El camino elegido por López Obrador para levantar y sostener este gran movimiento cívico está todo sustentado en la fidelidad a las instituciones y al derecho vigente en este país. La vía pacífica para transformar una sociedad injusta está siempre presente en sus discursos y, por supuesto, nadie podría esperar que él anduviera cachondeando a los políticos corruptos que nos gobiernan ni ocultando las pillerías de toda laya que redundan en la ruina de nuestra economía, de la moral pública e, incluso, de la salud de la sociedad, como se ha visto ahora. Por supuesto que, en este último respecto, dijo que había un mal del que se estaba dando una imagen exagerada y desinformada. No negó que el mal existiera, sólo dijo que ni los mismos gobernantes sabían de qué se trataba, lo que está siendo muy bien documentado aquí y en el extranjero.
El Peje anda en campaña (electoral). ¡Claro que sí!, como todos los políticos de México. Y eso, ¿qué tiene de indecente? Dijo también que sólo apoyará a los candidatos de izquierda que tengan el consenso de todas las fuerzas políticas de ese signo y, cuando no, únicamente a quienes se identifican con el movimiento cívico que él encabeza. Sólo para los chuchos, que ya no saben dónde meter la cabeza o cómo atacar, siempre a mansalva, como es su estilo, eso puede ser reprobable. Quién sabe por qué ellos siempre le reprochan al líder el que en unos casos apoye a unos candidatos que no son del PRD (porque los de este partido son chuchos), mientras en otros apoya a candidatos del PRD (que no son de ese grupo). ¿Cómo pueden esperar que apoye a quienes antes lo descalificaron y que hoy son candidatos?
López Obrador llamó desde el inicio a la unidad de la izquierda en el ya muerto Frente Amplio Progresista. Fueron los chuchos los que se rajaron y pretendieron echar de la coalición al PT y a Convergencia. Todavía se recuerda la propuesta de Carlos Navarrete que planteaba la fusión de todos en el PRD. Un lindo modo de devorar a los pequeños. El Peje no iba a aceptar semejante patraña, sobre todo cuando esos partidos habían mostrado mayor fidelidad y solidaridad con el movimiento ciudadano. Esperaron el desenlace en las elecciones internas del PRD en el DF. No sólo perdieron. Fueron barridos. Y éste era uno de sus principales reductos. Arce y Círigo todavía andan dolientes, sin poder entender lo que les pasó. Que sus contrarios les hayan jugado con sus propias mañas no exonera su soberbia ni su estupidez política.
A toda esa tribu, que quiere ser la “izquierda moderna”, sólo le queda gozarse el botín que las instituciones electorales han puesto en sus manos hasta que los verdaderos perredistas puedan reconquistar su partido. López Obrador va a apoyar electoralmente a la verdadera izquierda y no a los traidores y éstos ya saben que están perdidos. El movimiento cívico se está educando electoralmente, está aprendiendo lo que puede y debe hacer. En su inmensa mayoría, sus integrantes no forman filas en ningún partido, pero su líder los ha convencido de que deben actuar electoralmente y, sobre todo, de que su voto es muy valioso, a pesar de los vicios del sistema y a pesar de las trampas que la derecha ha sembrado en un proceso que debería ser legal y apegado a la Constitución. Ellos ya saben a quién darán su voto y, lo más importante, ya no desconfían, ni menos, reniegan, de su calidad de ciudadanos.
La consigna, tan clara como el agua limpia, es: las elecciones son también la causa del pueblo en movimiento, porque aunque los dados estén cargados, las cartas estén marcadas y se tengan que padecer traiciones, la vía para cambiar la vida pública del país sigue siendo el voto de los ciudadanos y todos los integrantes del movimiento cívico son, antes que nada, ciudadanos responsables del destino de su nación. Eso lo dijo el Peje el sábado 9 de mayo en Nacajuca. Y reivindicó la fuerza de su movimiento: “hay millones en todo el país; algunos despiertan antes, otros después, pero en la historia de México nunca hubo tanta gente consciente de la necesidad de un cambio”.
Cuando se observa en los espots de los chuchos las tonterías que difunden, poniendo a dialogar al mayor de ellos con una niña, uno no puede por menos de pensar que la ordinariez más ramplona e ignara se ha apoderado de la dirección de un gran partido que ha experimentado un destino de verdad ingrato. Su actitud ante la campaña perredista en el DF lo demuestra todo. En un desplegado publicado el 11 del corriente mes,
Manuel Oropeza, secretario del partido en la entidad, denuncia la felonía de los chuchos al bombardear sin tino ni destino la campaña de los perredistas defeños. Pero no los acusa de nada, simplemente los invita a que se sienten a discutir por qué hacen lo que están haciendo: la inequidad en la distribución de tiempos en radio y televisión; aclarar por qué no se han transmitido los mensajes del PRD-DF; también los motivos por los cuales se niega la representación del partido en la Comisión de Radio y Televisión del IFE. Sólo eso.
Se ha llegado al exceso de pedir que se haga una encuesta en el DF para saber de la real representatividad del Peje entre la ciudadanía del DF. El PRD de la capital rechazó por estúpida esa pretensión. ¿Quieren saber cuál es la verdadera popularidad de López Obrador en el DF? ¿Por qué no se acercan a alguna de las grandes concentraciones que se hacen en la capital para que vean qué piensan los defeños del líder tabasqueño? Por supuesto que no lo hacen porque saben que sólo cosecharían el repudio generalizado.
El gobierno panista y los priístas tienen con qué combatir al movimiento cívico. Me pregunto qué es lo que tienen los traidores internos para siquiera intentarlo como lo andan haciendo.
domingo, mayo 17, 2009
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