Por: Rosario Avilés Miercoles 20 de Septiembre de 2006 Hora de publicación: 02:23
Después de que la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación decidiera conjurar la huelga para no darle pretexto a Mexicana para declarar la quiebra de la empresa, la aerolínea tendrá que ser muy convincente para plantearle a los sobrecargos, y al resto de su planta laboral, el tema de las reducciones de costos y el futuro que tendrían los trabajadores en caso de aceptar nuevas condiciones.
Ante la imposibilidad de conocer los planes reales de los nuevos dueños de la empresa, los sindicatos tienen que ser muy cuidadosos respecto al tipo de compromisos que puedan hacer.
Hasta ahora ninguna de las promesas que se han hecho se han cumplido y esto —en lugar de crear un clima de confianza— lo que está logrando es la polarización de las posturas de cada parte.
El ex diputado Jesús González Schmal, quien asesora a un grupo de sobrecargos cuyas pensiones les están siendo escamoteadas— denunció en días pasados lo que para todos queda claro pero que, en una actitud bastante cínica, nadie quiere reconocer, asumir y mucho menos remediar.
Durante 2005 se realizaron algunos foros en el Congreso de la Unión, donde los distintos representantes de las empresas aéreas, autoridades del sector y miembros del IPAB repitieron en todos los tonos que la venta de las empresas de Cintra no conllevaría despidos ni recortes, que se esperaba vender a las aerolíneas por montos muy superiores a lo que al final quedó como costo de Mexicana y que la única vía para que las empresas crecieran era su venta a grupos privados.Todas estas premisas fueron quebrantadas en los hechos.
Mexicana ha estado recortando puestos de trabajo y quiere más recortes; el Grupo Posadas pagó por ella muchos menos de los 800 millones que en principio se dijo que valía la aerolínea, y la única empresa que está anunciando más flota y más rutas es precisamente la que no se vendió, es decir, Aeroméxico.
Pero más allá de estas divergencias, lo que los trabajadores se preguntan es qué es lo que exactamente quieren los nuevos dueños de Mexicana.
La dirección de esta empresa ha dicho que requiere recortar hasta en 30 por ciento los costos simplemente para estar en condiciones de competir, ya que la guerra de tarifas con las aerolíneas de bajo costo está representando un reto difícil de afrontar, al tiempo que el alza en el combustible se ha convertido en el talón de Aquiles de la industria.
Todo ello, sin embargo, ya lo sabían quienes decidieron hacer una oferta por la empresa en diciembre pasado. Todavía, incluso, se han dado el lujo de pedir que les regresen 40 de los 165.5 millones de dólares que pagaron porque, dicen, “las condiciones que se analizaron originalmente no eran las que se encontraron después”, lo cual supone que ya estaban al tanto de la situación de la empresa y sin duda, de las condiciones del entorno aéreo.
Plantear hoy que la situación es insostenible muestra una de dos cosas: o Gastón Azcárraga fue engañado y él, a su vez, embarcó a Juan Gallardo y a Angel Lozada en una aventura que, de ser cierto el engaño, implica una retribución del IPAB. O, en su caso, ellos se metieron esa aventura apostándole a que a través de amenazar con la quiebra a los trabajadores, éstos le darían en un plazo de 2 años el nivel de gastos que él considera aceptable, pero que fue incapaz de solicitar antes de hacer su oferta por Mexicana.
En ambos supuestos, sin embargo, no puede hoy plantear la quiebra sin más argumento.
En todo caso, que devuelva la empresa al IPAB o que la ponga en manos de los trabajadores.
Es obvio que no hará ninguna de las dos cosas, y ello habla de que los métodos de negociación que ha usado la aerolínea son bastante arcaicos y sólo contribuyen a complicar aún más la situación en la que se encuentra el país, porque Mexicana es, ante todo, una línea de bandera que le ha costado al país y a sus trabajadores muchos más recursos de los que ahora están en juego.
Por otro lado, en este mundo de promesas incumplidas, ¿de qué forma se va a garantizar a los trabajadores que su fuente de trabajo se fortalecerá una vez que hayan aceptado cambios al contrato? ¿Cómo se recuperarán después las plazas recortadas, las pensiones ya trabajadas a lo largo de tantos años?
Los tres empresarios involucrados deberían hacer un esfuerzo real por acercarse directamente a los trabajadores y llegar a acuerdos verdaderos que no admitan excusas. ¿Será tan difícil que tomen directamente la conducción de su empresa?
Entre las muchas especies que se rumorearon en este conflicto, se dijo que en 1988 los sobrecargos fueron responsables de la huelga en Aeroméxico que culminó con la quiebra de esa empresa. No fue así. El 12 de abril de 1988 el Sindicato de Trabajadores de Tierra de Aeroméxico (STTAM), hoy desaparecido, fue el que estalló la famosa huelga que terminó en quiebra.
POR ESO Y MUCHO MÁS, HAY QUE DEFENDER LOS BIENES DE LA NACIÓN, DE LOS QUE SE QUIEREN BENEFICIAR DE ELLAS, VENDIÉDOLA A INTERESES EXTRANJEROS.
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