viernes, julio 01, 2011
viernes, mayo 06, 2011
El sendero de la derecha en México.
La Jornada
El frenesí
Luis Javier Garrido
La contrarreforma oficial en materia de seguridad nacional” de Felipe Calderón, tendiente a “legitimar” el establecimiento en México de un Estado policiaco-militar, no haría otra cosa que agudizar la escalada de la violencia y llevar a los mexicanos a una mayor inseguridad, pero no está descartada en definitiva, a pesar de los llamados a la cordura hechos al gobierno desde dentro y fuera del país, advirtiéndole que de aprobarse se hundiría a México en el más absoluto desprestigio, y sigue constituyendo una amenaza para todos los mexicanos.
1. El gobierno de facto calderonista, empeñado como se halla en este 2011 en mantener a un panista en la silla presidencial a fin de que prosiga el desmantelamiento de la nación y la entrega del control de las decisiones estratégicas del país a Washington, escucha menos que nunca a las voces del disenso y se halla inmerso en un monólogo que bien puede calificarse de fascistoide, en el que repite hasta la saciedad una misma cantaleta de barbaridades pretendiendo que está luchando contra el mal y señalando que las fuerzas armadas no retornarán a los cuarteles.
2. La marcha silenciosa por la paz convocada por el poeta Javier Sicilia, de Cuernavaca a la capital, tras la ejecución de su hijo Juan Francisco y otras personas el 28 de marzo (5 al 8 de mayo), lejos de ser escuchada ha suscitado por lo mismo la cólera oficial, en particular luego del fracaso de los operadores de Los Pinos para cooptar a los organizadores de este movimiento, que han rechazado someterse a la lógica de violencia del gobierno panista, y más aún al manifestar Javier Sicilia y sus compañeros su oposición al proyecto de “ley de seguridad”. Las demandas de la caminata-marcha de esclarecer el multihomicidio de Morelos y de poner fin a la militarización del país están siendo de tal manera respondidas por el gobierno panista de la manera más torpe: por una parte haciendo detenciones absurdas de presuntos culpables, que nadie les cree, y luego desarrollando un discurso de intolerancia, insistiendo en la sinrazón de la militarización.
3. El berrinche –y la cerrazón– de Calderón ante el movimiento que partió ayer de Cuernavaca se evidenció al lanzar un nuevo y patético mensaje televisado la noche del miércoles, en el que ya onubilado insistió presa de un frenesí de violencia en su rechazo a las demandas de la marcha, y luego al aprovechar ayer la ceremonia del 5 de mayo y acusar a Sicilia de pretender “dividir a los mexicanos”, como si no estuviera la gran mayoría unida en contra de sus políticas
4. Los móviles de los grupos minoritarios que respaldan la ley que busca militarizar México son facciosos, pero tienen un denominador común: avalan todos de manera irresponsable, consciente o inconscientemente, el creciente control de Washington sobre las instituciones mexicanas. Un sector de altos oficiales del Ejército exige la nueva ley pretendiendo que se hagan legales e impunes las acciones policiales que anticonstitucionalmente llevan a cabo, y al mismo tiempo exige un inadmisible papel de decisión en los asuntos de Estado, pero no parece preocuparles su subordinación al Pentágono. Los seudoempresarios o traficantes de influencias que se han apoderado de espacios privilegiados en el país creen que un Estado policiaco-militar abaratará el costo de la mano de obra, pero no se dan cuenta de que sus días estarán contados al tomar Washington el control de la situación.
5. El escollo principal para frenar la militarización del país y la puesta en vigor de algunos de los principios aberrantes de la ley lo constituyen por lo mismo los compromisos de los panistas en este sexenio, primero con Bush hijo y luego con Obama. Estados Unidos ha hecho el objetivo fundamental de sus políticas al sur de la frontera el de hacer de México un Estado policiaco-militar, ya que el incremento de la violencia y la intensificación de la guerra contra el narco “justificarían”, según ellos, su intervención militar abierta; de ahí que tienen a Calderón sometido en esa dirección, alentándolo a seguir destruyendo en desbocado frenesí las instituciones surgidas de la Revolución Mexicana.
6. La firma de Felipe Calderón el pasado 29 de abril de un “acuerdo” con los gobiernos ultraderechistas de Colombia, Chile y Perú para enfrentar a la iniciativa de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) –con la que los gobiernos más dignos del continente están buscando romper el dominio del capitalismo neoliberal– constituye una vergüenza para México, pero es una señal de la sumisión absoluta de Calderón a Washington y de su traición a las causas de Latinoamérica.
7. Washington definió desde los años 80 este proyecto de intervención creciente en México, pero no había sido hasta ahora, con el gobierno sumiso de Calderón, que le ha brindado con particular entreguismo todas las facilidades para ello, que se instauró de manera clara el proceso intervencionista en México, que urge detener.
8. Una legislación moderna en “seguridad nacional” –que no es la que quiere Calderón, empeñado en “colombianizar” a México– tiene que sustentarse en el respeto a una serie de principios constitucionales fundamentales que son hoy de observancia universal: a) el anteponer a cualquier política los derechos de los individuos conforme al artículo primero constitucional; b) el reconocer que estos derechos no puede suspenderlos más que el Congreso mediante una ley, como lo dispone el artículo 29; c) el reconocer que las fuerzas armadas (Ejército, Marina y Fuerza Aérea) no pueden en ningún caso, ni siquiera como excepción, ejercer funciones policiales o de Ministerio Público, tal y como lo establecen los artículos 21 y 129; d) el respetar el principio de que las fuerzas armadas y policiales mexicanas no pueden en ningún caso subordinarse a agencias extranjeras, como Calderón las ha obligado a hacerlo, ni mucho menos integrar misiones de intervención en otros países, ni siquiera de la ONU, que está hoy subordinada a Washington; y, desde luego, e) el reconocer que la investigación y persecución de los delitos debe correr a cargo de las policías judiciales o ministeriales, federal y locales, y con respeto irrestricto al sistema federal y a las autonomías municipales.
9. La seguridad nacional del país puede garantizarse con las instituciones actuales y el marco legal vigente. Por eso el reclamo que está uniendo a los mexicanos va dirigido a todos, pero sobre todo a quien ha generado y está alentando con sus políticas esa escalada de la violencia con fines sectarios y de grupo: el gobierno entreguista de Felipe Calderón, al que el pueblo no se cansará una y otra vez de decirle: “¡Ya basta!”
El frenesí
Luis Javier Garrido
La contrarreforma oficial en materia de seguridad nacional” de Felipe Calderón, tendiente a “legitimar” el establecimiento en México de un Estado policiaco-militar, no haría otra cosa que agudizar la escalada de la violencia y llevar a los mexicanos a una mayor inseguridad, pero no está descartada en definitiva, a pesar de los llamados a la cordura hechos al gobierno desde dentro y fuera del país, advirtiéndole que de aprobarse se hundiría a México en el más absoluto desprestigio, y sigue constituyendo una amenaza para todos los mexicanos.
1. El gobierno de facto calderonista, empeñado como se halla en este 2011 en mantener a un panista en la silla presidencial a fin de que prosiga el desmantelamiento de la nación y la entrega del control de las decisiones estratégicas del país a Washington, escucha menos que nunca a las voces del disenso y se halla inmerso en un monólogo que bien puede calificarse de fascistoide, en el que repite hasta la saciedad una misma cantaleta de barbaridades pretendiendo que está luchando contra el mal y señalando que las fuerzas armadas no retornarán a los cuarteles.
2. La marcha silenciosa por la paz convocada por el poeta Javier Sicilia, de Cuernavaca a la capital, tras la ejecución de su hijo Juan Francisco y otras personas el 28 de marzo (5 al 8 de mayo), lejos de ser escuchada ha suscitado por lo mismo la cólera oficial, en particular luego del fracaso de los operadores de Los Pinos para cooptar a los organizadores de este movimiento, que han rechazado someterse a la lógica de violencia del gobierno panista, y más aún al manifestar Javier Sicilia y sus compañeros su oposición al proyecto de “ley de seguridad”. Las demandas de la caminata-marcha de esclarecer el multihomicidio de Morelos y de poner fin a la militarización del país están siendo de tal manera respondidas por el gobierno panista de la manera más torpe: por una parte haciendo detenciones absurdas de presuntos culpables, que nadie les cree, y luego desarrollando un discurso de intolerancia, insistiendo en la sinrazón de la militarización.
3. El berrinche –y la cerrazón– de Calderón ante el movimiento que partió ayer de Cuernavaca se evidenció al lanzar un nuevo y patético mensaje televisado la noche del miércoles, en el que ya onubilado insistió presa de un frenesí de violencia en su rechazo a las demandas de la marcha, y luego al aprovechar ayer la ceremonia del 5 de mayo y acusar a Sicilia de pretender “dividir a los mexicanos”, como si no estuviera la gran mayoría unida en contra de sus políticas
4. Los móviles de los grupos minoritarios que respaldan la ley que busca militarizar México son facciosos, pero tienen un denominador común: avalan todos de manera irresponsable, consciente o inconscientemente, el creciente control de Washington sobre las instituciones mexicanas. Un sector de altos oficiales del Ejército exige la nueva ley pretendiendo que se hagan legales e impunes las acciones policiales que anticonstitucionalmente llevan a cabo, y al mismo tiempo exige un inadmisible papel de decisión en los asuntos de Estado, pero no parece preocuparles su subordinación al Pentágono. Los seudoempresarios o traficantes de influencias que se han apoderado de espacios privilegiados en el país creen que un Estado policiaco-militar abaratará el costo de la mano de obra, pero no se dan cuenta de que sus días estarán contados al tomar Washington el control de la situación.
5. El escollo principal para frenar la militarización del país y la puesta en vigor de algunos de los principios aberrantes de la ley lo constituyen por lo mismo los compromisos de los panistas en este sexenio, primero con Bush hijo y luego con Obama. Estados Unidos ha hecho el objetivo fundamental de sus políticas al sur de la frontera el de hacer de México un Estado policiaco-militar, ya que el incremento de la violencia y la intensificación de la guerra contra el narco “justificarían”, según ellos, su intervención militar abierta; de ahí que tienen a Calderón sometido en esa dirección, alentándolo a seguir destruyendo en desbocado frenesí las instituciones surgidas de la Revolución Mexicana.
6. La firma de Felipe Calderón el pasado 29 de abril de un “acuerdo” con los gobiernos ultraderechistas de Colombia, Chile y Perú para enfrentar a la iniciativa de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) –con la que los gobiernos más dignos del continente están buscando romper el dominio del capitalismo neoliberal– constituye una vergüenza para México, pero es una señal de la sumisión absoluta de Calderón a Washington y de su traición a las causas de Latinoamérica.
7. Washington definió desde los años 80 este proyecto de intervención creciente en México, pero no había sido hasta ahora, con el gobierno sumiso de Calderón, que le ha brindado con particular entreguismo todas las facilidades para ello, que se instauró de manera clara el proceso intervencionista en México, que urge detener.
8. Una legislación moderna en “seguridad nacional” –que no es la que quiere Calderón, empeñado en “colombianizar” a México– tiene que sustentarse en el respeto a una serie de principios constitucionales fundamentales que son hoy de observancia universal: a) el anteponer a cualquier política los derechos de los individuos conforme al artículo primero constitucional; b) el reconocer que estos derechos no puede suspenderlos más que el Congreso mediante una ley, como lo dispone el artículo 29; c) el reconocer que las fuerzas armadas (Ejército, Marina y Fuerza Aérea) no pueden en ningún caso, ni siquiera como excepción, ejercer funciones policiales o de Ministerio Público, tal y como lo establecen los artículos 21 y 129; d) el respetar el principio de que las fuerzas armadas y policiales mexicanas no pueden en ningún caso subordinarse a agencias extranjeras, como Calderón las ha obligado a hacerlo, ni mucho menos integrar misiones de intervención en otros países, ni siquiera de la ONU, que está hoy subordinada a Washington; y, desde luego, e) el reconocer que la investigación y persecución de los delitos debe correr a cargo de las policías judiciales o ministeriales, federal y locales, y con respeto irrestricto al sistema federal y a las autonomías municipales.
9. La seguridad nacional del país puede garantizarse con las instituciones actuales y el marco legal vigente. Por eso el reclamo que está uniendo a los mexicanos va dirigido a todos, pero sobre todo a quien ha generado y está alentando con sus políticas esa escalada de la violencia con fines sectarios y de grupo: el gobierno entreguista de Felipe Calderón, al que el pueblo no se cansará una y otra vez de decirle: “¡Ya basta!”
domingo, marzo 06, 2011
"Las pesadillas del PRD"

La Jornada
Arnaldo Córdova
Es difícil saber qué se proponía o qué buscaba Cuauhtémoc Cárdenas cuando se soltó la puntada de proponer que Andrés Manuel López Obrador se hiciera cargo” del PRD. Cada vez está más claro que no fue sino una ocurrencia muy tonta que ni siquiera se cuidó de las formas y acabó haciendo el ridículo. Él sabía, se supone, que los estatutos del PRD consagran la no relección para sus dirigentes, que López Obrador ya ha sido presidente del partido y que, en consecuencia, ya no puede volver a serlo.
Tal vez estaba proponiendo otra cosa que es muy difícil saber qué era. ¿Que se le entregara el partido, sin respetar normas internas, para que él hiciera lo que quisiera? Pues parece que semejante absurdo era lo que sugería.
Es imposible ponerse malpensante o maledicente con semejante torpeza. Algunos, como los Chuchos, salieron con la excusa de que era pura ironía. Si eso era, resultaba de pésima factura. ¿O era una trampa, desmañada e ingenua? Es difícil el solo pensarlo. El hombre, evidentemente, no estaba en sus cabales y no sabía lo que estaba diciendo. Proponer entregarle el PRD a López Obrador habría equivalido, como lo dice Chucho Ortega en latín (o lo que él cree que es latín), convertirlo en un Dictator perpetuus (en realidad, según la secuencia de la declinación, en nominativo sería Dictator perpetuum. Ortega debe haber oído la expresión de alguien que consultó Wikipedia).
Es imposible ponerse malpensante o maledicente con semejante torpeza. Algunos, como los Chuchos, salieron con la excusa de que era pura ironía. Si eso era, resultaba de pésima factura. ¿O era una trampa, desmañada e ingenua? Es difícil el solo pensarlo. El hombre, evidentemente, no estaba en sus cabales y no sabía lo que estaba diciendo. Proponer entregarle el PRD a López Obrador habría equivalido, como lo dice Chucho Ortega en latín (o lo que él cree que es latín), convertirlo en un Dictator perpetuus (en realidad, según la secuencia de la declinación, en nominativo sería Dictator perpetuum. Ortega debe haber oído la expresión de alguien que consultó Wikipedia).
Igual de tonta e irreflexiva fue antes la propuesta de Encinas al plantearle a Cárdenas que fuera el dirigente que el PRD necesita y, justo, por las mismas razones. Lo que tales propuestas revelan, en realidad, es que los Chuchos son un lastre muy pesado para el PRD, según la óptica de Cuauhtémoc y de todos los perredistas que no aceptan su liderazgo y, también, de todos los que se sienten avergonzados del miserable papel que están desempeñando. Han llevado el partido a verdaderos callejones sin salida y todos piensan en alternativas que no los incluyen a ellos. Si hubiera verdadera democracia en el PRD, los Chuchos se quedarían con sólo las migajas del poder interno.
Cárdenas nunca ha sido un hombre de partido, con verdadera militancia política. Él fue siempre un funcionario y un burócrata caudillista. Con muchas ideas, es verdad, pero sin el sentido que se requiere para entender la vida partidaria y, menos aún, conducirla con sabiduría. Lo que hoy es el PRD, lo he dicho siempre, es obra de Cuauhtémoc Cárdenas, del modo autoritario en que condujo siempre al partido y al juego que le dio a los grupúsculos, ávidos de poder, que le rodeaban. El grupo de Ortega fue uno de los consentidos de Cuauhtémoc e hizo su fortuna a su sombra. También fue el primero que se rebeló contra el Dictator. Luego seguirían todos los especímenes que tenían a un grupúsculo bajo su mando.
Nadie debería lamentarse de que Lazarito no quisiera “hacerse cargo” del PRD. El poder de los Cárdenas se reduce a Michoacán y hasta eso habría que verlo. O también a algunos seguidores sueltos hoy en día que ni siquiera son capaces de formar una corriente interna. No tienen ningún apoyo con el que pudieran sostener un liderazgo más o menos efectivo del PRD. Su época ya pasó y hasta en Michoacán se está viendo. Allí el partido es fuerte pero ya no tiene a nadie que proponer como candidato a gobernador de la entidad y es muy probable que el PRI vuelva al poder.
Los Chuchos, en tanto, siguen en su pertinaz labor de hacer del partido del sol azteca un estercolero inmundo con el que ya nadie quiere hacer tratos, excepto los que huelen igual y que son los gobernantes panistas. Su signo y también su maldición son las llamadas corrientes, que no son más que pequeñas mafias de poder que hacen y deshacen lo que les parece y que, con sus arreglos sucios y oscuros, sólo luchan por huesos y prebendas que les dan de comer y que, incluso, los han vuelto nuevos ricos. Y eso va para todas ellas, incluso las que militan contra los orteguistas. Veo con mucha simpatía que estén del lado de López Obrador, pero nunca dejarán de ser lo que son, grupúsculos de poder sectarios y cerrados.
Las primeras reseñas de las declaraciones de Cárdenas en la Feria del Libro coincidieron en señalar que él habría propuesto que López Obrador se abstuviera de ser candidato a las elecciones de 2012. Eso fue de verdad impactante porque encerraba una suciedad indecible. Afortunadamente, él mismo hizo la aclaración en El Correo Ilustrado de que eso no lo había dicho. Cuauhtémoc es un hombre justo. De eso no puede dudar nadie. Sólo me gustaría que meditara muy bien lo que dice antes de soltarlo al público.
El sempiterno trasfondo de la conflictiva situación que vive hoy el PRD, a nadie puede ocultársele, es el Edomex. Allí está el avispero y todo lo está causando. Los Chuchos y Camacho viven desesperados porque López Obrador le ha metido la vara en el mero centro y su política derechista de alianzas se va desprestigiando irremediablemente. Su proyectada “consulta” sobre la alianza con el PAN sólo podría triunfar si se hace en los marcos de la organización burocrática de Alternativa Democrática Nacional, del senador Bautista, pareja de Ortega; pero si se hace abierta como prometen, entonces se verá lo que de verdad vale la decisión popular. Los mexiquenses ya han escuchado las propuestas democráticas de López Obrador. Sólo basta que se les deje decidir.
El sempiterno trasfondo de la conflictiva situación que vive hoy el PRD, a nadie puede ocultársele, es el Edomex. Allí está el avispero y todo lo está causando. Los Chuchos y Camacho viven desesperados porque López Obrador le ha metido la vara en el mero centro y su política derechista de alianzas se va desprestigiando irremediablemente. Su proyectada “consulta” sobre la alianza con el PAN sólo podría triunfar si se hace en los marcos de la organización burocrática de Alternativa Democrática Nacional, del senador Bautista, pareja de Ortega; pero si se hace abierta como prometen, entonces se verá lo que de verdad vale la decisión popular. Los mexiquenses ya han escuchado las propuestas democráticas de López Obrador. Sólo basta que se les deje decidir.
Es de verdad sorprendente que todos los derechistas que inundan los medios de comunicación se pronuncien a coro a favor de las coaliciones. Son vencedoras, nos dicen, y ahí están los sobados triunfos de Oaxaca, Puebla, Sinaloa y, últimamente, Guerrero. Aparte el hecho de que en estas últimas el PAN no pintó para nada, nadie nos dice qué fue lo que ganaron los partidos coaligados, el PRD y el PAN. Lo he dicho varias veces, lanzar candidatos reciclados del PRI no es ninguna gracia. En materia de programas y de principios esas elecciones no le dieron nada al PRD. En el Edomex no se ve nada de eso. PAN y PRD irían juntos sólo para derrotar al PRI y, lo que es la bellota para el cochino, para acabar con el cacicazgo del llamado Grupo Atlacomulco. Que lo logren está por verse. En todo caso, eso no es una opción de principios, sino una unión en la que se diluye todo lo que es el PRD.
Aquí el problema es que los Chuchos sean capaces de respetar la voluntad de los militantes y no impongan el pandillerismo de Bautista que anularía cualquier decisión soberana de la militancia de izquierda del estado de México, la entidad más poblada de la República. Por primera vez se revela que los priístas tienen miedo de perder ese estado; pero no porque Chuchos y panistas les echen montón. Ellos saben que ése no es el verdadero problema. La movilización que ha impulsado López Obrador en sus dos giras por todos los municipios de la entidad es lo que comienza a quitarles el sueño. El pueblo que despierta es siempre un enemigo temible para los oligarcas de todos los signos. Ahí radica el problema para ellos.
A Rafael Barajas, El Fisgón, con mi solidaridad.
lunes, febrero 28, 2011
¿PELIGRO PARA MÉXICO?...
La Jornada
El pacto de Calderón
John M. Ackerman
Amenos de que ocurriera algún inesperado cambio de último minuto, la cumbre de este jueves en Washington entre Barack Obama y Felipe Calderón será más de lo mismo. De nueva cuenta seremos testigos de un desigual trueque de huecos elogios del estadunidense para su homólogo mexicano a cambio de un servilismo total de éste último a los mandatos del gobierno del norte.
Los recientes cables de Wikileaks, entregados directamente a La Jornada por Julian Assange, revelan que el origen de este estancamiento en la agenda bilateral es un pacto secreto entre Calderón y el gobierno de los Estados Unidos. A cambio de que Calderón abdicara de su responsabilidad de defender los connacionales del otro lado de la frontera, EU se comprometía a apoyar de manera personal al presidente mexicano en su cruzada contra las instituciones democráticas y las fuerzas políticas de oposición en el país.
Los cables revelan que incluso desde el 10 de enero de 2006, un día antes de que Calderón registrara su candidatura presidencial, el panista se reunió con el entonces embajador estadunidense Tony Garza para rendirle pleitesía. “Calderón demostró una vez más que comparte nuestro punto de vista sobre todos los asuntos desde la migración hasta política de competencia y la seguridad fronteriza”, informó un Garza sumamente complacido en un cable “confidencial” (06MEXICO255), donde también señala que el candidato presidencial prometió “proveer continuidad en todas las iniciativas claves de EU en proceso en México”.
En aquellas fechas, el Senado de Estados Unidos discutía la agresiva “ley Sensenbrenner”, aprobada a finales de 2005 por la Cámara de Representantes, que ordenaba la construcción de un amplio muro fronterizo y criminalizaba al extremo a los indocumentados. Asimismo, apenas diez días antes del encuentro Calderón-Garza un migrante mexicano de 18 años había sido ultimado de un disparo en la espalda por un agente de la Border Patrol. A Garza le dio un gusto enorme confirmar que en lugar de insistir en estos temas incómodos y defender enérgicamente los intereses de México, Calderón buscaba “replantear” el debate en “términos constructivos”, lo cual implicaba asumir que México, y no EU, era el principal responsable de la problemática migratoria por no haber creado las “oportunidades” necesarias para mantener a sus ciudadanos en su país de origen.
Siete meses después, en una reunión el 2 de agosto, en el contexto de la movilización poselectoral, Calderón ratificó su abdicación en el tema migratorio, con tal de acarrear el apoyo estadunidense en ese momento delicado, al “enfatizar” que no quería que la relación con EU “se atorara en un debate monotemático sobre la migración” (cable 06MEXICO4310). Ya como presidente electo, y en el contexto de una cena privada entre Garza y Calderón en el domicilio particular del mexicano celebrado el 27 de septiembre, Calderón le juró de nuevo al embajador que “cumpliría con su compromiso de no convertirlo (el tema de la frontera y la migración) en un asunto central de la relación bilateral” (cable 06MEXICO5607).
En otras palabras, desde antes de asumir el cargo, Calderón abdicó de su obligación de defender a los mexicanos que buscan cruzar y que ya residen en Estados Unidos. Por ello, no es ninguna sorpresa que en los pasados cuatro años la situación para los connacionales que residen del otro lado de la frontera solamente haya empeorado, con múltiples asesinatos en la frontera, un sensible aumento en las deportaciones y cada día mayor maltrato para los migrantes.
A cambio de este claro entreguismo, el gobierno de EU ha arropado la figura de Calderón con particular emoción. Una de las primeras demostraciones públicas de este apoyo fue la lamentable e injerencista llamada del presidente George W. Bush a Calderón para felicitarlo el 6 de julio de 2006 al terminar el conteo distrital del Instituto Federal Electoral (IFE). Recordemos que, a pesar de las declaraciones ilegales en aquel momento realizadas por Luis Carlos Ugalde, es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TE-PJF), y no el IFE, el único órgano facultado para declarar el ganador de la elección presidencial.
En aquel momento todavía quedaban dos largos meses para revisar y calificar la elección. Pero a Bush le importaba más validar lo más pronto posible los compromisos adquiridos con Calderón que respetar la institucionalidad democrática del país. En un cable del primero de septiembre y firmado por Garza, el embajador destaca esta llamada de manera especial como un “muy bien inicio” para la nueva relación bilateral (Cable 06MEXICO4937).
En este mismo cable, tal como ya lo ha informado Blanche Petrich en La Jornada, Garza señala la extrema debilidad política de Calderón e indica que los “asuntos de mayor importancia” de EU estarían en “riesgo de estancamiento” a menos que “mandemos una señal fuerte de apoyo, para empujar el equipo de Calderón hacia una transición vigorosa y fortalecer la agenda y el liderazgo” del presidente electo. Un detalle adicional: de manera sospechosa, este cable, redactado cuatro días antes de la calificación del TEPJF de las elecciones presidenciales, da por hecho que Calderón será ratificado por el Tribunal y “asumirá el poder el primero de diciembre”.
Los cables de La Jornada también revelan el profundo desprecio que el gobierno estadunidense siente hacia la izquierda política en México al llamar el acto político de protesta del Partido de la Revolución Democrática (PRD), durante el sexto informe de gobierno de Vicente Fox, un “circo de antagonismos en tres pistas”. También critica las “gesticulaciones dramáticas” de Andrés Manuel López Obrador en el “escenario” político nacional.
Con la divulgación de estos nuevos cables, incluyendo miles que todavía faltan por darse a conocer, La Jornada se coloca como uno de los periódicos de mayor reconocimiento a escala internacional. Asimismo, el contenido de las comunicaciones reconfirma la profundidad de la complicidad del gobierno de Estados Unidos en el actual desastre nacional. Nos demuestra que si México desea avanzar y cambiar de rumbo no será suficiente con cambiar el ocupante de Los Pinos, sino que también habría que modificar de manera radical nuestras relaciones con el vecino del norte. De lo contrario, tal como ha afirmado Pedro Miguel en estas mismas páginas, EU seguirá funcionando como un “poder fáctico” aún más poderoso que Televisa o que El Chapo Guzmán.
Enlaces:
Los cables sobre México en WikiLeaks
El pacto de Calderón
John M. Ackerman
Amenos de que ocurriera algún inesperado cambio de último minuto, la cumbre de este jueves en Washington entre Barack Obama y Felipe Calderón será más de lo mismo. De nueva cuenta seremos testigos de un desigual trueque de huecos elogios del estadunidense para su homólogo mexicano a cambio de un servilismo total de éste último a los mandatos del gobierno del norte.
Los recientes cables de Wikileaks, entregados directamente a La Jornada por Julian Assange, revelan que el origen de este estancamiento en la agenda bilateral es un pacto secreto entre Calderón y el gobierno de los Estados Unidos. A cambio de que Calderón abdicara de su responsabilidad de defender los connacionales del otro lado de la frontera, EU se comprometía a apoyar de manera personal al presidente mexicano en su cruzada contra las instituciones democráticas y las fuerzas políticas de oposición en el país.
Los cables revelan que incluso desde el 10 de enero de 2006, un día antes de que Calderón registrara su candidatura presidencial, el panista se reunió con el entonces embajador estadunidense Tony Garza para rendirle pleitesía. “Calderón demostró una vez más que comparte nuestro punto de vista sobre todos los asuntos desde la migración hasta política de competencia y la seguridad fronteriza”, informó un Garza sumamente complacido en un cable “confidencial” (06MEXICO255), donde también señala que el candidato presidencial prometió “proveer continuidad en todas las iniciativas claves de EU en proceso en México”.
En aquellas fechas, el Senado de Estados Unidos discutía la agresiva “ley Sensenbrenner”, aprobada a finales de 2005 por la Cámara de Representantes, que ordenaba la construcción de un amplio muro fronterizo y criminalizaba al extremo a los indocumentados. Asimismo, apenas diez días antes del encuentro Calderón-Garza un migrante mexicano de 18 años había sido ultimado de un disparo en la espalda por un agente de la Border Patrol. A Garza le dio un gusto enorme confirmar que en lugar de insistir en estos temas incómodos y defender enérgicamente los intereses de México, Calderón buscaba “replantear” el debate en “términos constructivos”, lo cual implicaba asumir que México, y no EU, era el principal responsable de la problemática migratoria por no haber creado las “oportunidades” necesarias para mantener a sus ciudadanos en su país de origen.
Siete meses después, en una reunión el 2 de agosto, en el contexto de la movilización poselectoral, Calderón ratificó su abdicación en el tema migratorio, con tal de acarrear el apoyo estadunidense en ese momento delicado, al “enfatizar” que no quería que la relación con EU “se atorara en un debate monotemático sobre la migración” (cable 06MEXICO4310). Ya como presidente electo, y en el contexto de una cena privada entre Garza y Calderón en el domicilio particular del mexicano celebrado el 27 de septiembre, Calderón le juró de nuevo al embajador que “cumpliría con su compromiso de no convertirlo (el tema de la frontera y la migración) en un asunto central de la relación bilateral” (cable 06MEXICO5607).
En otras palabras, desde antes de asumir el cargo, Calderón abdicó de su obligación de defender a los mexicanos que buscan cruzar y que ya residen en Estados Unidos. Por ello, no es ninguna sorpresa que en los pasados cuatro años la situación para los connacionales que residen del otro lado de la frontera solamente haya empeorado, con múltiples asesinatos en la frontera, un sensible aumento en las deportaciones y cada día mayor maltrato para los migrantes.
A cambio de este claro entreguismo, el gobierno de EU ha arropado la figura de Calderón con particular emoción. Una de las primeras demostraciones públicas de este apoyo fue la lamentable e injerencista llamada del presidente George W. Bush a Calderón para felicitarlo el 6 de julio de 2006 al terminar el conteo distrital del Instituto Federal Electoral (IFE). Recordemos que, a pesar de las declaraciones ilegales en aquel momento realizadas por Luis Carlos Ugalde, es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TE-PJF), y no el IFE, el único órgano facultado para declarar el ganador de la elección presidencial.
En aquel momento todavía quedaban dos largos meses para revisar y calificar la elección. Pero a Bush le importaba más validar lo más pronto posible los compromisos adquiridos con Calderón que respetar la institucionalidad democrática del país. En un cable del primero de septiembre y firmado por Garza, el embajador destaca esta llamada de manera especial como un “muy bien inicio” para la nueva relación bilateral (Cable 06MEXICO4937).
En este mismo cable, tal como ya lo ha informado Blanche Petrich en La Jornada, Garza señala la extrema debilidad política de Calderón e indica que los “asuntos de mayor importancia” de EU estarían en “riesgo de estancamiento” a menos que “mandemos una señal fuerte de apoyo, para empujar el equipo de Calderón hacia una transición vigorosa y fortalecer la agenda y el liderazgo” del presidente electo. Un detalle adicional: de manera sospechosa, este cable, redactado cuatro días antes de la calificación del TEPJF de las elecciones presidenciales, da por hecho que Calderón será ratificado por el Tribunal y “asumirá el poder el primero de diciembre”.
Los cables de La Jornada también revelan el profundo desprecio que el gobierno estadunidense siente hacia la izquierda política en México al llamar el acto político de protesta del Partido de la Revolución Democrática (PRD), durante el sexto informe de gobierno de Vicente Fox, un “circo de antagonismos en tres pistas”. También critica las “gesticulaciones dramáticas” de Andrés Manuel López Obrador en el “escenario” político nacional.
Con la divulgación de estos nuevos cables, incluyendo miles que todavía faltan por darse a conocer, La Jornada se coloca como uno de los periódicos de mayor reconocimiento a escala internacional. Asimismo, el contenido de las comunicaciones reconfirma la profundidad de la complicidad del gobierno de Estados Unidos en el actual desastre nacional. Nos demuestra que si México desea avanzar y cambiar de rumbo no será suficiente con cambiar el ocupante de Los Pinos, sino que también habría que modificar de manera radical nuestras relaciones con el vecino del norte. De lo contrario, tal como ha afirmado Pedro Miguel en estas mismas páginas, EU seguirá funcionando como un “poder fáctico” aún más poderoso que Televisa o que El Chapo Guzmán.
Enlaces:
Los cables sobre México en WikiLeaks
miércoles, febrero 23, 2011
Decadencia política. "Oposición y colaboracionismo"
La Jornada
Oposición y colaboracionismo
Luis Linares Zapata
La decadencia de la vida organizada de México ha tocado un recodo denso y pegajoso; no es el mero fondo, puede seguir bajando la pendiente. El quehacer político lo resiente hasta la dura médula de la lucha por el poder público. Por fortuna, los intentos por establecer en el panorama electoral un bipartidismo conservador, elitista, reaccionario y continuista, chocan contra el muro que viene levantando la voluntad de cambio de parte sustantiva de la sociedad. Dicha porción de los mexicanos se aglutina, a pesar del viento y la marea, en contra de prolongar el modelo de gobierno ensartado en groseros privilegios. El método operativo es harto conocido: el tráfico intenso y avasallante de influencias. Quieren tales ciudadanos, y sin titubeos que valgan, terminar con la injusticia prevaleciente. Desean encauzar al país por la ruta de la moderación, el patriotismo y la honestidad de hombres y mujeres de sana intención. Es decir, se pretende enfatizar los principios y valores como valladar contra la inequidad y el abuso de poder que cierra horizontes para las mayorías.
López Obrador ha llamado, con un desplante de valentía inusual, a la coherencia ideológica de las izquierdas nacionales. A no ceder a la manipulación encubierta bajo el espejismo de alianzas entre contrarios irreconciliables. No se puede plantear la unión entre el cambio de fondo en la vida organizada de la nación y las fuerzas que empujan hacia la continuidad del modelo imperante. El pretender que, entre las rendijas de esa espuria unión, irrumpirá la ocasión de evitar el retorno del priísmo (como sinónimo de imposición, autoritarismo, corrupción y entreguismo) es embalsamar la triste realidad actual del panismo con los afanes reivindicatorios de la izquierda. El panismo y el priísmo son dos facetas, casi idénticas, de una plutocrática visión que amamanta los intereses de los grandes grupos de presión dominantes. Pueden presentar rostros distintos, maneras disímbolas, tácticas divergentes, pero, en su misma esencia, ambos partidos han sido subyugados por aquellos a quienes más benefician y que ahora son sus patrocinadores.
Desde hace ya décadas, tales partidos vienen confluyendo en las fórmulas que desprende el modelo imperante. El guión, ambos lo han seguido a pie juntillas. Sus actores, tal y como lo muestran los cables de Wikileaks, acuden presurosos ante los procónsules del imperio. Es ante ellos que se acusan, se apapachan, claman por su apoyo. Sin la bendición de Washington quedan desamparados, rumiando sus debilidades. Se forman, dóciles y encopetados, ante las cámaras de televisión y los micrófonos de la radio, no para comunicarse con las audiencias, sino para afinar sus recuadros o para darse a conocer si nadie los extraña. Basta hojear los diarios, revisar columnas o escuchar a los conductores favoritos de los medios para sacar las debidas conclusiones de tan grotesca como real dependencia. La política que hace la clase dirigente de México se encierra con ellos mismos. Atienden con paciencia inaudita a periodistas. A menudo invitan a intelectuales, de preferencia a los orgánicos que se pavonean en los medios. No se olvidan de los curas (obispos encharolados y licenciosos) y de diplomáticos selectos. Los empresarios ocupan un lugar aparte y ante ellos despliegan sus mejores artificios de seducción abyecta. El pueblo, sobre todo si es de a pie, es un espejismo al que desprecian y del cual huyen.
La realidad, sin embargo, apunta hacia el despertar de las masas. Aquellos que han entrevisto tan humano fenómeno y se acercan para constatarlo, encuentran la materia de su accionar y el tinte de sus anhelos. Y de ahí obtienen la fuerza que les puede permitir ganar el poder, no para regodearse con ello, sino para detener la decadencia como un primer escalón de un largo y difícil proceso. Como son millones de personas las dispuestas a contribuir, a poner su parte correspondiente en el rescate de un México estrangulado por una elite rapaz, forman una fuerza política considerable, capaz de asegurar el triunfo democrático en las urnas.
Es ese conjunto de votantes el que consiguió el triunfo en Oaxaca hace unos meses. Fueron tales votantes los que colocaron a Cué en la gubernatura. Son ellos los que ahora le exigen respuestas adecuadas. Las famosas alianzas, vacías de ciudadanos decididos a tumbar caciques y vivir con dignidad, no sirven sino de estorbo. Cué debe recapacitar y dejar de lisonjear al poderoso en turno que nada hizo para acercarle simpatías. Debe rencauzar su gobierno mirando hacia abajo, hacia esa militancia de izquierda que, de todas y variadas maneras, lo hubiera hecho ganar. Los que fueron a levantarle la mano, comer con él, treparse al estrado, usar micrófonos, darle recursos, son los que ahora le han exigido posiciones y lo impelen a velar por sus intereses. Una mala, pésima ruta que frustrará los anhelos de la gente que Cué vio, olió y oyó en su recorrido por todo el estado.
De similar manera, los habitantes del estado de México volverán, como lo han hecho en el pasado, a votar en tropeles por los candidatos de la izquierda. Ellos son la fuerza electoral que puede derrotar al PRI de los caciques que se han sucedido, unos a otros, en los privilegios indebidos. Lo han hecho de manera repetida, sin alianzas ajenas, sin trampas, sin la concurrencia de oportunistas sino con el propósito de formar gobiernos para la gente, con ellos mismos. No con los ganones de siempre, esos que los han usado y empobrecido durante más de 80 años. En el estado de México la alianza debe montarse entre los partidos de izquierda, desde abajo y haciéndose responsables de las necesidades y las aspiraciones de la gente. Es por ello que la solicitud de licencia de López Obrador es consistente con las vivencias de la gente. La consulta programada por los dirigentes del PRD está amañada, conducida desde Los Pinos. Es un señuelo distractor y es la ruta para favorecer a la derecha. La trama quedaría completa con la alianza del PAN y el PRD en 2012. Así lo aseguran hasta panistas encumbrados. Alejarse o desbaratar tales maniobras es un deber de los conductores que, como López Obrador, atienden, en exclusiva, a las pulsaciones del pueblo.
Oposición y colaboracionismo
Luis Linares Zapata
La decadencia de la vida organizada de México ha tocado un recodo denso y pegajoso; no es el mero fondo, puede seguir bajando la pendiente. El quehacer político lo resiente hasta la dura médula de la lucha por el poder público. Por fortuna, los intentos por establecer en el panorama electoral un bipartidismo conservador, elitista, reaccionario y continuista, chocan contra el muro que viene levantando la voluntad de cambio de parte sustantiva de la sociedad. Dicha porción de los mexicanos se aglutina, a pesar del viento y la marea, en contra de prolongar el modelo de gobierno ensartado en groseros privilegios. El método operativo es harto conocido: el tráfico intenso y avasallante de influencias. Quieren tales ciudadanos, y sin titubeos que valgan, terminar con la injusticia prevaleciente. Desean encauzar al país por la ruta de la moderación, el patriotismo y la honestidad de hombres y mujeres de sana intención. Es decir, se pretende enfatizar los principios y valores como valladar contra la inequidad y el abuso de poder que cierra horizontes para las mayorías.
López Obrador ha llamado, con un desplante de valentía inusual, a la coherencia ideológica de las izquierdas nacionales. A no ceder a la manipulación encubierta bajo el espejismo de alianzas entre contrarios irreconciliables. No se puede plantear la unión entre el cambio de fondo en la vida organizada de la nación y las fuerzas que empujan hacia la continuidad del modelo imperante. El pretender que, entre las rendijas de esa espuria unión, irrumpirá la ocasión de evitar el retorno del priísmo (como sinónimo de imposición, autoritarismo, corrupción y entreguismo) es embalsamar la triste realidad actual del panismo con los afanes reivindicatorios de la izquierda. El panismo y el priísmo son dos facetas, casi idénticas, de una plutocrática visión que amamanta los intereses de los grandes grupos de presión dominantes. Pueden presentar rostros distintos, maneras disímbolas, tácticas divergentes, pero, en su misma esencia, ambos partidos han sido subyugados por aquellos a quienes más benefician y que ahora son sus patrocinadores.
Desde hace ya décadas, tales partidos vienen confluyendo en las fórmulas que desprende el modelo imperante. El guión, ambos lo han seguido a pie juntillas. Sus actores, tal y como lo muestran los cables de Wikileaks, acuden presurosos ante los procónsules del imperio. Es ante ellos que se acusan, se apapachan, claman por su apoyo. Sin la bendición de Washington quedan desamparados, rumiando sus debilidades. Se forman, dóciles y encopetados, ante las cámaras de televisión y los micrófonos de la radio, no para comunicarse con las audiencias, sino para afinar sus recuadros o para darse a conocer si nadie los extraña. Basta hojear los diarios, revisar columnas o escuchar a los conductores favoritos de los medios para sacar las debidas conclusiones de tan grotesca como real dependencia. La política que hace la clase dirigente de México se encierra con ellos mismos. Atienden con paciencia inaudita a periodistas. A menudo invitan a intelectuales, de preferencia a los orgánicos que se pavonean en los medios. No se olvidan de los curas (obispos encharolados y licenciosos) y de diplomáticos selectos. Los empresarios ocupan un lugar aparte y ante ellos despliegan sus mejores artificios de seducción abyecta. El pueblo, sobre todo si es de a pie, es un espejismo al que desprecian y del cual huyen.
La realidad, sin embargo, apunta hacia el despertar de las masas. Aquellos que han entrevisto tan humano fenómeno y se acercan para constatarlo, encuentran la materia de su accionar y el tinte de sus anhelos. Y de ahí obtienen la fuerza que les puede permitir ganar el poder, no para regodearse con ello, sino para detener la decadencia como un primer escalón de un largo y difícil proceso. Como son millones de personas las dispuestas a contribuir, a poner su parte correspondiente en el rescate de un México estrangulado por una elite rapaz, forman una fuerza política considerable, capaz de asegurar el triunfo democrático en las urnas.
Es ese conjunto de votantes el que consiguió el triunfo en Oaxaca hace unos meses. Fueron tales votantes los que colocaron a Cué en la gubernatura. Son ellos los que ahora le exigen respuestas adecuadas. Las famosas alianzas, vacías de ciudadanos decididos a tumbar caciques y vivir con dignidad, no sirven sino de estorbo. Cué debe recapacitar y dejar de lisonjear al poderoso en turno que nada hizo para acercarle simpatías. Debe rencauzar su gobierno mirando hacia abajo, hacia esa militancia de izquierda que, de todas y variadas maneras, lo hubiera hecho ganar. Los que fueron a levantarle la mano, comer con él, treparse al estrado, usar micrófonos, darle recursos, son los que ahora le han exigido posiciones y lo impelen a velar por sus intereses. Una mala, pésima ruta que frustrará los anhelos de la gente que Cué vio, olió y oyó en su recorrido por todo el estado.
De similar manera, los habitantes del estado de México volverán, como lo han hecho en el pasado, a votar en tropeles por los candidatos de la izquierda. Ellos son la fuerza electoral que puede derrotar al PRI de los caciques que se han sucedido, unos a otros, en los privilegios indebidos. Lo han hecho de manera repetida, sin alianzas ajenas, sin trampas, sin la concurrencia de oportunistas sino con el propósito de formar gobiernos para la gente, con ellos mismos. No con los ganones de siempre, esos que los han usado y empobrecido durante más de 80 años. En el estado de México la alianza debe montarse entre los partidos de izquierda, desde abajo y haciéndose responsables de las necesidades y las aspiraciones de la gente. Es por ello que la solicitud de licencia de López Obrador es consistente con las vivencias de la gente. La consulta programada por los dirigentes del PRD está amañada, conducida desde Los Pinos. Es un señuelo distractor y es la ruta para favorecer a la derecha. La trama quedaría completa con la alianza del PAN y el PRD en 2012. Así lo aseguran hasta panistas encumbrados. Alejarse o desbaratar tales maniobras es un deber de los conductores que, como López Obrador, atienden, en exclusiva, a las pulsaciones del pueblo.
jueves, febrero 17, 2011
Los Vecinos. Genética Mercenaria

La Jornada
Navegaciones
“Bocona” y “deslenguado”
Barruntos de intervención
Pedro Miguel
Barruntos de intervención; mejor dicho, augurios de intervención militar para complementar y afianzar la injerencia económica y política, ya cotidiana, que practica el gobierno de Estados Unidos en México, con la activa cooperación de las autoridades locales: hay aspectos de esta guerra contra las drogas y cómo la combatimos muy similares al tipo de cosas que hemos visto en las guerras en que hemos estado”. Esas fueron las palabras del almirante Michael Mullen, jefe del estado mayor del Ejército de
Estados Unidos, el pasado 12 de enero, en una conferencia de prensa con periodistas extranjeros en Washington, y en ellas quedó clara la intención del aparato militar del país vecino de aplicar en Ciudad Juárez, por ejemplo, las lecciones que obtuvo en Fallujah.
En octubre del año pasado, el director de Inteligencia Nacional, Dennis Blair, sugirió al secretario mexicano de Defensa, general Guillermo Galván Galván, que tuviera en cuenta las enseñanzas que Estados Unidos extrajo de su ocupación de Irak. El 8 de febrero, el subsecretario de Defensa, Joseph Westphal, evocó la posibilidad de que soldados estadunidenses cruzaran la frontera ante un eventual intento de los cárteles de la droga por hacerse con el poder en México. Un día después, la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, en una audiencia legislativa, habló de una posible alianza entre la organización delictiva de Los Zetas y Al Qaeda, la agrupación fundamentalista que Washington tiene como su archienemigo.
La furibunda reacción de la clase política mexicana a esos dichos quedó bien resumida en los adjetivos que la senadora Rosario Green endilgó a Westphal y a Napolitano: “deslenguado” y “bocona”, respectivamente. La legisladora priísta (quien durante dos años estuvo al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la presidencia de Ernesto Zedillo, la más entreguista de cuantas forjó el PRI) se vistió ahora de niña heroína: Si Washington intenta enviar tropas a México, dijo, se topará con 110 millones de mexicanos en la frontera que “a patadas los van a sacar de territorio nacional”.
Tal vez todo se deba a las excesivas medidas de la cavidad bucal de Napolitano o a un escaso control por parte de Westphal sobre su músculo lingual. Si así fuera, podría resultar excesivo e innecesario ir planificando la mudanza de toda la población nacional a la franja fronteriza para esperar allí a los marines. Tal vez se logre detenerlos, pero en lo inmediato no ha sido posible ni siquiera detener a los deslenguados y bocones funcionarios gringos, quienes siguen en lo suyo: James Clapper, máximo jefe de Inteligencia del gobierno de Obama, dijo que la descontrolada situación en México ya es considerada por Washington como su “prioridad uno” en materia de seguridad.
No hay forma de saber a ciencia cierta lo que pasará, pero sí de tener una idea de lo que ya ocurrió. Y es lo siguiente:
1. En 1835 un puñado de logreros, especuladores, esclavistas y convictos, infiltrados por Estados Unidos en Texas, se rebelaron contra el gobierno mexicano, protagonizaron una guerra de secesión y, al año siguiente, proclamaron la independencia del estado, el cual fue anexado al país vecino en 1845.
1. En 1835 un puñado de logreros, especuladores, esclavistas y convictos, infiltrados por Estados Unidos en Texas, se rebelaron contra el gobierno mexicano, protagonizaron una guerra de secesión y, al año siguiente, proclamaron la independencia del estado, el cual fue anexado al país vecino en 1845.
2. En ese año, Texas reclamó la posesión de la franja comprendida entre los ríos Bravo y Nueces. La correspondiente negativa mexicana desembocó en la guerra que derivó en la ocupación del territorio nacional y en la rendición pactada el año siguiente, en el tratado de Guadalupe-Hidalgo, que obligó a los vencidos a ceder los actuales territorios de California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México y Colorado.
3. Desde principios de 1912 la embajada estadunidense en México, a cargo entonces de Henry Lane Wilson, promovió una campaña de desprestigio contra el gobierno de Francisco Madero, basada en los descontentos por las restricciones impuestas a las inversiones extranjeras y por las reivindicaciones obreras ante empresarios procedentes del país vecino. La legación diplomática envió despachos que hablaban de la “falta de seguridad” y la “discriminación” que sufrían los estadunidenses radicados en México. Wilson incluso sugirió al presidente William Howard la pertinencia de emprender una nueva intervención armada para derrocar a Madero. No fue necesario: bastó con la conspiración antimaderista –orquestada en la legación diplomática estadunidense– y en la que participaron los generales Manuel Mondragón, Gregorio Ruiz, Bernardo Reyes, Félix Díaz y Victoriano Huerta. Más tarde, con Madero detenido y a punto de ser asesinado, representantes de Cuba, Chile y Japón acudieron ante el embajador Wilson para que ejerciera su influencia con los sublevados e impidiera el crimen. El funcionario les respondió que él, como diplomático, no podía intervenir en los asuntos internos de México.
4. El 9 de abril de 1914, en Tampico, nueve marinos estadunidenses, armados, desembarcaron en un bote con la bandera estadunidense. La guarnición federal los detuvo, pues contravenían la prohibición de la comandancia militar de navegar por esa zona. Las autoridades pronto pusieron en libertad a los detenidos pero la Marina estadunidense exigió además que, en desagravio, y en un plazo de 24 horas, los funcionarios mexicanos rindieran honores a la bandera de Estados Unidos y la izaran en el puerto con 21 cañonazos. El comandante de las fuerzas federales de Tampico ofreció disculpas por escrito pero se negó a saludar el lábaro extranjero. En venganza, Washington envió a Veracruz una flota compuesta por los acorazados Florida, Utah, Texas, Dakota, Montana, Indianapolis, New York y Rochester, el cañonero Prairie, así como dos divisiones de torpederos y otros 17 navíos.
Como la autoridad local se negara a entregar la aduana, las fuerzas extranjeras lanzaron, el mediodía del 21 de abril, un intenso bombardeo sobre el puerto. En los días siguientes, los cadetes de la escuela naval, los soldados del 19 Batallón del Ejército (los famosos Rayados), la población civil y hasta los convictos de la prisión de Veracruz, resistieron con heroísmo el embate de la Marina gringa, la cual no pudo controlar el puerto sino hasta el día 24.
Como la autoridad local se negara a entregar la aduana, las fuerzas extranjeras lanzaron, el mediodía del 21 de abril, un intenso bombardeo sobre el puerto. En los días siguientes, los cadetes de la escuela naval, los soldados del 19 Batallón del Ejército (los famosos Rayados), la población civil y hasta los convictos de la prisión de Veracruz, resistieron con heroísmo el embate de la Marina gringa, la cual no pudo controlar el puerto sino hasta el día 24.
5. En marzo de 1916, Francisco Villa, exasperado por la injerencia de Washington en favor de Carranza y de Obregón, atacó la guarnición militar de Columbus, Nuevo México. En respuesta, el gobierno de Woodrow Wilson envió a 4 mil 800 soldados, bajo las órdenes del general John Pershing, en una expedición punitiva contra territorio mexicano. En los meses siguientes, otros 7 mil efectivos fueron agregados a la fuerza ocupante, la cual empleó, por primera vez en la historia, vehículos mecanizados (aviones, camiones y motocicletas) y fuerza aérea (aviones y dirigibles) en su esfuerzo estéril por atrapar al guerrillero duranguense.
Hay más, por supuesto, a todo lo largo del siglo XX, y los precedentes históricos muestran sin equívoco posible que Estados Unidos ha sido, durante la vida de México como república independiente, la principal amenaza a su seguridad nacional, a su integridad territorial y a su soberanía. Tal vez, después de todo, los dichos actuales de los burócratas estadunidenses sean algo más que expresiones de boconas y deslenguados.
Hay más, por supuesto, a todo lo largo del siglo XX, y los precedentes históricos muestran sin equívoco posible que Estados Unidos ha sido, durante la vida de México como república independiente, la principal amenaza a su seguridad nacional, a su integridad territorial y a su soberanía. Tal vez, después de todo, los dichos actuales de los burócratas estadunidenses sean algo más que expresiones de boconas y deslenguados.
Algo hay que concederles a los gobernantes gringos: de Salinas a Calderón, han resultado brillantes en eso de seleccionar a sus aliados locales.
navegaciones@yahoo.com • http://navegaciones.blogspot.com/
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viernes, febrero 11, 2011
¡FELICIDADES PARA EL PUEBLO EGIPCIO!
¡Triunfo del pueblo egipcio!
Cae el dictador, el desposta, se abre la esperanza de un mejor futuro, la voluntad popular se impuso.
Movimiento ejemplar para las sociedades que padecemos la opresión,el mal gobierno, la falta de justicia, el saqueo de nuestras riquezas, la destrucción de nuestros valores sociales por medio de la corrupción, impunidad, ineptitud y violencia.
¡Felicidades para el pueblo egipcio! Deseamos que este gran suceso
contagie y de luz a los pueblos del mundo entero para remodelar las relaciones de las sociedades y sus servidores públicos,que sean la razón y la justicia la verdadera fuerza.
Ahora más que nunca podemos afirmar que el mundo es una aldea global, lo que afecta a cualquier punto geográfico nos afecta a todos, con esa conciencia aceleraremos los cambios para nuestro desarrollo y juntos construiremos espacios de respeto a la naturaleza, a nuestros semejantes, a nuestras diferencias raciales, a nuestras costumbres, a nuestros bienes, a nuestros territorios.
¡Vivan la razón y la justicia!
MBV
Cae el dictador, el desposta, se abre la esperanza de un mejor futuro, la voluntad popular se impuso.
Movimiento ejemplar para las sociedades que padecemos la opresión,el mal gobierno, la falta de justicia, el saqueo de nuestras riquezas, la destrucción de nuestros valores sociales por medio de la corrupción, impunidad, ineptitud y violencia.
¡Felicidades para el pueblo egipcio! Deseamos que este gran suceso
contagie y de luz a los pueblos del mundo entero para remodelar las relaciones de las sociedades y sus servidores públicos,que sean la razón y la justicia la verdadera fuerza.
Ahora más que nunca podemos afirmar que el mundo es una aldea global, lo que afecta a cualquier punto geográfico nos afecta a todos, con esa conciencia aceleraremos los cambios para nuestro desarrollo y juntos construiremos espacios de respeto a la naturaleza, a nuestros semejantes, a nuestras diferencias raciales, a nuestras costumbres, a nuestros bienes, a nuestros territorios.
¡Vivan la razón y la justicia!
MBV
lunes, febrero 07, 2011
Insurrección. Vía de cambios.
Caminos de la insurrección
Gustavo Esteva
La insurrección pacífica” se extiende no sólo en Medio Oriente. La expresión llegó incluso a la ciudad de México.
El apellido “pacífica” establece un sesgo importante. Como todas las insurrecciones, se trata de movilizaciones contra los poderes dominantes. En contraste con casi todas ellas, éstas intentan evitar la violencia. No son pacifistas: no surgen para oponerse a la guerra o buscar la paz perpetua entre naciones. Ejercen tanta violencia moral como pueden y recurren a la fuerza física cuando se requiere. Pero no apelan a la lucha armada, sino a la vía política. Por eso su carácter “pacífico”.
Los poderes constituidos intentan reducir estas movilizaciones a meras revueltas: que se conviertan en estallidos populares efímeros. Mediante garrote y zanahoria, represión y concesiones menores, se busca restaurar el orden que la insurrección rompió.
Sin embargo, incluso en los casos en que se consigue sofocar temporalmente la rebelión actual, la insurrección se mantiene, modificando tácticas tanto como hace falta. Cambios cosméticos parecen incapaces de detenerla. Como todas las revoluciones, esta movilización busca derribar a las autoridades políticas existentes, cambiar el régimen de relaciones sociales y generar una nueva constitución y un nuevo orden socioeconómico.
Para evitar tal resultado los poderes dominantes buscan crear la ilusión de que la movilización ha conseguido su propósito: cambian todo para que nada cambie. No siempre se trata de cambios irrelevantes o meras ilusiones. Sacrificar a un dictador y establecer un régimen formalmente democrático son transformaciones profundas que en muchos casos definen una transición necesaria –pero son cambios orientados a impedir una auténtica revolución.
Hay hipocresía y cinismo en los poderes dominantes que piden peras al olmo: por ejemplo que ancianos dictadores, como Mubarak, se conviertan en campeones de la democracia. Pero ni siquiera ellos se animan a cuestionar la legitimidad de esta insurrección. Estaría universalmente cobijada en el artículo 35 de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, del 24 de junio de 1793, que estableció la insurrección como “el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes”, tanto para el pueblo como para los individuos, si el gobierno deja de responder a su voluntad.
Cuando la represión brutal y masiva no es viable o eficaz, como está siendo el caso, se busca transformar la insurrección en golpe de Estado para impedir la revolución: miembros de los poderes dominantes o por lo menos de las elites convierten en chivos expiatorios a los objetos más evidentes de la ira popular y toman disposiciones que satisfagan en alguna medida las exigencias de los insurrectos, hasta que se debilite o desaparezca su movilización.
Es frecuente que este método encuentre apoyo en un sector significativo de los insurrectos. Algunos piensan que basta un cambio de personas o de partidos en los aparatos del Estado para “cambiar el rumbo del país” y “adoptar un nuevo modelo de desarrollo” y que los nuevos dirigentes satisfagan desde el poder las demandas que habrían provocado la movilización. No creen que sea posible o conveniente eliminar el gatillo estatal; confían en un simple cambio de gatillero. Por inocencia o cálculo, se hacen así cómplices de quienes buscan impedir que la insurrección siga su curso.
Bajo las formas más diversas, esta insurrección tiene un propósito cada vez más claramente anticapitalista y una convicción igualmente clara de que la vía política de la transformación actual no puede reducirse a lo electoral ni contenerse en la democracia formal. Para que pueda seguir adelante, desde abajo y a la izquierda, con un programa de lucha adecuado, debe incluirse en el programa la forma del régimen de transición.
No hay en esto fórmulas generales ni en el tiempo ni en el espacio. Se requiere, en cada caso, apelar a la imaginación sociológica y política para determinar actores y procedimientos adecuados. Lo importante es saber que no podrá encargarse a los lobos el cuidado de los corderos. Que no son los partidos, los dirigentes carismáticos o las estructuras del Estado quienes pueden encargarse de la transición –porque no se trata de transitar hacia más o menos de lo mismo, sino de entregarse a la construcción de algo radicalmente nuevo para lo que aquellos actores están genéticamente incapacitados.
Ejemplos de las décadas recientes, en México y en el mundo, muestran con claridad las condiciones en que se frustraron movilizaciones e insurrecciones de muy diverso género y las transiciones se hicieron meras transas entre partidos y actores de los sectores dominantes. También enseñan de qué manera el impulso no se disipó; convertido ya en experiencia, se prepara para el siguiente estallido.
gustavoesteva@gmail.com
Gustavo Esteva
La insurrección pacífica” se extiende no sólo en Medio Oriente. La expresión llegó incluso a la ciudad de México.
El apellido “pacífica” establece un sesgo importante. Como todas las insurrecciones, se trata de movilizaciones contra los poderes dominantes. En contraste con casi todas ellas, éstas intentan evitar la violencia. No son pacifistas: no surgen para oponerse a la guerra o buscar la paz perpetua entre naciones. Ejercen tanta violencia moral como pueden y recurren a la fuerza física cuando se requiere. Pero no apelan a la lucha armada, sino a la vía política. Por eso su carácter “pacífico”.
Los poderes constituidos intentan reducir estas movilizaciones a meras revueltas: que se conviertan en estallidos populares efímeros. Mediante garrote y zanahoria, represión y concesiones menores, se busca restaurar el orden que la insurrección rompió.
Sin embargo, incluso en los casos en que se consigue sofocar temporalmente la rebelión actual, la insurrección se mantiene, modificando tácticas tanto como hace falta. Cambios cosméticos parecen incapaces de detenerla. Como todas las revoluciones, esta movilización busca derribar a las autoridades políticas existentes, cambiar el régimen de relaciones sociales y generar una nueva constitución y un nuevo orden socioeconómico.
Para evitar tal resultado los poderes dominantes buscan crear la ilusión de que la movilización ha conseguido su propósito: cambian todo para que nada cambie. No siempre se trata de cambios irrelevantes o meras ilusiones. Sacrificar a un dictador y establecer un régimen formalmente democrático son transformaciones profundas que en muchos casos definen una transición necesaria –pero son cambios orientados a impedir una auténtica revolución.
Hay hipocresía y cinismo en los poderes dominantes que piden peras al olmo: por ejemplo que ancianos dictadores, como Mubarak, se conviertan en campeones de la democracia. Pero ni siquiera ellos se animan a cuestionar la legitimidad de esta insurrección. Estaría universalmente cobijada en el artículo 35 de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, del 24 de junio de 1793, que estableció la insurrección como “el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes”, tanto para el pueblo como para los individuos, si el gobierno deja de responder a su voluntad.
Cuando la represión brutal y masiva no es viable o eficaz, como está siendo el caso, se busca transformar la insurrección en golpe de Estado para impedir la revolución: miembros de los poderes dominantes o por lo menos de las elites convierten en chivos expiatorios a los objetos más evidentes de la ira popular y toman disposiciones que satisfagan en alguna medida las exigencias de los insurrectos, hasta que se debilite o desaparezca su movilización.
Es frecuente que este método encuentre apoyo en un sector significativo de los insurrectos. Algunos piensan que basta un cambio de personas o de partidos en los aparatos del Estado para “cambiar el rumbo del país” y “adoptar un nuevo modelo de desarrollo” y que los nuevos dirigentes satisfagan desde el poder las demandas que habrían provocado la movilización. No creen que sea posible o conveniente eliminar el gatillo estatal; confían en un simple cambio de gatillero. Por inocencia o cálculo, se hacen así cómplices de quienes buscan impedir que la insurrección siga su curso.
Bajo las formas más diversas, esta insurrección tiene un propósito cada vez más claramente anticapitalista y una convicción igualmente clara de que la vía política de la transformación actual no puede reducirse a lo electoral ni contenerse en la democracia formal. Para que pueda seguir adelante, desde abajo y a la izquierda, con un programa de lucha adecuado, debe incluirse en el programa la forma del régimen de transición.
No hay en esto fórmulas generales ni en el tiempo ni en el espacio. Se requiere, en cada caso, apelar a la imaginación sociológica y política para determinar actores y procedimientos adecuados. Lo importante es saber que no podrá encargarse a los lobos el cuidado de los corderos. Que no son los partidos, los dirigentes carismáticos o las estructuras del Estado quienes pueden encargarse de la transición –porque no se trata de transitar hacia más o menos de lo mismo, sino de entregarse a la construcción de algo radicalmente nuevo para lo que aquellos actores están genéticamente incapacitados.
Ejemplos de las décadas recientes, en México y en el mundo, muestran con claridad las condiciones en que se frustraron movilizaciones e insurrecciones de muy diverso género y las transiciones se hicieron meras transas entre partidos y actores de los sectores dominantes. También enseñan de qué manera el impulso no se disipó; convertido ya en experiencia, se prepara para el siguiente estallido.
gustavoesteva@gmail.com
domingo, febrero 06, 2011
Violencia. Debilidad del Estado.
La Jornada
La violencia no
Rolando Cordera Campos
Evitar que la violencia dominara las relaciones sociales, en especial las que se dan en la producción, fue uno de los motivos originarios de la lucha obrera y el reformismo social. Modular el conflicto, mediar entre las clases, proteger a los vulnerables y tutelar a los desiguales, fueron divisas reformistas por años despreciadas por los comunistas revolucionarios, real o fantasiosamente inspirados por Lenin y los bolcheviques.
Con el tiempo y muchos desencantos, aquel reformismo se impuso como gran consenso que unía a socialdemócratas y democristianos en Europa y a republicanos y demócratas en Estados Unidos, hasta el grado de que el propio Richard Nixon exclamara alguna vez, “ahora todos somos keynesianos”.
Los comunistas italianos, guiados por Togliati e inspirados por Gramsci, acuñaron las fórmulas de la vía democrática y las reformas de estructura, así como del eurocomunismo y el compromiso histórico como ruta para transitar por una ruda y dura transición capitalista. Cuando Berlinguer convocó a ese compromiso, que Aldo Moro parecía dispuesto a aceptar, la polarización mundial se cernía amenazante sobre todo proyecto dirigido a trazar trayectorias renovadoras y el sacrificio de Allende y su Unidad Popular constitutía el escenario de una mudanza capitalista teñida de sangre y lágrimas.
Todo cambió a partir de entonces, y la ilusión en el rodeo del comunismo soviético se desplomó junto con la URSS a finales del siglo XX. La democracia fue presentada como “universal” y lo mismo se hizo con el mercado, mundial y único.
Después de la ilusoria década triunfal del globalismo, intervino el terrorismo y Bush y su junta, como la llamara Gore Vidal, decidieron imponerle al mundo sus criterios de seguridad na-cional que, según ellos, tenía que ser global. De inmediato, aquella ima- gen de “paz eterna” prometida después de la primera guerra del Golfo devino escenario atroz de violencia en Irak y Afganistán, pero también de tambores de guerra cultural y de razas dentro de la potencia hegemónica.
Lo que queda hoy es una globalización capitalista sin orden ni concierto, sumida en una crisis que se antoja interminable y que en Estados Unidos ha adoptado formas ominosas de odio y guerra de clases, promovidas desde la cumbre del poder y la riqueza. Y con ello, la tentación de reditar la violencia como vector para refuncionalizar las relaciones sociales y someterlas a los criterios de la dominación financiera.
Junto a la violencia criminal que lo sofoca, México ha vivido ya episodios de esta violencia clasista destinada a apurar el tránsito hacia un capitalismo salvaje, maquillado por la democracia, y un Estado de derecho por demás evanescente. El espectáculo montado por el Grupo México en comandita con el gobierno federal contra los mineros, es un botón de muestra de esa ambición y las extravagancias del señor Larrea no deberían llevarnos a pensar que se trata de un caso aislado.
Como hace un siglo, le urge al país reditar un reformismo social que encare la reformitis salvaje que los panistas decidieron adoptar sin condicines y convoque a erigir mediaciones del conflicto en curso sostenidas en formas renovadas de protección y redistribución sociales. En esto debe descansar nuestro no a la violencia.
Como ocurrió en los orígenes, la violencia es recurso original de los capitalistas, quienes son los primeros en tocar las campanas de la lucha de clases. Toca a los grupos subalternos salir al paso de esta nefasta convocatoria y diluirla en una política democratica de amplio espectro, marcado por la organización de masas y un discurso renovador de estructuras y mentalidades.
Nada puede ser mas nocivo en esta hora, que invocar a la violencia y a los violentos como factores de cambio o formas legítimas de reivindicación de agravios. El Estado ha perdido su monopolio legítimo de la fuerza y lo que está en la agenda de una democracia cabal es, precisamente, recuperar la legititmidad del Estado para a la vez recuperar ese atributo.
A muchos preocupa que el litigio agresivo abierto por el gobierno en el sector eléctrico devenga confrontación violenta entre trabajadores. Pero eso no se evitará criminalizando a los perdedores ni, mucho menos, con el abuso de analogías y metáforas que sólo pueden llevar a una confrontación mayor. En el filo de la navaja en que estamos, todo empeoraría.
Hace unos días, el conocido periodista Ci-ro Gómez Leyva ad-vertía contra los “escuadrones de la muerte” que, según él, podrían surgir de las movilizaciones del SME, sin darle a su audiencia el obligado contexto: por ejemplo, que esos “escuadrones” los for-mó en Argentina el Brujo, José López Rega, encaramado en el gobierno de una Isabelita hundida por la evidencia de la ilegitimidad de su herencia y la debilidad esencial de las cohortes que Perón le había dejado.
Esos escuadrones, deberíamos recordarlo, canalizaron la furia criminal de las fuerzas armadas argentinas, con el saldo monstruoso de 30 mil ciudadanos muertos o desaparecidos.
Podemos coincidir en un firme no a la violencia, pero a condición de que cuidemos el lenguaje y exijamos al Estado un claro apego a su propia legalidad. De otra forma, sólo quedará el despeñadero, y no sólo retórico.
La violencia no
Rolando Cordera Campos
Evitar que la violencia dominara las relaciones sociales, en especial las que se dan en la producción, fue uno de los motivos originarios de la lucha obrera y el reformismo social. Modular el conflicto, mediar entre las clases, proteger a los vulnerables y tutelar a los desiguales, fueron divisas reformistas por años despreciadas por los comunistas revolucionarios, real o fantasiosamente inspirados por Lenin y los bolcheviques.
Con el tiempo y muchos desencantos, aquel reformismo se impuso como gran consenso que unía a socialdemócratas y democristianos en Europa y a republicanos y demócratas en Estados Unidos, hasta el grado de que el propio Richard Nixon exclamara alguna vez, “ahora todos somos keynesianos”.
Los comunistas italianos, guiados por Togliati e inspirados por Gramsci, acuñaron las fórmulas de la vía democrática y las reformas de estructura, así como del eurocomunismo y el compromiso histórico como ruta para transitar por una ruda y dura transición capitalista. Cuando Berlinguer convocó a ese compromiso, que Aldo Moro parecía dispuesto a aceptar, la polarización mundial se cernía amenazante sobre todo proyecto dirigido a trazar trayectorias renovadoras y el sacrificio de Allende y su Unidad Popular constitutía el escenario de una mudanza capitalista teñida de sangre y lágrimas.
Todo cambió a partir de entonces, y la ilusión en el rodeo del comunismo soviético se desplomó junto con la URSS a finales del siglo XX. La democracia fue presentada como “universal” y lo mismo se hizo con el mercado, mundial y único.
Después de la ilusoria década triunfal del globalismo, intervino el terrorismo y Bush y su junta, como la llamara Gore Vidal, decidieron imponerle al mundo sus criterios de seguridad na-cional que, según ellos, tenía que ser global. De inmediato, aquella ima- gen de “paz eterna” prometida después de la primera guerra del Golfo devino escenario atroz de violencia en Irak y Afganistán, pero también de tambores de guerra cultural y de razas dentro de la potencia hegemónica.
Lo que queda hoy es una globalización capitalista sin orden ni concierto, sumida en una crisis que se antoja interminable y que en Estados Unidos ha adoptado formas ominosas de odio y guerra de clases, promovidas desde la cumbre del poder y la riqueza. Y con ello, la tentación de reditar la violencia como vector para refuncionalizar las relaciones sociales y someterlas a los criterios de la dominación financiera.
Junto a la violencia criminal que lo sofoca, México ha vivido ya episodios de esta violencia clasista destinada a apurar el tránsito hacia un capitalismo salvaje, maquillado por la democracia, y un Estado de derecho por demás evanescente. El espectáculo montado por el Grupo México en comandita con el gobierno federal contra los mineros, es un botón de muestra de esa ambición y las extravagancias del señor Larrea no deberían llevarnos a pensar que se trata de un caso aislado.
Como hace un siglo, le urge al país reditar un reformismo social que encare la reformitis salvaje que los panistas decidieron adoptar sin condicines y convoque a erigir mediaciones del conflicto en curso sostenidas en formas renovadas de protección y redistribución sociales. En esto debe descansar nuestro no a la violencia.
Como ocurrió en los orígenes, la violencia es recurso original de los capitalistas, quienes son los primeros en tocar las campanas de la lucha de clases. Toca a los grupos subalternos salir al paso de esta nefasta convocatoria y diluirla en una política democratica de amplio espectro, marcado por la organización de masas y un discurso renovador de estructuras y mentalidades.
Nada puede ser mas nocivo en esta hora, que invocar a la violencia y a los violentos como factores de cambio o formas legítimas de reivindicación de agravios. El Estado ha perdido su monopolio legítimo de la fuerza y lo que está en la agenda de una democracia cabal es, precisamente, recuperar la legititmidad del Estado para a la vez recuperar ese atributo.
A muchos preocupa que el litigio agresivo abierto por el gobierno en el sector eléctrico devenga confrontación violenta entre trabajadores. Pero eso no se evitará criminalizando a los perdedores ni, mucho menos, con el abuso de analogías y metáforas que sólo pueden llevar a una confrontación mayor. En el filo de la navaja en que estamos, todo empeoraría.
Hace unos días, el conocido periodista Ci-ro Gómez Leyva ad-vertía contra los “escuadrones de la muerte” que, según él, podrían surgir de las movilizaciones del SME, sin darle a su audiencia el obligado contexto: por ejemplo, que esos “escuadrones” los for-mó en Argentina el Brujo, José López Rega, encaramado en el gobierno de una Isabelita hundida por la evidencia de la ilegitimidad de su herencia y la debilidad esencial de las cohortes que Perón le había dejado.
Esos escuadrones, deberíamos recordarlo, canalizaron la furia criminal de las fuerzas armadas argentinas, con el saldo monstruoso de 30 mil ciudadanos muertos o desaparecidos.
Podemos coincidir en un firme no a la violencia, pero a condición de que cuidemos el lenguaje y exijamos al Estado un claro apego a su propia legalidad. De otra forma, sólo quedará el despeñadero, y no sólo retórico.
viernes, febrero 04, 2011
"Las movilizaciones populares".
La Jornada
La calle
Luis Javier Garrido
Las movilizaciones populares en los países árabes del norte de África y del Medio Oriente están teniendo también un impacto en América Latina, especialmente en países que como México tienen gobiernos que poco pueden envidiar a los de aquellas latitudes, en particular porque en el último mes los medios de la derecha han sostenido la tesis de que la calle” –es decir, las movilizaciones populares– constituye una vía para el cambio.
1. La insurgencia cívica en varias regiones del Magreb –que se inició en Túnez en la segunda mitad de diciembre de 2010, donde una verdadero levantamiento civil terminó con el gobierno del presidente Ben Alí el 14 de enero; prosiguieron en Egipto en los días siguientes, donde la revuelta popular exige la renuncia del presidente Hosni Mubarak, y hay signos de que las movilizaciones podrían extenderse a otros países– ha suscitado un frenesí en Washington, ya que el gobierno de Barack H. Obama está buscando montarse sobre el descontento popular existente en varios países del mundo árabe, curiosamente apoyados todos ellos por la Casa Blanca, con la intención de obtener un mayor control de sus recursos estratégicos, y en particular del petróleo.
2. El gobierno de Obama ha intensificado desde principios de año en los medios una campaña en la que busca sostener la tesis aberrante de que todos esos países tienen gobiernos inaceptables por sus rasgos islámicos y de que es necesario que “transiten” hacia la democracia, buscando ocultar que su pretensión está fundada no en el autoritarismo que marca a dichos regímenes sino en los rasgos nacionalistas que tienen y en los obstáculos que ponen a las grandes multinacionales en materia petrolera.
3. El intervencionismo estadunidense no ha tenido límites, pero lo que sorprende en verdad es la tesis sostenida desde entonces y que enunció en varias ocasiones Hillary Clinton, la secretaria de Estado, asentando que por los rasgos autoritarios de dichos regímenes, “el cambio está en la calle”.
4. La afirmación es sorprendente pues podría aplicarse a otros países, y en particular a México, donde las elecciones constitucionales no están siendo ya la vía para conducir al cambio porque los retrocesos que se han producido en materia institucional son tales que obstaculizan por todos los medios los procesos electorales y no parecen dejar a los mexicanos otra alternativa que la de “la calle”, como lo demuestran los hechos que tanto han desdeñado los miembros de la oligarquía en el poder.
5. El gobierno del PAN tiene hoy en día el control del órgano supuestamente autónomo encargado de organizar y vigilar los procesos electorales (el IFE); ha subordinado por completo a los intereses que representa el órgano jurisdiccional responsable de calificarlas (el tribunal electoral); las candidaturas ciudadanas no son permitidas; las campañas están marcadas por un derroche multimillonario que sólo favorece a los grandes intereses; los medios masivos, y en particular las televisoras, intervienen impunemente en los procesos electorales, buscando manipular a la gente, y el Ejecutivo, que es impune y puede utilizar ilegalmente los recursos públicos y orquestar cualquier fraude electoral, tiene además las manos metidas en varios partidos, incluyendo al PRD, que se constituyó en 1989 para ser una alternativa de izquierda y hoy se halla bajo el control de una clique de políticos corruptos de derecha subordinados a él, con la única finalidad precisamente de cerrarle la vía a una alternativa de izquierda, la que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
6. La televisión mexicana es extraordinaria en ese sentido al presentar lo que pasa en el mundo y en México, Televisa y Tv Azteca señalan –lo que es cierto– que paramilitares o halcones de Mubarak reprimen en la plaza Tahrir de El Cairo a los manifestantes, pero ocultan que en en este país los paramilitares son los responsables de muchas de las peores matanzas de jóvenes y de migrantes de los últimos meses, que han hecho según la lógica de la derecha en el poder, por motivos “aleccionadores”. Destacan, siguiendo los lineamientos de información del Departamento de Estado, cualquiera de las manifestaciones actuales en el Magreb, pero aquí ocultan la mayor parte de las demostraciones de protesta, como hicieron con la marcha de decenas de miles de trabajadores del martes primero, dedicándose a calumniar a los electricistas y a su dirigente Martín Esparza, a los que denostan como “vándalos” cuando no hacen más que defender sus derechos ante las tropelías del gobierno calderonista. Como lo hizo Hillary Clinton al estallar el descontento en Túnez, sostienen que “el cambio democrático está en la calle” (pero tratándose del norte de África y Medio Oriente), porque en México tomar la calle, dicen, es “antidemocrático”, aunque aquí se hayan estado violando de manera sistemática los derechos constitucionales de un pueblo en los últimos años o se haya instaurado por la fuerza tras el fraude de 2006 un gobierno espurio.
7. Las movilizaciones públicas (manifestaciones, marchas, plantones) han sido sistemáticamente descalificadas por los gobernantes mexicanos y por los medios, que ahora encomian lo que acontece en Túnez y en Egipto, y alientan lo que se inicia en otros países árabes. Desde Gustavo Díaz Ordaz, que en 1968 calificó al movimiento estudiantil y popular como “una algarada sin importancia”, hasta los locutores de Milenio Televisión, que desde que salieron al aire no han dejado de descalificar las manifestaciones ciudadanas, hechas en ejercicio de derechos constitucionales, como “mitotes”, los voceros de la derecha mexicana han confiado para mantener sus privilegios en la fuerza material del Ejército para reprimir y en el poderío de radio y tv para ocultar la verdad, engañar y confundir, pretendiendo ignorar que todo tiene un límite y que “la calle” sí puede hacer caer un gobierno.
8. Los pueblos en general ignoran su fuerza porque han sido penetrados por la ideología de la derecha en el poder, que ha insistido a lo largo de las últimas décadas en que no hay más vía para el cambio que la electoral, por más que ésta no pueda ser alternativa en países no democráticos como México, donde las instituciones electorales y los partidos estén en manos de la derecha y en última instancia el gobierno puede orquestar impunemente todos los fraudes. Los acontecimientos del Magreb, alentados por Washington en su avidez de tener el petróleo de esos países sin tantas restricciones, pueden no obstante conducir también a un desastre para el modelo neoliberal. El gobierno de Israel le advirtió ya a Obama el día 2 que el proceso desencadenado podría desembocar en la llegada de un gobierno islámico a Egipto “parecido al de Irán” (en vez del pro israelita de Mubarak).
9. La demagogia del gobierno de Obama sobre “la calle”, y la forma en que ha estado el gobierno estadunidense montándose sobre el descontento y alentando las manifestaciones en el Islam con la intención de imponer en esos países gobiernos locales no menos represores pero sí más entreguistas, está ya siendo frenada pues corre el riesgo de volverse en contra de sus intereses, y es evidente que se busca, en Túnez como en Egipto, que las presiones y negociaciones a nivel cupular sustituyan a las movilizaciones a fin de que, una vez más, se le confisquen a esos pueblos sus derechos y lo único que se logre sea precisamente lo contrario de lo que ellos quieren, pero el escenario es crítico porque hay fuerzas políticas impredecibles, como el Islam y el ejército.
10. En México, en tanto, donde las instituciones del Estado han sido convertidas en los últimos 25 años por los tecnócratas priístas y los yuppies del PAN en un aparato de simulación al servicio de las trasnacionales, y los procesos electorales adquieren cada vez más los rasgos de una farsa, en la que al pueblo se le quiere dar el papel de comparsa porque, vote como vote, no le permiten cambiar nada, la calle, sin embargo, está adquiriendo una nueva dimensión, pues no se está dejando a los mexicanos otra alternativa que la de las movilizaciones.
La calle
Luis Javier Garrido
Las movilizaciones populares en los países árabes del norte de África y del Medio Oriente están teniendo también un impacto en América Latina, especialmente en países que como México tienen gobiernos que poco pueden envidiar a los de aquellas latitudes, en particular porque en el último mes los medios de la derecha han sostenido la tesis de que la calle” –es decir, las movilizaciones populares– constituye una vía para el cambio.
1. La insurgencia cívica en varias regiones del Magreb –que se inició en Túnez en la segunda mitad de diciembre de 2010, donde una verdadero levantamiento civil terminó con el gobierno del presidente Ben Alí el 14 de enero; prosiguieron en Egipto en los días siguientes, donde la revuelta popular exige la renuncia del presidente Hosni Mubarak, y hay signos de que las movilizaciones podrían extenderse a otros países– ha suscitado un frenesí en Washington, ya que el gobierno de Barack H. Obama está buscando montarse sobre el descontento popular existente en varios países del mundo árabe, curiosamente apoyados todos ellos por la Casa Blanca, con la intención de obtener un mayor control de sus recursos estratégicos, y en particular del petróleo.
2. El gobierno de Obama ha intensificado desde principios de año en los medios una campaña en la que busca sostener la tesis aberrante de que todos esos países tienen gobiernos inaceptables por sus rasgos islámicos y de que es necesario que “transiten” hacia la democracia, buscando ocultar que su pretensión está fundada no en el autoritarismo que marca a dichos regímenes sino en los rasgos nacionalistas que tienen y en los obstáculos que ponen a las grandes multinacionales en materia petrolera.
3. El intervencionismo estadunidense no ha tenido límites, pero lo que sorprende en verdad es la tesis sostenida desde entonces y que enunció en varias ocasiones Hillary Clinton, la secretaria de Estado, asentando que por los rasgos autoritarios de dichos regímenes, “el cambio está en la calle”.
4. La afirmación es sorprendente pues podría aplicarse a otros países, y en particular a México, donde las elecciones constitucionales no están siendo ya la vía para conducir al cambio porque los retrocesos que se han producido en materia institucional son tales que obstaculizan por todos los medios los procesos electorales y no parecen dejar a los mexicanos otra alternativa que la de “la calle”, como lo demuestran los hechos que tanto han desdeñado los miembros de la oligarquía en el poder.
5. El gobierno del PAN tiene hoy en día el control del órgano supuestamente autónomo encargado de organizar y vigilar los procesos electorales (el IFE); ha subordinado por completo a los intereses que representa el órgano jurisdiccional responsable de calificarlas (el tribunal electoral); las candidaturas ciudadanas no son permitidas; las campañas están marcadas por un derroche multimillonario que sólo favorece a los grandes intereses; los medios masivos, y en particular las televisoras, intervienen impunemente en los procesos electorales, buscando manipular a la gente, y el Ejecutivo, que es impune y puede utilizar ilegalmente los recursos públicos y orquestar cualquier fraude electoral, tiene además las manos metidas en varios partidos, incluyendo al PRD, que se constituyó en 1989 para ser una alternativa de izquierda y hoy se halla bajo el control de una clique de políticos corruptos de derecha subordinados a él, con la única finalidad precisamente de cerrarle la vía a una alternativa de izquierda, la que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
6. La televisión mexicana es extraordinaria en ese sentido al presentar lo que pasa en el mundo y en México, Televisa y Tv Azteca señalan –lo que es cierto– que paramilitares o halcones de Mubarak reprimen en la plaza Tahrir de El Cairo a los manifestantes, pero ocultan que en en este país los paramilitares son los responsables de muchas de las peores matanzas de jóvenes y de migrantes de los últimos meses, que han hecho según la lógica de la derecha en el poder, por motivos “aleccionadores”. Destacan, siguiendo los lineamientos de información del Departamento de Estado, cualquiera de las manifestaciones actuales en el Magreb, pero aquí ocultan la mayor parte de las demostraciones de protesta, como hicieron con la marcha de decenas de miles de trabajadores del martes primero, dedicándose a calumniar a los electricistas y a su dirigente Martín Esparza, a los que denostan como “vándalos” cuando no hacen más que defender sus derechos ante las tropelías del gobierno calderonista. Como lo hizo Hillary Clinton al estallar el descontento en Túnez, sostienen que “el cambio democrático está en la calle” (pero tratándose del norte de África y Medio Oriente), porque en México tomar la calle, dicen, es “antidemocrático”, aunque aquí se hayan estado violando de manera sistemática los derechos constitucionales de un pueblo en los últimos años o se haya instaurado por la fuerza tras el fraude de 2006 un gobierno espurio.
7. Las movilizaciones públicas (manifestaciones, marchas, plantones) han sido sistemáticamente descalificadas por los gobernantes mexicanos y por los medios, que ahora encomian lo que acontece en Túnez y en Egipto, y alientan lo que se inicia en otros países árabes. Desde Gustavo Díaz Ordaz, que en 1968 calificó al movimiento estudiantil y popular como “una algarada sin importancia”, hasta los locutores de Milenio Televisión, que desde que salieron al aire no han dejado de descalificar las manifestaciones ciudadanas, hechas en ejercicio de derechos constitucionales, como “mitotes”, los voceros de la derecha mexicana han confiado para mantener sus privilegios en la fuerza material del Ejército para reprimir y en el poderío de radio y tv para ocultar la verdad, engañar y confundir, pretendiendo ignorar que todo tiene un límite y que “la calle” sí puede hacer caer un gobierno.
8. Los pueblos en general ignoran su fuerza porque han sido penetrados por la ideología de la derecha en el poder, que ha insistido a lo largo de las últimas décadas en que no hay más vía para el cambio que la electoral, por más que ésta no pueda ser alternativa en países no democráticos como México, donde las instituciones electorales y los partidos estén en manos de la derecha y en última instancia el gobierno puede orquestar impunemente todos los fraudes. Los acontecimientos del Magreb, alentados por Washington en su avidez de tener el petróleo de esos países sin tantas restricciones, pueden no obstante conducir también a un desastre para el modelo neoliberal. El gobierno de Israel le advirtió ya a Obama el día 2 que el proceso desencadenado podría desembocar en la llegada de un gobierno islámico a Egipto “parecido al de Irán” (en vez del pro israelita de Mubarak).
9. La demagogia del gobierno de Obama sobre “la calle”, y la forma en que ha estado el gobierno estadunidense montándose sobre el descontento y alentando las manifestaciones en el Islam con la intención de imponer en esos países gobiernos locales no menos represores pero sí más entreguistas, está ya siendo frenada pues corre el riesgo de volverse en contra de sus intereses, y es evidente que se busca, en Túnez como en Egipto, que las presiones y negociaciones a nivel cupular sustituyan a las movilizaciones a fin de que, una vez más, se le confisquen a esos pueblos sus derechos y lo único que se logre sea precisamente lo contrario de lo que ellos quieren, pero el escenario es crítico porque hay fuerzas políticas impredecibles, como el Islam y el ejército.
10. En México, en tanto, donde las instituciones del Estado han sido convertidas en los últimos 25 años por los tecnócratas priístas y los yuppies del PAN en un aparato de simulación al servicio de las trasnacionales, y los procesos electorales adquieren cada vez más los rasgos de una farsa, en la que al pueblo se le quiere dar el papel de comparsa porque, vote como vote, no le permiten cambiar nada, la calle, sin embargo, está adquiriendo una nueva dimensión, pues no se está dejando a los mexicanos otra alternativa que la de las movilizaciones.
martes, enero 25, 2011
El Valor de la Verdad.
Los chavitos
Pedro Miguel
Son un grupo pequeñito y aguerrido. Infligieron un grave daño al desorden mundial imperante, y lo saben. Se han hecho detestables para un puñado de poderosos –para los más poderosos del mundo, de seguro– y se han ganado la admiración, la solidaridad y la gratitud de millones de personas. Nada parecido a una organización ni a un tejido. Es, simplemente, un estado de ánimo fundado en la recuperación de la verdad. Nos habíamos acostumbrado a que un montón de hipócritas y de maleantes –hipócrita, Obama, aunque hable con ritmo de rap; maleante, Bush, con su acento de predicador analfabeto– nos devaluaran esa palabra hasta el grado de suponer que su contenido era inexistente. Y gracias a este puñado de chavales locos y delirantes, nos reencontramos con ella, redescubrimos su sabor ácido y amargo y dulce al mismo tiempo, y caempos en la cuenta de cuánto y por cuántos años nos ha sido escamoteada.
Había sido tan eficiente ese secuestro de la verdad que nos habíamos habituado a remplazarla por la sospecha. Atábamos cabos y concluíamos, de manera indirecta, que son minoría los gobernantes honestos; que Washington gira órdenes a los presidentes sumisos y trastoca las soberanías; que en Occidente se gobierna en función de los intereses del capital –por muy demócratas y hasta socialdemócratas que se digan los gobernantes– y no para satisfacer las necesidades de la gente. Analizábamos. Especulábamos. Ahora estamos confirmando nuestras hipótesis, una a una, sopeándolas en el caldo agridulce, balsámico y doloroso de la verdad.
Ellos, chavas y chavos audaces, responsables hasta la exageración, y perseguidos por los máximos poderes planetarios, se dan cuenta de lo que han hecho y actúan en consecuencia. Ninguno supera la cuarentena; parece ser que pocos de ellos llegan a la treintena. Viven a salto de mata, escondidos hasta de su aliento, huyendo de un peligro más que real. No duermen. Actúan con la prisa que les falta a los condenados a muerte porque ellos están, en cambio, condenados a vivir. Van a fondo. Se esmeran en hacer lo que está más allá de sus energías y más allá de las mezquinas 24 horas. Saben que en cualquier momento puede caerles encima un enjambre formado por las agrupaciones policiales de una docena de países. Están al tanto de la furia que han causado. Saben que las maquinarias del poder trabajan para forzar las ideas, la lógica y el sentido de las palabras hasta lograr que el esclarecimiento y la transparencia se vuelvan sinónimos de terrorismo.
¿Y por qué? Pues porque han infligido al poderío estadunidense el mayor da- ño desde septiembre de 2001. La arrogancia del imperio no se había cimbrado así desde hace muchos años, o más bien desde nunca. Y peor: los ataques terroristas contra Nueva York y Washington dieron a Bush el pretexto que requería para restaurar la dominación militar planetaria.
Las revelaciones sobre la ruindad institucional de la diplomacia gringa, en cambio, sólo les aporta vergüenza, y ningún motivo de orgullo, recuerdo u homenaje. Estos chavos no han hecho correr la sangre ni han provocado la destrucción material para lograr sus objetivos. Ellos, para realizar su labor genial, teclean en unas macs baratas, codifican y decodifican su información con la destreza del marinero que acomoda las velas para aprovechar el viento del norte y avanzar al oeste. Por ejemplo.
Se han organizado en guardias, discuten entre ellos a profundidad y en superficialidad, permanecen horas y horas atentos al pulso de Internet, se movilizan en sigilo y en total silenco radio para no llamar la aención de la jauría. Y mientras desnudan ante el mundo el orden criminal, inescrupuloso y desastroso de los gobiernos, toman turnos para cocinar, barrer, ir de compras y lavar platos.
Ninguno de ellos ha llegado a los cuarenta, pero todos tienen miles de horas de vuelo acumuladas. Ya podrán narrar a sus hijos, a sus nietos y a sus bznietos, la forma en la que pusieron a temblar al mundo establecido.
Bien administrada en Hollywood, cada una de esas vidas valdría millones. Pero, mientras avanzan en el armado del rompecabezas de horror del que sólo conocemos las primeras piezas, ellos prefieren distribuirse las tareas domésticas en alguna casa de esa Europa desgastada que, con ellos y desde ellos, se mira joven; siguen escapando de la oscuridad y de la turbiedad, y esa huída permanente nos ilumina a todos, aunque no queramos. Merecen nuestra solidaridad y también, y sobre todo, nuestro afecto.
navegaciones@yahoo.com - http://navegaciones.blogspot.com - http://Twitter.com/Navegaciones
Pedro Miguel
Son un grupo pequeñito y aguerrido. Infligieron un grave daño al desorden mundial imperante, y lo saben. Se han hecho detestables para un puñado de poderosos –para los más poderosos del mundo, de seguro– y se han ganado la admiración, la solidaridad y la gratitud de millones de personas. Nada parecido a una organización ni a un tejido. Es, simplemente, un estado de ánimo fundado en la recuperación de la verdad. Nos habíamos acostumbrado a que un montón de hipócritas y de maleantes –hipócrita, Obama, aunque hable con ritmo de rap; maleante, Bush, con su acento de predicador analfabeto– nos devaluaran esa palabra hasta el grado de suponer que su contenido era inexistente. Y gracias a este puñado de chavales locos y delirantes, nos reencontramos con ella, redescubrimos su sabor ácido y amargo y dulce al mismo tiempo, y caempos en la cuenta de cuánto y por cuántos años nos ha sido escamoteada.
Había sido tan eficiente ese secuestro de la verdad que nos habíamos habituado a remplazarla por la sospecha. Atábamos cabos y concluíamos, de manera indirecta, que son minoría los gobernantes honestos; que Washington gira órdenes a los presidentes sumisos y trastoca las soberanías; que en Occidente se gobierna en función de los intereses del capital –por muy demócratas y hasta socialdemócratas que se digan los gobernantes– y no para satisfacer las necesidades de la gente. Analizábamos. Especulábamos. Ahora estamos confirmando nuestras hipótesis, una a una, sopeándolas en el caldo agridulce, balsámico y doloroso de la verdad.
Ellos, chavas y chavos audaces, responsables hasta la exageración, y perseguidos por los máximos poderes planetarios, se dan cuenta de lo que han hecho y actúan en consecuencia. Ninguno supera la cuarentena; parece ser que pocos de ellos llegan a la treintena. Viven a salto de mata, escondidos hasta de su aliento, huyendo de un peligro más que real. No duermen. Actúan con la prisa que les falta a los condenados a muerte porque ellos están, en cambio, condenados a vivir. Van a fondo. Se esmeran en hacer lo que está más allá de sus energías y más allá de las mezquinas 24 horas. Saben que en cualquier momento puede caerles encima un enjambre formado por las agrupaciones policiales de una docena de países. Están al tanto de la furia que han causado. Saben que las maquinarias del poder trabajan para forzar las ideas, la lógica y el sentido de las palabras hasta lograr que el esclarecimiento y la transparencia se vuelvan sinónimos de terrorismo.
¿Y por qué? Pues porque han infligido al poderío estadunidense el mayor da- ño desde septiembre de 2001. La arrogancia del imperio no se había cimbrado así desde hace muchos años, o más bien desde nunca. Y peor: los ataques terroristas contra Nueva York y Washington dieron a Bush el pretexto que requería para restaurar la dominación militar planetaria.
Las revelaciones sobre la ruindad institucional de la diplomacia gringa, en cambio, sólo les aporta vergüenza, y ningún motivo de orgullo, recuerdo u homenaje. Estos chavos no han hecho correr la sangre ni han provocado la destrucción material para lograr sus objetivos. Ellos, para realizar su labor genial, teclean en unas macs baratas, codifican y decodifican su información con la destreza del marinero que acomoda las velas para aprovechar el viento del norte y avanzar al oeste. Por ejemplo.
Se han organizado en guardias, discuten entre ellos a profundidad y en superficialidad, permanecen horas y horas atentos al pulso de Internet, se movilizan en sigilo y en total silenco radio para no llamar la aención de la jauría. Y mientras desnudan ante el mundo el orden criminal, inescrupuloso y desastroso de los gobiernos, toman turnos para cocinar, barrer, ir de compras y lavar platos.
Ninguno de ellos ha llegado a los cuarenta, pero todos tienen miles de horas de vuelo acumuladas. Ya podrán narrar a sus hijos, a sus nietos y a sus bznietos, la forma en la que pusieron a temblar al mundo establecido.
Bien administrada en Hollywood, cada una de esas vidas valdría millones. Pero, mientras avanzan en el armado del rompecabezas de horror del que sólo conocemos las primeras piezas, ellos prefieren distribuirse las tareas domésticas en alguna casa de esa Europa desgastada que, con ellos y desde ellos, se mira joven; siguen escapando de la oscuridad y de la turbiedad, y esa huída permanente nos ilumina a todos, aunque no queramos. Merecen nuestra solidaridad y también, y sobre todo, nuestro afecto.
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viernes, enero 21, 2011
México. Degradación Política.
Glosario de la “guerra contra el narcotráfico” en México
Gilberto López y Rivas
El gobierno de Felipe Calderón ha trascendido en el ámbito noticioso mundial a partir de su anunciada guerra contra el narcotráfico”. Como además resulta que recientemente anunció que no anunció lo que anunció, considero conveniente ofrecer un glosario de términos claves para mayor comprensión de los analistas extranjeros que frecuentemente se interrogan sobre la escalofriante y trágica realidad mexicana.
1) Guerra contra el narcotráfico. Eufemismo con el que se pretende ocultar: a) la estrategia de un usurpador para afianzarse en el poder; b) el emplazamiento del Ejército en todo el territorio como fuerza de ocupación represiva; c) el apoyo a uno de los cárteles frente a sus rivales a través de una carnicería sin fin; d) el incremento del enriquecimiento inexplicable de una buena parte de la jerarquía castrense, policiaca, judicial, religiosa y de la clase política en general; e) el afianzamiento de la injerencia y control de Estados Unidos sobre México; f) la criminalización de los movimientos sociales; g) la guerra social contra jóvenes y pobres y la guerra sucia contra los opositores. 2) Guerra sucia. Crimen de Estado que al margen de la Constitución tiene como propósito el aniquilamiento de los considerados “enemigos internos” por medio de su localización, seguimiento, captura, interrogatorio a través de la tortura, mantenimiento en cárceles clandestinas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas armadas, agentes policiacos, de inteligencia y grupos paramilitares que actúan bajo las órdenes –usualmente– de la sección segunda del Ejército. 3) Estado fallido: a) término utilizado para describir a los gobiernos trasnacionalizados y colaboracionistas que fallan en todas sus tareas sociales, mientras fortalecen sus aparatos y estrategias privatizadoras, desnacionalizadoras y represivas; b) también es utilizado para justificar la ocupación militar de países, obviamente humanitaria y democratizadora, de Estados Unidos, cuyos ejemplos más recientes son Irak y Afganistán.
4) Crimen organizado: a) empresa diversificada y floreciente que constituye la faceta clandestina y delincuencial del sistema –también organizado– de explotación imperante; b) corporación paralela que retroalimenta la economía formal a través de una constante circulación o flujo de efectivo; c) modus vivendi de al menos 500 mil familias mexicanas. 5) Comandante supremo. Grado que recurrentemente ostenta Felipe Calderón a través de casacas militares de tallas grandes, quepis de cinco estrellas y una águila, en ceremonias, ejercicios y desfiles marciales en los que expresa su vocación frustrada o su trauma por no haber jugado de niño con soldaditos de plomo. 6) Búnker presidencial. Costoso y supuestamente secretísimo espacio donde juega Felipillo a la guerra.
7) “Vamos ganando la guerra”. Estribillo repetido por el ocurrente comandante supremo ante el incremento anual en el número de muertes que hasta ahora ofrece más de 34 mil bajas en lo que va de su sexenio; esta declaración puede variar con otras frases igualmente ingeniosas y originales como “la violencia viene de los violentos”, “haremos retroceder a la delincuencia”, “los mexicanos estamos en pie”, etcétera. 8) Retén militar. Bloqueo en calles y carreteras del país utilizado por el Ejército para asesinar a civiles indefensos, a quienes sin excepción se culpa de ser parte del “crimen organizado”. 9) Daño colateral. Otro sarcasmo manejado por los voceros de Sedena y los medios desinformativos para justificar los asesinatos de civiles inocentes y desarmados, que incluyen una alta proporción de mujeres y niños y que son perpetrados por fuerzas militares o policiacas en enfrentamientos armados diarios.
10) Fuero militar. Permiso para matar; protección ilegal e inconstitucional para garantizar la impunidad de los militares en los numerosos casos de abusos y asesinatos de población civil. 11) Recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Documentos siempre condenatorios que las autoridades civiles y militares mexicanas tiran al cesto de la basura sin haberlos leído. 12) Iniciativa Mérida: a) negocio redondo de Estados Unidos y sus socios menores mexicanos en el que se otorga dinero al gobierno mexicano para que lo gaste comprando equipos, servicios y armas a empresas casualmente estadunidenses; b) medio a través del cual agentes de todos los servicios de inteligencia de Estados Unidos se establecen en México con funciones operativas sancionadas por la Constitución pero apoyadas abierta o solapadamente por el gobierno colaboracionista de Felipe Calderón.
13) Armada de México. Cuerpo castrense –los marines mexicanos– afín a Estados Unidos, cuyos comandos operan cuando en una plaza en pugna el Ejército está tan involucrado con los chicos malos que no resulta confiable; se espera que en poco tiempo este grupo de elite tampoco sea confiable. 14) Procuraduría General de la República, Secretaría de Seguridad Pública y Agencia Federal de Investigación. Organismos costosos e inservibles para contener el avance del crimen organizado, las ejecuciones de los cárteles de la droga en México y garantizar una seguridad pública efectiva, profesional y respetuosa de los derechos humanos de los ciudadanos; por esta razón, el comandante supremo utiliza a las fuerzas armadas que –como se ha demostrado en estos cuatro años– tampoco pueden con la delincuencia organizada, incrementan en gran número las ejecuciones sumarias, no garantizan la seguridad pública de extensas regiones del país y, sobre todo, no respetan los derechos humanos. 15) Estadística aplicada. Incremento sostenido en: a) la cantidad mensual de muertos por violencia en México; b) los ingresos irrestrictos de la industria y el comercio de armas en Estados Unidos.
¡No más sangre!
Gilberto López y Rivas
El gobierno de Felipe Calderón ha trascendido en el ámbito noticioso mundial a partir de su anunciada guerra contra el narcotráfico”. Como además resulta que recientemente anunció que no anunció lo que anunció, considero conveniente ofrecer un glosario de términos claves para mayor comprensión de los analistas extranjeros que frecuentemente se interrogan sobre la escalofriante y trágica realidad mexicana.
1) Guerra contra el narcotráfico. Eufemismo con el que se pretende ocultar: a) la estrategia de un usurpador para afianzarse en el poder; b) el emplazamiento del Ejército en todo el territorio como fuerza de ocupación represiva; c) el apoyo a uno de los cárteles frente a sus rivales a través de una carnicería sin fin; d) el incremento del enriquecimiento inexplicable de una buena parte de la jerarquía castrense, policiaca, judicial, religiosa y de la clase política en general; e) el afianzamiento de la injerencia y control de Estados Unidos sobre México; f) la criminalización de los movimientos sociales; g) la guerra social contra jóvenes y pobres y la guerra sucia contra los opositores. 2) Guerra sucia. Crimen de Estado que al margen de la Constitución tiene como propósito el aniquilamiento de los considerados “enemigos internos” por medio de su localización, seguimiento, captura, interrogatorio a través de la tortura, mantenimiento en cárceles clandestinas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales por parte de las fuerzas armadas, agentes policiacos, de inteligencia y grupos paramilitares que actúan bajo las órdenes –usualmente– de la sección segunda del Ejército. 3) Estado fallido: a) término utilizado para describir a los gobiernos trasnacionalizados y colaboracionistas que fallan en todas sus tareas sociales, mientras fortalecen sus aparatos y estrategias privatizadoras, desnacionalizadoras y represivas; b) también es utilizado para justificar la ocupación militar de países, obviamente humanitaria y democratizadora, de Estados Unidos, cuyos ejemplos más recientes son Irak y Afganistán.
4) Crimen organizado: a) empresa diversificada y floreciente que constituye la faceta clandestina y delincuencial del sistema –también organizado– de explotación imperante; b) corporación paralela que retroalimenta la economía formal a través de una constante circulación o flujo de efectivo; c) modus vivendi de al menos 500 mil familias mexicanas. 5) Comandante supremo. Grado que recurrentemente ostenta Felipe Calderón a través de casacas militares de tallas grandes, quepis de cinco estrellas y una águila, en ceremonias, ejercicios y desfiles marciales en los que expresa su vocación frustrada o su trauma por no haber jugado de niño con soldaditos de plomo. 6) Búnker presidencial. Costoso y supuestamente secretísimo espacio donde juega Felipillo a la guerra.
7) “Vamos ganando la guerra”. Estribillo repetido por el ocurrente comandante supremo ante el incremento anual en el número de muertes que hasta ahora ofrece más de 34 mil bajas en lo que va de su sexenio; esta declaración puede variar con otras frases igualmente ingeniosas y originales como “la violencia viene de los violentos”, “haremos retroceder a la delincuencia”, “los mexicanos estamos en pie”, etcétera. 8) Retén militar. Bloqueo en calles y carreteras del país utilizado por el Ejército para asesinar a civiles indefensos, a quienes sin excepción se culpa de ser parte del “crimen organizado”. 9) Daño colateral. Otro sarcasmo manejado por los voceros de Sedena y los medios desinformativos para justificar los asesinatos de civiles inocentes y desarmados, que incluyen una alta proporción de mujeres y niños y que son perpetrados por fuerzas militares o policiacas en enfrentamientos armados diarios.
10) Fuero militar. Permiso para matar; protección ilegal e inconstitucional para garantizar la impunidad de los militares en los numerosos casos de abusos y asesinatos de población civil. 11) Recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Documentos siempre condenatorios que las autoridades civiles y militares mexicanas tiran al cesto de la basura sin haberlos leído. 12) Iniciativa Mérida: a) negocio redondo de Estados Unidos y sus socios menores mexicanos en el que se otorga dinero al gobierno mexicano para que lo gaste comprando equipos, servicios y armas a empresas casualmente estadunidenses; b) medio a través del cual agentes de todos los servicios de inteligencia de Estados Unidos se establecen en México con funciones operativas sancionadas por la Constitución pero apoyadas abierta o solapadamente por el gobierno colaboracionista de Felipe Calderón.
13) Armada de México. Cuerpo castrense –los marines mexicanos– afín a Estados Unidos, cuyos comandos operan cuando en una plaza en pugna el Ejército está tan involucrado con los chicos malos que no resulta confiable; se espera que en poco tiempo este grupo de elite tampoco sea confiable. 14) Procuraduría General de la República, Secretaría de Seguridad Pública y Agencia Federal de Investigación. Organismos costosos e inservibles para contener el avance del crimen organizado, las ejecuciones de los cárteles de la droga en México y garantizar una seguridad pública efectiva, profesional y respetuosa de los derechos humanos de los ciudadanos; por esta razón, el comandante supremo utiliza a las fuerzas armadas que –como se ha demostrado en estos cuatro años– tampoco pueden con la delincuencia organizada, incrementan en gran número las ejecuciones sumarias, no garantizan la seguridad pública de extensas regiones del país y, sobre todo, no respetan los derechos humanos. 15) Estadística aplicada. Incremento sostenido en: a) la cantidad mensual de muertos por violencia en México; b) los ingresos irrestrictos de la industria y el comercio de armas en Estados Unidos.
¡No más sangre!
La Marina. "Responsabilidad Criminal"
La Marina
Luis Javier Garrido
El violento rechazo del titular de la Marina y de la prensa oficialista a dos recomendaciones de la CNDH al iniciarse este 2011 abre nuevas amenazas para el futuro del país, al que el régimen calderonista de facto hunde cada vez más en la ilegalidad.
1. Las políticas fundadas en una abierta y permanente violación de la legalidad constitucional de un país, y que en el siglo XXI carecen del mínimo consenso social, no pueden de ninguna manera resolver los grandes problemas de una nación, pero la ultraderecha mexicana, en su obsesión de mantener el poder tras el 2012, no quiere dar marcha atrás en su descabellada “guerra contra el narco”, a pesar de los innumerables casos de violaciones a los derechos fundamentales de los mexicanos que sigue cometiendo en el curso de una guerra perdida de antemano, como acontece ahora con la Marina.
2. El desastre institucional al que ha llevado al país el gobierno de Felipe Calderón ha conducido a que las costas e islas de la República se hallen abandonadas a merced de la marina estadunidense, de las corporaciones trasnacionales y de los piratas pesqueros japoneses, mientras los marinos mexicanos andan desbocados por todo el país disfrazados de policías tras haber recibido una mínima capacitación por agencias de Estados Unidos.
3. La Marina ha estado en el centro de una serie de acusaciones muy graves en los años del panismo, al menos por cuatro motivos fundados: a) por no cumplir con sus tareas constitucionales y legales de salvaguardar la soberanía nacional, vigilando las costas y el mar territorial de México; b) por actuar en “la guerra contra el narco” de Felipe Calderón en absoluta transgresión al marco constitucional, asumiendo tareas que no le competen; c) por haber abandonado, en el marco de esta “guerra” de los panistas, su papel constitucional como una institución de la nación, para actuar en los hechos en abierta subordinación a las agencias de seguridad de Estados Unidos; y d) ahora, más recientemente, por estar cometiendo una serie de violaciones a los derechos humanos de los mexicanos que constituyen delitos de lesa humanidad. La Secretaría de Marina había tenido ante esos señalamientos un elocuente silencio, hasta que en días pasados ha brincado ante las acusaciones que se le han hecho de violaciones a los derechos humanos en ejercicio indebido de funciones que no le corresponden.
4. En el curso de estos años ha sido evidente que la Secretaría de Marina-Armada de México, como ahora le ha dado por llamarse, ha actuado por su indolencia en abierta complicidad con intereses públicos y privados de otros países, dejando desprotegidas las costas, las islas y el mar territorial, lo que evidencia esta colusión de sus altos oficiales con intereses políticos y comerciales de Estados Unidos, Japón y otros países. La vigente Ley Orgánica de la Administración Pública Federal del 17 de junio de 2009 establece, sin embargo, en su artículo 30, fracción IV, que a la Secretaría de Marina compete “ejercer la soberanía en el mar territorial, su espacio aéreo y costas del territorio” y vigilar “las zonas marinas mexicanas”, lo que no hace, dedicándose a lo que por otra parte expresamente le prohíbe hacer el artículo 21 constitucional: investigar los delitos y actuar como cuerpo policiaco.
5. La presunta “guerra” de Felipe Calderón contra el narco, que ahora éste pretende que no lo es, aunque así la llamó durante años, dio un papel relevante a los marinos mexicanos porque, según revelaron los papeles de Wikileaks en 2010, éstos aparecieron mucho más “confiables” que los militares mexicanos a las fuerzas de seguridad de Estados Unidos, relegando así a un Ejército que la administración Obama puso bajo sospecha, aunque quizás debieron decir más “dúctiles” o “entreguistas”. Así aparecieron los marinos mexicanos en escena con toda su barbarie e ilegalidad el 16 de diciembre de 2009 en Cuernavaca, ejecutando por órdenes superiores al presunto capo Arturo Beltrán Leyva en un operativo que fue ampliamente condenado por mútilples sectores por los delitos que ahí cometieron elementos de la Secretaría de Marina, que están ya siendo denunciados por la CNDH, y desde entonces no han ocultado su papel como los consentidos de la DEA y el Departamento de Estado.
6. La reacción hace unos días del almirante Francisco Saynez, secretario de Marina, negándose a atender las recomendaciones 72 y 83 de 2009 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos sobre la responsabilidad criminal de varios marinos en la muerte de dos civiles, escudándose en la “razón de Estado”, anteponiendo los privilegios que se otorga a sí mismo a los derechos de los mexicanos, afirmando que “no se pondrá en riesgo a marinos” y exigiendo plena libertad para sus operativos (La Jornada, 19 de enero), así como la campaña subsecuente en los medios oficialistas para descalificar a la CNDH, no son por consiguiente más que nuevos signos ominosos de la fascistización creciente del régimen calderonista.
7. No debe olvidarse que el papel de los marinos al actuar como cuerpos policiacos o al intervenir en golpes de Estado en diversos casos en América Latina ha sido con frecuencia mucho más nefasto que el de los ejércitos, como lo evidenció entre otros el caso de Chile, donde en 1973 el almirante Toribio Merino actuó con la misma lógica que tiene hoy el almirante Francisco Saynez, que con razón Julio Hernández llamaba ayer en su columna de La Jornada una variante de las fórmulas de la llamada “obediencia debida”.
8. El origen de la situación cada vez más desastrosa a la que se está llevando al país se halla sin duda en el desprecio que los panistas tienen desde 1939 –año en que se funda su partido– por la Constitución General de la República, que sustentó al régimen político mexicano del siglo XX, el que se hallan empeñados en destruir, sin tener otra propuesta para sustituirlo que la que se observa todos los días: propiciar por un lado que la Iglesia católica acreciente su poderío material e ideológico y por el otro entregar ciegamente a México a la especulación de las grandes corporaciones trasnacionales, lo que los ha llevado a subordinar las instituciones de la República al gobierno de Washington, como es el caso de la Marina-Armada de México.
9. La respuesta del gobierno de Felipe Calderón ante el desastre institucional cada vez mayor en el que hunde a México con sus desastrosas decisiones no ha sido otro que el de seguir exigiendo, por un lado, que en materia de seguridad nacional se expidan leyes que permitan todas sus tropelías: acotando los derechos humanos, cancelando el federalismo y el municipio libre y haciendo viable el funcionamiento de las agencias estadunidenses en México. Y que en materia económica y social se acelere el desmantelamiento de la Constitución de 1917 para hacer inexistentes los derechos originarios de la nación y poder eliminar trabas para que el capital multinacional se apodere del país. Eso y no otra cosa es lo que llaman las “reformas modernizadoras”, que están urgiendo al Congreso aprobar.
10. El retorno del país a la legalidad es por todo esto un presupuesto fundamental para que México pueda iniciar su reconstrucción y esa tarea es la que aguarda al próximo gobierno, que moral y políticamente no puede estar ya en manos de la derecha.
Luis Javier Garrido
El violento rechazo del titular de la Marina y de la prensa oficialista a dos recomendaciones de la CNDH al iniciarse este 2011 abre nuevas amenazas para el futuro del país, al que el régimen calderonista de facto hunde cada vez más en la ilegalidad.
1. Las políticas fundadas en una abierta y permanente violación de la legalidad constitucional de un país, y que en el siglo XXI carecen del mínimo consenso social, no pueden de ninguna manera resolver los grandes problemas de una nación, pero la ultraderecha mexicana, en su obsesión de mantener el poder tras el 2012, no quiere dar marcha atrás en su descabellada “guerra contra el narco”, a pesar de los innumerables casos de violaciones a los derechos fundamentales de los mexicanos que sigue cometiendo en el curso de una guerra perdida de antemano, como acontece ahora con la Marina.
2. El desastre institucional al que ha llevado al país el gobierno de Felipe Calderón ha conducido a que las costas e islas de la República se hallen abandonadas a merced de la marina estadunidense, de las corporaciones trasnacionales y de los piratas pesqueros japoneses, mientras los marinos mexicanos andan desbocados por todo el país disfrazados de policías tras haber recibido una mínima capacitación por agencias de Estados Unidos.
3. La Marina ha estado en el centro de una serie de acusaciones muy graves en los años del panismo, al menos por cuatro motivos fundados: a) por no cumplir con sus tareas constitucionales y legales de salvaguardar la soberanía nacional, vigilando las costas y el mar territorial de México; b) por actuar en “la guerra contra el narco” de Felipe Calderón en absoluta transgresión al marco constitucional, asumiendo tareas que no le competen; c) por haber abandonado, en el marco de esta “guerra” de los panistas, su papel constitucional como una institución de la nación, para actuar en los hechos en abierta subordinación a las agencias de seguridad de Estados Unidos; y d) ahora, más recientemente, por estar cometiendo una serie de violaciones a los derechos humanos de los mexicanos que constituyen delitos de lesa humanidad. La Secretaría de Marina había tenido ante esos señalamientos un elocuente silencio, hasta que en días pasados ha brincado ante las acusaciones que se le han hecho de violaciones a los derechos humanos en ejercicio indebido de funciones que no le corresponden.
4. En el curso de estos años ha sido evidente que la Secretaría de Marina-Armada de México, como ahora le ha dado por llamarse, ha actuado por su indolencia en abierta complicidad con intereses públicos y privados de otros países, dejando desprotegidas las costas, las islas y el mar territorial, lo que evidencia esta colusión de sus altos oficiales con intereses políticos y comerciales de Estados Unidos, Japón y otros países. La vigente Ley Orgánica de la Administración Pública Federal del 17 de junio de 2009 establece, sin embargo, en su artículo 30, fracción IV, que a la Secretaría de Marina compete “ejercer la soberanía en el mar territorial, su espacio aéreo y costas del territorio” y vigilar “las zonas marinas mexicanas”, lo que no hace, dedicándose a lo que por otra parte expresamente le prohíbe hacer el artículo 21 constitucional: investigar los delitos y actuar como cuerpo policiaco.
5. La presunta “guerra” de Felipe Calderón contra el narco, que ahora éste pretende que no lo es, aunque así la llamó durante años, dio un papel relevante a los marinos mexicanos porque, según revelaron los papeles de Wikileaks en 2010, éstos aparecieron mucho más “confiables” que los militares mexicanos a las fuerzas de seguridad de Estados Unidos, relegando así a un Ejército que la administración Obama puso bajo sospecha, aunque quizás debieron decir más “dúctiles” o “entreguistas”. Así aparecieron los marinos mexicanos en escena con toda su barbarie e ilegalidad el 16 de diciembre de 2009 en Cuernavaca, ejecutando por órdenes superiores al presunto capo Arturo Beltrán Leyva en un operativo que fue ampliamente condenado por mútilples sectores por los delitos que ahí cometieron elementos de la Secretaría de Marina, que están ya siendo denunciados por la CNDH, y desde entonces no han ocultado su papel como los consentidos de la DEA y el Departamento de Estado.
6. La reacción hace unos días del almirante Francisco Saynez, secretario de Marina, negándose a atender las recomendaciones 72 y 83 de 2009 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos sobre la responsabilidad criminal de varios marinos en la muerte de dos civiles, escudándose en la “razón de Estado”, anteponiendo los privilegios que se otorga a sí mismo a los derechos de los mexicanos, afirmando que “no se pondrá en riesgo a marinos” y exigiendo plena libertad para sus operativos (La Jornada, 19 de enero), así como la campaña subsecuente en los medios oficialistas para descalificar a la CNDH, no son por consiguiente más que nuevos signos ominosos de la fascistización creciente del régimen calderonista.
7. No debe olvidarse que el papel de los marinos al actuar como cuerpos policiacos o al intervenir en golpes de Estado en diversos casos en América Latina ha sido con frecuencia mucho más nefasto que el de los ejércitos, como lo evidenció entre otros el caso de Chile, donde en 1973 el almirante Toribio Merino actuó con la misma lógica que tiene hoy el almirante Francisco Saynez, que con razón Julio Hernández llamaba ayer en su columna de La Jornada una variante de las fórmulas de la llamada “obediencia debida”.
8. El origen de la situación cada vez más desastrosa a la que se está llevando al país se halla sin duda en el desprecio que los panistas tienen desde 1939 –año en que se funda su partido– por la Constitución General de la República, que sustentó al régimen político mexicano del siglo XX, el que se hallan empeñados en destruir, sin tener otra propuesta para sustituirlo que la que se observa todos los días: propiciar por un lado que la Iglesia católica acreciente su poderío material e ideológico y por el otro entregar ciegamente a México a la especulación de las grandes corporaciones trasnacionales, lo que los ha llevado a subordinar las instituciones de la República al gobierno de Washington, como es el caso de la Marina-Armada de México.
9. La respuesta del gobierno de Felipe Calderón ante el desastre institucional cada vez mayor en el que hunde a México con sus desastrosas decisiones no ha sido otro que el de seguir exigiendo, por un lado, que en materia de seguridad nacional se expidan leyes que permitan todas sus tropelías: acotando los derechos humanos, cancelando el federalismo y el municipio libre y haciendo viable el funcionamiento de las agencias estadunidenses en México. Y que en materia económica y social se acelere el desmantelamiento de la Constitución de 1917 para hacer inexistentes los derechos originarios de la nación y poder eliminar trabas para que el capital multinacional se apodere del país. Eso y no otra cosa es lo que llaman las “reformas modernizadoras”, que están urgiendo al Congreso aprobar.
10. El retorno del país a la legalidad es por todo esto un presupuesto fundamental para que México pueda iniciar su reconstrucción y esa tarea es la que aguarda al próximo gobierno, que moral y políticamente no puede estar ya en manos de la derecha.
miércoles, enero 12, 2011
No más sangre
Astillero
No más sangre
Protestas y muerte
Marisela y Susana
Quique, a salvo
Julio Hernández López
Pronto se cumplirá el primer mes de la ejecución de Marisela Escobedo, la madre que armada de su puro valor personal indagó y presionó para que fuera castigado el asesino de su hija, y ya ayer se conoció el caso de otra mujer en lucha contra injusticias que ha sido desprovista de vida, Susana Chávez, activa denunciante de crímenes de género cometidos en Ciudad Juárez y de otros abusos practicados por diversas vertientes de los poderes que rigen el curso de sociedades como la de Chihuahua.
Caída el pasado 16 de diciembre frente al palacio estatal de gobierno, en la ciudad capital, Marisela no cerró con su propia sangre el ciclo de desgracia decretado en su contra por intocables o inalcanzables delincuentes no oficiales –en apariencia, según todos los datos publicados hasta ahora, un miembro de tropa de uno de los cárteles en pugna en aquella región–, pues el resto de su familia y su cercanía afectiva han sido atacados por manos presuntamente relacionadas con el narcotráfico para no dejar en pie ningún ánimo de denuncia o combatividad a cuenta del crimen original, el realizado contra la joven Rubí, o de la pasividad y posible complicidad de funcionarios chihuahuenses y federales para mantener el caso impune. La irritación nacional causada por el asesinato de Marisela, el inmediato ataque a una maderería propiedad de su compañero sentimental y el homicidio de un hermano de éste, además de las amenazas a los hijos sobrevivientes, que luego pedirían asilo en Estados Unidos, duró apenas unas 72 horas antes de ser desplazada por el espectáculo de transmisión en vivo que protagonizó Diego Fernández de Cevallos a título de su reaparición pública.
Ahora, justamente cuando va prendiendo (mediante una campaña impulsada por los maestros Eduardo del Río, Rius, y Julio Scherer García) una primera forma de masiva protesta pública contra el baño de sangre a que el calderonismo ha sometido a la nación, se conoce del homicidio de alguien que no había optado por la denuncia y la manifestación públicas solamente en función de agravios directos (el asesinato de hijos, por ejemplo) sino en cumplimiento de una visión y un compromiso más amplios, relacionados con la búsqueda de justicia social (no solamente individual) y con plena conciencia de que los males del país tienen una razón estructural que debe combatirse mediante acciones políticas. Susana Chávez defendía a las mujeres en general y denunciaba y exigía justicia en particular en los casos Las Muertas de Juárez. Ella, Susana, a quien algunos atribuyen la creación o el lanzamiento de la frase “Ni una muerta más”, es hoy un agregado numérico a la nómina de la vergüenza institucional: fue torturada y asesinada, con el detalle macabro del cercenamiento de su mano izquierda.
Los casos de Marisela y Susana tienen contextos que se complementan: en el de la madre de la asesinada Rubí asoman claramente los rasgos de la impunidad retadora del narcotráfico y de la manipulación y compra de los sistemas institucionales de procuración e impartición de justicia, a tal grado que hoy el aparato gubernamental pretende condenar a jueces, ministerios públicos y policías con propósitos escenográficos y temporales, concebidos para acallar críticas y enfilar luego el expediente al cementerio del olvido. Los presuntos asesinos de Susana, en cambio, son tres menores de edad, adolescentes homicidas que constituyen una muestra del saldo terrible que dejan las décadas de injusticia social que ahora estallan por las vías de los crímenes aparentemente incomprensibles, las consecuencias monstruosas de un sistema político y económico que ha empujado a parte de su población a la comisión de crímenes como revancha, negocio, u ocurrencia circunstancial.
En el fondo, se está frente a expresiones de la gran descomposición nacional pero, particularmente, del proceso de control social mediante el miedo. Armine Arjona, amiga de Susana, dijo, según reporta en http://bit.ly/g3AisT El Diario de Ciudad Juárez: “Ha habido una especie de persecución en contra de quien levante la voz, por eso en las últimas marchas las mujeres han llevado el rostro cubierto, porque hay un temor real, hay una persecución a lo mejor sutilmente disfrazada, pero sí está habiendo una persecución contra el activismo social y una prueba es el crimen de Marisela tan reciente y el asesinato de Susana”.
En otro extremo del país, el sacerdote católico Alejandro Solalinde, quien ha levantado la voz y ha actuado en defensa de los migrantes centroamericanos rumbo al norte, y que por ello está en la mira de los delincuentes que se mueven de acuerdo con funcionarios regionales, ha demandado que Genaro García Luna, el secretario federal de Seguridad Pública, defina de qué lado está, si con Los Zetas o con los migrantes, pues según el religioso esa instancia nacional no ha hecho nada mientras se multiplican los secuestros de esos viajeros sin documentación legal.
Sin riesgo, en cambio, ha quedado Enrique Peña Nieto, luego que los representantes de estados bajo gobierno priísta, más los de Guerrero y Michoacán (según información de Notimex) impidieron ayer que el Sistema Nacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres formara una comisión investigadora respecto a las agresiones y asesinatos contra mujeres en el estado de México, que estiman han llegado a 900 en los cinco años recientes.
Pero, hoy, protestar y disentir ya es también causa de muerte violenta cuyos autores se confunden en el miasma calderónico en que conviven los delincuentes formalmente así identificados, los miembros de cárteles, los sicarios, y los agentes gubernamentales armados que actúan sin fundamento legal y a partir de llamadas “anónimas”, presuntas o reales, más los segmentos sociales putrefactos frente a los cuales no hay proyecto de rehabilitación ni salvación posible conforme a los lineamientos actuales de ejercicio del poder público. Y, mientras mueren 11 personas en el penal de Gómez Balazos, Durango, ¡hasta mañana, insistiendo en que “no más sangre”, “ya basta de sangre”!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
No más sangre
Protestas y muerte
Marisela y Susana
Quique, a salvo
Julio Hernández López
Pronto se cumplirá el primer mes de la ejecución de Marisela Escobedo, la madre que armada de su puro valor personal indagó y presionó para que fuera castigado el asesino de su hija, y ya ayer se conoció el caso de otra mujer en lucha contra injusticias que ha sido desprovista de vida, Susana Chávez, activa denunciante de crímenes de género cometidos en Ciudad Juárez y de otros abusos practicados por diversas vertientes de los poderes que rigen el curso de sociedades como la de Chihuahua.
Caída el pasado 16 de diciembre frente al palacio estatal de gobierno, en la ciudad capital, Marisela no cerró con su propia sangre el ciclo de desgracia decretado en su contra por intocables o inalcanzables delincuentes no oficiales –en apariencia, según todos los datos publicados hasta ahora, un miembro de tropa de uno de los cárteles en pugna en aquella región–, pues el resto de su familia y su cercanía afectiva han sido atacados por manos presuntamente relacionadas con el narcotráfico para no dejar en pie ningún ánimo de denuncia o combatividad a cuenta del crimen original, el realizado contra la joven Rubí, o de la pasividad y posible complicidad de funcionarios chihuahuenses y federales para mantener el caso impune. La irritación nacional causada por el asesinato de Marisela, el inmediato ataque a una maderería propiedad de su compañero sentimental y el homicidio de un hermano de éste, además de las amenazas a los hijos sobrevivientes, que luego pedirían asilo en Estados Unidos, duró apenas unas 72 horas antes de ser desplazada por el espectáculo de transmisión en vivo que protagonizó Diego Fernández de Cevallos a título de su reaparición pública.
Ahora, justamente cuando va prendiendo (mediante una campaña impulsada por los maestros Eduardo del Río, Rius, y Julio Scherer García) una primera forma de masiva protesta pública contra el baño de sangre a que el calderonismo ha sometido a la nación, se conoce del homicidio de alguien que no había optado por la denuncia y la manifestación públicas solamente en función de agravios directos (el asesinato de hijos, por ejemplo) sino en cumplimiento de una visión y un compromiso más amplios, relacionados con la búsqueda de justicia social (no solamente individual) y con plena conciencia de que los males del país tienen una razón estructural que debe combatirse mediante acciones políticas. Susana Chávez defendía a las mujeres en general y denunciaba y exigía justicia en particular en los casos Las Muertas de Juárez. Ella, Susana, a quien algunos atribuyen la creación o el lanzamiento de la frase “Ni una muerta más”, es hoy un agregado numérico a la nómina de la vergüenza institucional: fue torturada y asesinada, con el detalle macabro del cercenamiento de su mano izquierda.
Los casos de Marisela y Susana tienen contextos que se complementan: en el de la madre de la asesinada Rubí asoman claramente los rasgos de la impunidad retadora del narcotráfico y de la manipulación y compra de los sistemas institucionales de procuración e impartición de justicia, a tal grado que hoy el aparato gubernamental pretende condenar a jueces, ministerios públicos y policías con propósitos escenográficos y temporales, concebidos para acallar críticas y enfilar luego el expediente al cementerio del olvido. Los presuntos asesinos de Susana, en cambio, son tres menores de edad, adolescentes homicidas que constituyen una muestra del saldo terrible que dejan las décadas de injusticia social que ahora estallan por las vías de los crímenes aparentemente incomprensibles, las consecuencias monstruosas de un sistema político y económico que ha empujado a parte de su población a la comisión de crímenes como revancha, negocio, u ocurrencia circunstancial.
En el fondo, se está frente a expresiones de la gran descomposición nacional pero, particularmente, del proceso de control social mediante el miedo. Armine Arjona, amiga de Susana, dijo, según reporta en http://bit.ly/g3AisT El Diario de Ciudad Juárez: “Ha habido una especie de persecución en contra de quien levante la voz, por eso en las últimas marchas las mujeres han llevado el rostro cubierto, porque hay un temor real, hay una persecución a lo mejor sutilmente disfrazada, pero sí está habiendo una persecución contra el activismo social y una prueba es el crimen de Marisela tan reciente y el asesinato de Susana”.
En otro extremo del país, el sacerdote católico Alejandro Solalinde, quien ha levantado la voz y ha actuado en defensa de los migrantes centroamericanos rumbo al norte, y que por ello está en la mira de los delincuentes que se mueven de acuerdo con funcionarios regionales, ha demandado que Genaro García Luna, el secretario federal de Seguridad Pública, defina de qué lado está, si con Los Zetas o con los migrantes, pues según el religioso esa instancia nacional no ha hecho nada mientras se multiplican los secuestros de esos viajeros sin documentación legal.
Sin riesgo, en cambio, ha quedado Enrique Peña Nieto, luego que los representantes de estados bajo gobierno priísta, más los de Guerrero y Michoacán (según información de Notimex) impidieron ayer que el Sistema Nacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres formara una comisión investigadora respecto a las agresiones y asesinatos contra mujeres en el estado de México, que estiman han llegado a 900 en los cinco años recientes.
Pero, hoy, protestar y disentir ya es también causa de muerte violenta cuyos autores se confunden en el miasma calderónico en que conviven los delincuentes formalmente así identificados, los miembros de cárteles, los sicarios, y los agentes gubernamentales armados que actúan sin fundamento legal y a partir de llamadas “anónimas”, presuntas o reales, más los segmentos sociales putrefactos frente a los cuales no hay proyecto de rehabilitación ni salvación posible conforme a los lineamientos actuales de ejercicio del poder público. Y, mientras mueren 11 personas en el penal de Gómez Balazos, Durango, ¡hasta mañana, insistiendo en que “no más sangre”, “ya basta de sangre”!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
miércoles, diciembre 15, 2010
Wikileaks.
La Jornada
Contra el Establishment
En respaldo a Julian Assange
Michael Moore *
Amigos: este lunes, en la corte de magistrados de Westminster, en Londres, los abogados del fundador de Wikileaks, Julian Assange, presentaron un documento enviado por mí, el cual expresa que he aportado 20 mil dólares para la libertad bajo fianza de Assange.
Además, públicamente ofrezco el apoyo de mi sitio web, mis servidores, mis nombres de dominio y cuanto más pueda hacer para que Wikileaks siga vivo y floreciente y continúe su labor de exponer los crímenes urdidos y cometidos en secreto en nuestro nombre y con el dinero de nuestros impuestos.
Con una mentira nos llevaron a la guerra en Irak. Hoy, cientos de miles están muertos. Imaginemos lo que habría pasado si los hombres que planeaban esta guerra en 2002 hubieran tenido que enfrentarse a un Wikileaks. Tal vez no habrían logrado ponerla en marcha. La única razón por la que creyeron salirse con la suya fue porque tenían un velo de secreto garantizado. Hoy esa garantía se ha desgarrado, y espero que jamás puedan volver a operar en secreto.
¿Y entonces por qué, luego de prestar tan importante servicio público, está hoy bajo un ataque tan virulento? Porque ha destapado y avergonzado a quienes han ocultado la verdad. Los denuestos e imprecaciones han rebasado los límites:
El senador Joe Lieberman dice que Wikileaks “ha violado la Ley de Espionaje”.
George Packer, de The New Yorker, llama a Assange “supersigiloso, de pellejo delgado y megalómano”.
Sarah Palin sostiene que es “un agente antiestadunidense con las manos manchadas de sangre”, a quien habría que perseguir “con la misma urgencia con que perseguimos a Al Qaeda y los líderes del talibán”.
El demócrata Bob Beckel (director de la campaña de Walter Mondale en 1984) declaró en Fox acerca de Assange: “Un muerto no puede andar filtrando cosas… sólo hay una forma de hacerlo: meterle un plomazo ilegalmente al hijo de puta”.
La republicana Mary Matalin afirma: “Es un sicópata, un sociópata… un terrorista”.
El representante Peter A. King califica a Wikileaks de “organización terrorista”.
¡Y vaya que lo es! Existe para aterrorizar a los mentirosos y belicosos que han llevado a la ruina a nuestra nación y a otras. Tal vez la próxima guerra no será tan fácil porque se ha volteado la mesa y hoy el Gran Hermano es el vigilado… ¡por nosotros!
Wikileaks merece nuestra gratitud por arrojar una gran luz sobre todo esto. Pero parte de la prensa corporativa ha minimizado su importancia (“poco de lo que ha revelado es nuevo”) o lo retrata como un sitio anarquista (“lo que hace es simplemente publicar todo sin ningún control editorial”). Wikileaks existe, en parte, porque los medios dominantes no han cumplido su responsabilidad. Las corporaciones que son sus propietarias han diezmado las redacciones e impedido que los buenos periodistas hagan su trabajo. Ya no hay tiempo ni dinero para el periodismo de investigación. Expresado en términos sencillos, los inversionistas no quieren que esas noticias se revelen. Les gusta que sus secretos se mantengan… en secreto.
Les pido imaginar cuán diferente sería nuestro mundo si Wikileaks hubiera existido hace 10 años. Hay una foto en la que se ve a George Bush a punto de recibir un documento “secreto”, el 6 de agosto de 2001. El encabezado dice: “Bin Laden, decidido a golpear a EU”. Y en esas páginas se indicaba que la FBI había descubierto “actividad sospechosa en este país, consistente con preparativos para aerosecuestros”. Bush decidió hacer caso omiso y siguió de pesca cuatro semanas más.
Pero, si ese documento se hubiera filtrado, ¿cómo habríamos reaccionado? ¿Qué habrían hecho el Congreso o la federación de aeronáutica? ¿No habría habido una probabilidad mayor de que alguien hubiera hecho algo si todos hubiéramos sabido del inminente ataque de Bin Laden usando aviones comerciales?
Pero en ese tiempo sólo unos cuantos tuvieron acceso al documento. Porque el secreto se mantuvo, un instructor de vuelo de San Diego que observó que dos estudiantes sauditas no mostraban interés por el despegue y el aterrizaje no hizo nada. Si se hubiera enterado por el periódico de la amenaza de Bin Laden, ¿tal vez habría llamado a la FBI? (La ex agente de la FBI Coleen Rowley, distinguida por la revista Time como una de las personas del año 2002, escribió un artículo en Los Angeles Times en el que señala que si Wikileaks hubiera existido en 2001, se pudo haber evitado el 11-S.)
¿Y si en 2003 el público hubiera leído los memorandos “secretos” en los que Dick Cheney presionaba a la CIA para que le diera “hechos” que le permitieran construir su argumentación falsa a favor de la guerra? Si un Wikileaks hubiera revelado en ese tiempo que en verdad no existían armas de destrucción masiva, ¿creen ustedes que se habría lanzado la guerra? ¿O más bien habría habido un clamor para que se arrestara a Cheney?
Apertura, transparencia: ésas son de las pocas armas con que cuenta el pueblo para protegerse de los poderosos y los corruptos. ¿Qué hubiera pasado si en los días posteriores al 4 de agosto de 1964 –luego que el Pentágono fabricó la mentira de que un barco nuestro fue atacado por norvietnamitas en el golfo de Tonkin– un Wikileaks nos hubiera dicho que todo fue un invento? Supongo que tal vez 58 mil de nuestros soldados (y dos millones de vietnamitas) hoy estarían vivos. En cambio, los secretos los mataron.
Para quienes creen que está mal apoyar a Julian Assange por las acusaciones de ataque sexual que lo tienen sujeto a proceso, todo lo que pido es que no sean ingenuos respecto de los ardides de un gobierno cuando decide ir tras su presa. Por favor, nunca crean la “historia oficial”. Y, al margen de que Assange sea culpable o inocente (entérense de la extraña naturaleza de las acusaciones), tiene derecho a presentar una fianza y defenderse. Me he unido a los cineastas Ken Loach y John Pilger y a la escritora Jemima Khan para reunir el dinero, y espero que el juez acepte la fianza y lo ponga en libertad este martes.
¿Podría Wikileaks causar algún daño imprevisto a las negociaciones diplomáticas de Washington en todo el mundo? Tal vez. Pero ése es el precio que se paga cuando un gobierno lleva a sus ciudadanos a la guerra con base en una mentira. Su castigo es que alguien encienda las luces de la habitación para ver qué se trae entre manos. No se puede confiar en él. Así pues, ahora todo cable, todo correo que escriba está abierto al escrutinio. Lo sentimos, pero eso quiso. Ahora nadie puede esconderse de la verdad. Nadie puede maquinar la próxima gran mentira si sabe que tal vez sea expuesta.
Y eso es lo mejor que Wikileaks ha hecho. Dios lo bendiga por salvar vidas con sus acciones. Y quien se sume al esfuerzo por apoyar a Wikileaks realiza un verdadero acto de patriotismo. Punto.
Hoy estaré en ausencia al lado de Julian Assange en Londres y pido al juez que le conceda la libertad. Estoy dispuesto a garantizar su retorno al tribunal con el dinero de la fianza que he enviado. No permitiré que esta injusticia quede sin respuesta.
Sinceramente, Michael Moore.
* Tomado del portal de Internet:
http://michaelmoore.com
Contra el Establishment
En respaldo a Julian Assange
Michael Moore *
Amigos: este lunes, en la corte de magistrados de Westminster, en Londres, los abogados del fundador de Wikileaks, Julian Assange, presentaron un documento enviado por mí, el cual expresa que he aportado 20 mil dólares para la libertad bajo fianza de Assange.
Además, públicamente ofrezco el apoyo de mi sitio web, mis servidores, mis nombres de dominio y cuanto más pueda hacer para que Wikileaks siga vivo y floreciente y continúe su labor de exponer los crímenes urdidos y cometidos en secreto en nuestro nombre y con el dinero de nuestros impuestos.
Con una mentira nos llevaron a la guerra en Irak. Hoy, cientos de miles están muertos. Imaginemos lo que habría pasado si los hombres que planeaban esta guerra en 2002 hubieran tenido que enfrentarse a un Wikileaks. Tal vez no habrían logrado ponerla en marcha. La única razón por la que creyeron salirse con la suya fue porque tenían un velo de secreto garantizado. Hoy esa garantía se ha desgarrado, y espero que jamás puedan volver a operar en secreto.
¿Y entonces por qué, luego de prestar tan importante servicio público, está hoy bajo un ataque tan virulento? Porque ha destapado y avergonzado a quienes han ocultado la verdad. Los denuestos e imprecaciones han rebasado los límites:
El senador Joe Lieberman dice que Wikileaks “ha violado la Ley de Espionaje”.
George Packer, de The New Yorker, llama a Assange “supersigiloso, de pellejo delgado y megalómano”.
Sarah Palin sostiene que es “un agente antiestadunidense con las manos manchadas de sangre”, a quien habría que perseguir “con la misma urgencia con que perseguimos a Al Qaeda y los líderes del talibán”.
El demócrata Bob Beckel (director de la campaña de Walter Mondale en 1984) declaró en Fox acerca de Assange: “Un muerto no puede andar filtrando cosas… sólo hay una forma de hacerlo: meterle un plomazo ilegalmente al hijo de puta”.
La republicana Mary Matalin afirma: “Es un sicópata, un sociópata… un terrorista”.
El representante Peter A. King califica a Wikileaks de “organización terrorista”.
¡Y vaya que lo es! Existe para aterrorizar a los mentirosos y belicosos que han llevado a la ruina a nuestra nación y a otras. Tal vez la próxima guerra no será tan fácil porque se ha volteado la mesa y hoy el Gran Hermano es el vigilado… ¡por nosotros!
Wikileaks merece nuestra gratitud por arrojar una gran luz sobre todo esto. Pero parte de la prensa corporativa ha minimizado su importancia (“poco de lo que ha revelado es nuevo”) o lo retrata como un sitio anarquista (“lo que hace es simplemente publicar todo sin ningún control editorial”). Wikileaks existe, en parte, porque los medios dominantes no han cumplido su responsabilidad. Las corporaciones que son sus propietarias han diezmado las redacciones e impedido que los buenos periodistas hagan su trabajo. Ya no hay tiempo ni dinero para el periodismo de investigación. Expresado en términos sencillos, los inversionistas no quieren que esas noticias se revelen. Les gusta que sus secretos se mantengan… en secreto.
Les pido imaginar cuán diferente sería nuestro mundo si Wikileaks hubiera existido hace 10 años. Hay una foto en la que se ve a George Bush a punto de recibir un documento “secreto”, el 6 de agosto de 2001. El encabezado dice: “Bin Laden, decidido a golpear a EU”. Y en esas páginas se indicaba que la FBI había descubierto “actividad sospechosa en este país, consistente con preparativos para aerosecuestros”. Bush decidió hacer caso omiso y siguió de pesca cuatro semanas más.
Pero, si ese documento se hubiera filtrado, ¿cómo habríamos reaccionado? ¿Qué habrían hecho el Congreso o la federación de aeronáutica? ¿No habría habido una probabilidad mayor de que alguien hubiera hecho algo si todos hubiéramos sabido del inminente ataque de Bin Laden usando aviones comerciales?
Pero en ese tiempo sólo unos cuantos tuvieron acceso al documento. Porque el secreto se mantuvo, un instructor de vuelo de San Diego que observó que dos estudiantes sauditas no mostraban interés por el despegue y el aterrizaje no hizo nada. Si se hubiera enterado por el periódico de la amenaza de Bin Laden, ¿tal vez habría llamado a la FBI? (La ex agente de la FBI Coleen Rowley, distinguida por la revista Time como una de las personas del año 2002, escribió un artículo en Los Angeles Times en el que señala que si Wikileaks hubiera existido en 2001, se pudo haber evitado el 11-S.)
¿Y si en 2003 el público hubiera leído los memorandos “secretos” en los que Dick Cheney presionaba a la CIA para que le diera “hechos” que le permitieran construir su argumentación falsa a favor de la guerra? Si un Wikileaks hubiera revelado en ese tiempo que en verdad no existían armas de destrucción masiva, ¿creen ustedes que se habría lanzado la guerra? ¿O más bien habría habido un clamor para que se arrestara a Cheney?
Apertura, transparencia: ésas son de las pocas armas con que cuenta el pueblo para protegerse de los poderosos y los corruptos. ¿Qué hubiera pasado si en los días posteriores al 4 de agosto de 1964 –luego que el Pentágono fabricó la mentira de que un barco nuestro fue atacado por norvietnamitas en el golfo de Tonkin– un Wikileaks nos hubiera dicho que todo fue un invento? Supongo que tal vez 58 mil de nuestros soldados (y dos millones de vietnamitas) hoy estarían vivos. En cambio, los secretos los mataron.
Para quienes creen que está mal apoyar a Julian Assange por las acusaciones de ataque sexual que lo tienen sujeto a proceso, todo lo que pido es que no sean ingenuos respecto de los ardides de un gobierno cuando decide ir tras su presa. Por favor, nunca crean la “historia oficial”. Y, al margen de que Assange sea culpable o inocente (entérense de la extraña naturaleza de las acusaciones), tiene derecho a presentar una fianza y defenderse. Me he unido a los cineastas Ken Loach y John Pilger y a la escritora Jemima Khan para reunir el dinero, y espero que el juez acepte la fianza y lo ponga en libertad este martes.
¿Podría Wikileaks causar algún daño imprevisto a las negociaciones diplomáticas de Washington en todo el mundo? Tal vez. Pero ése es el precio que se paga cuando un gobierno lleva a sus ciudadanos a la guerra con base en una mentira. Su castigo es que alguien encienda las luces de la habitación para ver qué se trae entre manos. No se puede confiar en él. Así pues, ahora todo cable, todo correo que escriba está abierto al escrutinio. Lo sentimos, pero eso quiso. Ahora nadie puede esconderse de la verdad. Nadie puede maquinar la próxima gran mentira si sabe que tal vez sea expuesta.
Y eso es lo mejor que Wikileaks ha hecho. Dios lo bendiga por salvar vidas con sus acciones. Y quien se sume al esfuerzo por apoyar a Wikileaks realiza un verdadero acto de patriotismo. Punto.
Hoy estaré en ausencia al lado de Julian Assange en Londres y pido al juez que le conceda la libertad. Estoy dispuesto a garantizar su retorno al tribunal con el dinero de la fianza que he enviado. No permitiré que esta injusticia quede sin respuesta.
Sinceramente, Michael Moore.
* Tomado del portal de Internet:
http://michaelmoore.com
martes, diciembre 07, 2010
Wikileaks. Que miedo da verse al espejo
La Jornada
Pascual sobre Wikileaks
Pedro Miguel
Hace unos días el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, publicó en El Universal un artículo (“WikiLeaks en contexto”, http://bit.ly/fx6GOC) dedicado a justificar los actos de su gobierno puestos al descubierto por el sitio que preside el perseguido Julian Assange. El diplomático pone empeño en ganarse su salario mediante contorsiones conceptuales dignas del Cirque du Soleil y mentiras tan graciosas como que para Estados Unidos la relación más importante en el mundo es la que tiene con México. Buena palmada en el hombro a quienes quieran recibirla, de entre los habitantes de esto que –se confirma en los cables difundidos– Washington considera su patio trasero.
Sí: los “canales de comunicación confidenciales” son un instrumento aceptado y de uso cotidiano por todas las diplomacias del mundo. Valga, pues, la hipocresía, porque el oficio diplomático la requiere. Pero las revelaciones de Wikileaks van más allá de los chismorreos digitales entre, pongamos por caso, Pascual y Hillary Clinton: refiere el espionaje personal a altos funcionarios de la ONU, conspiraciones para proteger a criminales de guerra, connivencias lamentables con regímenes podridos (el que encabeza Calderón es sólo uno de la larga nómina), empeños depravados (no se me ocurre otra palabra) por mantener en la más absoluta indefensión a los infelices que se encuentran secuestrados en Guantánamo, conspiraciones para ocultar los vuelos “secretos” de la CIA en los que se llevó a incontables personas a centros de tortura o al matadero, mantenimiento de gobiernos títeres, como en Irak y Afganistán o, si nos remontamos un poco atrás en el tiempo, la agresión contra Panamá en la que los gringos asesinaron a miles de civiles inermes. En suma, lo grave no es que Washington y sus misiones diplomáticas intercambien secretitos al oído, sino que el gobierno de Estados Unidos sea tan irremediablemente inmoral y canalla (el que comete o es capaz de cometer acciones viles contra otros, dice María Moliner) en su trato con el resto del mundo.
Valga la hipocresía, pero es de una vileza sin límites que Pascual pretenda poner a Wikileaks y a Assange como “traidores a la transparencia” y como amenazas contra “los activistas en pro de la democracia, las mujeres valerosas que combaten para terminar el flagelo de la trata con fines de explotación sexual, los científicos de buena conciencia que buscan detener la proliferación nuclear, la policía y los juristas que trabajan para mantener el imperio de la ley”.
Las revelaciones del acosado sitio internético no afectan la imagen ni la tarea diplomática de las personas ni de los gobernantes que actúan con apego a la ética. Son devastadoras, en cambio, para los regímenes que, como los de Estados Unidos y México, ejercen el poder mediante la mentira, la infracción de las leyes, la traición sistemática a los intereses de sus respectivas poblaciones y el sometimiento a los designios de las corporaciones empresariales.
No es necesario contar con mucha información sobre Julian Assange y lo que él representa para ver en él y en Wikileaks un esfuerzo heroico de transparencia y de control social sobre gobiernos desbocados. Indigna, pero no sorprende, que miembros prominentes de la clase política de Estados Unidos y de Canadá llamen públicamente (¿qué dirán en privado?) a asesinar al australiano; se comprende, aunque resulte escandalosa, la furia judicial, propagandística y diplomática de Washington contra el sitio internético y su director. Los ciudadanos honestos y de buena voluntad de todo el mundo tenemos el deber de dar un apoyo efectivo a Assange y a Wikileaks (http://bit.ly/htWa7n) difundiendo sus revelaciones, pero también mediante donaciones de dinero. Si los grandes poderes políticos, mediáticos y económicos lograran acallarlos, la transparencia y la democracia en el planeta sufrirían una derrota devastadora y una regresión terrible a la oscuridad del poder totalitario, inescrutable e impune.
navegaciones@yahoo.com - http://navegaciones.blogspot.com - http://Twitter.com/Navegaciones
Pascual sobre Wikileaks
Pedro Miguel
Hace unos días el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, publicó en El Universal un artículo (“WikiLeaks en contexto”, http://bit.ly/fx6GOC) dedicado a justificar los actos de su gobierno puestos al descubierto por el sitio que preside el perseguido Julian Assange. El diplomático pone empeño en ganarse su salario mediante contorsiones conceptuales dignas del Cirque du Soleil y mentiras tan graciosas como que para Estados Unidos la relación más importante en el mundo es la que tiene con México. Buena palmada en el hombro a quienes quieran recibirla, de entre los habitantes de esto que –se confirma en los cables difundidos– Washington considera su patio trasero.
Sí: los “canales de comunicación confidenciales” son un instrumento aceptado y de uso cotidiano por todas las diplomacias del mundo. Valga, pues, la hipocresía, porque el oficio diplomático la requiere. Pero las revelaciones de Wikileaks van más allá de los chismorreos digitales entre, pongamos por caso, Pascual y Hillary Clinton: refiere el espionaje personal a altos funcionarios de la ONU, conspiraciones para proteger a criminales de guerra, connivencias lamentables con regímenes podridos (el que encabeza Calderón es sólo uno de la larga nómina), empeños depravados (no se me ocurre otra palabra) por mantener en la más absoluta indefensión a los infelices que se encuentran secuestrados en Guantánamo, conspiraciones para ocultar los vuelos “secretos” de la CIA en los que se llevó a incontables personas a centros de tortura o al matadero, mantenimiento de gobiernos títeres, como en Irak y Afganistán o, si nos remontamos un poco atrás en el tiempo, la agresión contra Panamá en la que los gringos asesinaron a miles de civiles inermes. En suma, lo grave no es que Washington y sus misiones diplomáticas intercambien secretitos al oído, sino que el gobierno de Estados Unidos sea tan irremediablemente inmoral y canalla (el que comete o es capaz de cometer acciones viles contra otros, dice María Moliner) en su trato con el resto del mundo.
Valga la hipocresía, pero es de una vileza sin límites que Pascual pretenda poner a Wikileaks y a Assange como “traidores a la transparencia” y como amenazas contra “los activistas en pro de la democracia, las mujeres valerosas que combaten para terminar el flagelo de la trata con fines de explotación sexual, los científicos de buena conciencia que buscan detener la proliferación nuclear, la policía y los juristas que trabajan para mantener el imperio de la ley”.
Las revelaciones del acosado sitio internético no afectan la imagen ni la tarea diplomática de las personas ni de los gobernantes que actúan con apego a la ética. Son devastadoras, en cambio, para los regímenes que, como los de Estados Unidos y México, ejercen el poder mediante la mentira, la infracción de las leyes, la traición sistemática a los intereses de sus respectivas poblaciones y el sometimiento a los designios de las corporaciones empresariales.
No es necesario contar con mucha información sobre Julian Assange y lo que él representa para ver en él y en Wikileaks un esfuerzo heroico de transparencia y de control social sobre gobiernos desbocados. Indigna, pero no sorprende, que miembros prominentes de la clase política de Estados Unidos y de Canadá llamen públicamente (¿qué dirán en privado?) a asesinar al australiano; se comprende, aunque resulte escandalosa, la furia judicial, propagandística y diplomática de Washington contra el sitio internético y su director. Los ciudadanos honestos y de buena voluntad de todo el mundo tenemos el deber de dar un apoyo efectivo a Assange y a Wikileaks (http://bit.ly/htWa7n) difundiendo sus revelaciones, pero también mediante donaciones de dinero. Si los grandes poderes políticos, mediáticos y económicos lograran acallarlos, la transparencia y la democracia en el planeta sufrirían una derrota devastadora y una regresión terrible a la oscuridad del poder totalitario, inescrutable e impune.
navegaciones@yahoo.com - http://navegaciones.blogspot.com - http://Twitter.com/Navegaciones
lunes, diciembre 06, 2010
Oaxaca. Derrota de la tiranía
La Jornada
Recuento de los daños
Gustavo Esteva
Hay ambiente de fiesta en Oaxaca. No es para menos. La pesadilla terminó. Pero la celebración es confusa, tensa y contradictoria. Oaxaca es zona de desastre. No podrá emprenderse la regeneración sin el recuento de los daños.
Hay daños aparatosos y evidentes. Las ideas modernizadoras de Ulises Ruiz mezclaban incompetencia con arbitrariedad, corrupción y mal gusto. Para convertir el centro de Oaxaca en una especie de encementada estación del Metro derribó árboles centenarios y elevó en varios grados la temperatura. Instaló un bodrio sin terminar en el auditorio de la Guelaguetza. Arruinó fuentes, monumentos, cerros, vialidades… Para recorridos permanentes de policías y militares, dedicados a proteger a gatilleros profesionales que asesinaron a líderes sociales en el centro de la ciudad.
El recuento es interminable. No hay área de la realidad oaxaqueña que no sufra las consecuencias de esa desastrosa administración. Pero en ninguna la situación es tan grave como en el desgarramiento del tejido social y la ruptura del marco institucional.
En septiembre de 2006 traté de describir en este espacio lo que ocurría:
“C. P. Snow preguntó a Mao qué se necesitaba para gobernar. ‘Un ejército popular, alimento suficiente y confianza del pueblo en sus gobernantes’, respondió Mao. ‘Si sólo tuviera una de las tres cosas, ¿cuál preferiría?’, preguntó Snow. ‘Puedo prescindir del ejército. La gente puede apretarse los cinturones por un tiempo. Pero sin su confianza no es posible gobernar’. Por algún tiempo más Ulises Ruiz podría seguir abusando de la paciencia del pueblo oaxaqueño. Pero ya nunca podrá gobernarlo. Ha perdido su confianza.”
Pienso que no me equivoqué. Ruiz nunca pudo volver a gobernar. Siguió usando los recursos públicos para su beneficio y el de sus allegados, para realizar cualquier cantidad de destrozos y para una apabullante campaña de comunicación que intentaba crear la apariencia de que gobernaba con éxitos innumerables. Pero dejó de cumplir la función de gobierno. Ya nadie le creyó.
Al comentar de qué manera caía a pedazos la estructura del poder, agregué en aquel artículo:
“El desvanecimiento del poder político aviva la amenaza de represión. Existe el prejuicio de que la gobernabilidad puede crearse o restablecerse recurriendo al monopolio estatal de la violencia. Es un equívoco propio de aficionados. Dos hombres de inmenso poder, Mao y Napoleón, lo sabían por experiencia. Mao prefería la confianza al ejército. Napoleón fue más contundente: ‘Las bayonetas sirven para muchas cosas, pero no para sentarse en ellas’. Descalificaba así a los aprendices de dictador que pretendían gobernar con el ejército o la policía. Las armas pueden hacer mucho daño, hasta destruir un país –como acaba de verse en Irak o Líbano. Pero con ellas no se puede gobernar (La Jornada 11/9/06).”
Calderón comete cada día ese error de aficionado, cuyas limitaciones se hicieron enteramente evidentes en el caso de Oaxaca.
El poder político es una relación, no una cosa; no es algo que tengan los gobernantes y puedan usar cuando quieran. Esa relación, que supone credibilidad y confianza, es el aglutinante de todo gobierno. Decía Monsi que la permanencia de Ulises Ruiz era un enigma y una ofensa a la República. Tenía razón. Las clases políticas, desde el Presidente y el Congreso hasta los dirigentes partidarios y los caciques, respaldaron abiertamente a Ulises Ruiz hasta el último día de su mandato. Por la medida en que despreciaron profundamente a la gente y la sustancia misma del poder político lo destruyeron.
Se dice con fundamento que padecimos en julio una elección de Estado. Todos los recursos públicos fueron empleados en apoyo del guardaespaldas de Ulises Ruiz: dineros, cooptaciones, coerción, asesinatos, intimidaciones… La sociedad derrotó al Estado.
Es preciso tomar seriamente en cuenta que la gente votó contra esa mafia política, más que en favor de Gabino Cué Monteagudo, aunque éste tenga credibilidad y simpatía en un sector importante de la población. Mal haría el nuevo gobernador en apoyarse solamente en ese sector y dar por sentado que su legitimidad le permitirá gobernar. El poder político que lo permitiría ha sido destruido. No puede contar con él. No lo adquirió al tomar protesta.
Tanto Cué como buena parte de su gabinete tienen escasa o nula experiencia administrativa. Eso puede ser una ventaja, porque no traen consigo la carga del lodo criminal que caracteriza hace años al gobierno de Oaxaca. Pero se volverá contra ellos si se pierden en los entresijos burocráticos y sus laberintos sin salida, en vez de optar por el único camino viable: escuchar a la gente, encontrar formas de servirla y atender sus exigencias, empezando por la que clama por hacer justicia y poner fin a la impunidad.
gustavoesteva@gmail.com
Recuento de los daños
Gustavo Esteva
Hay ambiente de fiesta en Oaxaca. No es para menos. La pesadilla terminó. Pero la celebración es confusa, tensa y contradictoria. Oaxaca es zona de desastre. No podrá emprenderse la regeneración sin el recuento de los daños.
Hay daños aparatosos y evidentes. Las ideas modernizadoras de Ulises Ruiz mezclaban incompetencia con arbitrariedad, corrupción y mal gusto. Para convertir el centro de Oaxaca en una especie de encementada estación del Metro derribó árboles centenarios y elevó en varios grados la temperatura. Instaló un bodrio sin terminar en el auditorio de la Guelaguetza. Arruinó fuentes, monumentos, cerros, vialidades… Para recorridos permanentes de policías y militares, dedicados a proteger a gatilleros profesionales que asesinaron a líderes sociales en el centro de la ciudad.
El recuento es interminable. No hay área de la realidad oaxaqueña que no sufra las consecuencias de esa desastrosa administración. Pero en ninguna la situación es tan grave como en el desgarramiento del tejido social y la ruptura del marco institucional.
En septiembre de 2006 traté de describir en este espacio lo que ocurría:
“C. P. Snow preguntó a Mao qué se necesitaba para gobernar. ‘Un ejército popular, alimento suficiente y confianza del pueblo en sus gobernantes’, respondió Mao. ‘Si sólo tuviera una de las tres cosas, ¿cuál preferiría?’, preguntó Snow. ‘Puedo prescindir del ejército. La gente puede apretarse los cinturones por un tiempo. Pero sin su confianza no es posible gobernar’. Por algún tiempo más Ulises Ruiz podría seguir abusando de la paciencia del pueblo oaxaqueño. Pero ya nunca podrá gobernarlo. Ha perdido su confianza.”
Pienso que no me equivoqué. Ruiz nunca pudo volver a gobernar. Siguió usando los recursos públicos para su beneficio y el de sus allegados, para realizar cualquier cantidad de destrozos y para una apabullante campaña de comunicación que intentaba crear la apariencia de que gobernaba con éxitos innumerables. Pero dejó de cumplir la función de gobierno. Ya nadie le creyó.
Al comentar de qué manera caía a pedazos la estructura del poder, agregué en aquel artículo:
“El desvanecimiento del poder político aviva la amenaza de represión. Existe el prejuicio de que la gobernabilidad puede crearse o restablecerse recurriendo al monopolio estatal de la violencia. Es un equívoco propio de aficionados. Dos hombres de inmenso poder, Mao y Napoleón, lo sabían por experiencia. Mao prefería la confianza al ejército. Napoleón fue más contundente: ‘Las bayonetas sirven para muchas cosas, pero no para sentarse en ellas’. Descalificaba así a los aprendices de dictador que pretendían gobernar con el ejército o la policía. Las armas pueden hacer mucho daño, hasta destruir un país –como acaba de verse en Irak o Líbano. Pero con ellas no se puede gobernar (La Jornada 11/9/06).”
Calderón comete cada día ese error de aficionado, cuyas limitaciones se hicieron enteramente evidentes en el caso de Oaxaca.
El poder político es una relación, no una cosa; no es algo que tengan los gobernantes y puedan usar cuando quieran. Esa relación, que supone credibilidad y confianza, es el aglutinante de todo gobierno. Decía Monsi que la permanencia de Ulises Ruiz era un enigma y una ofensa a la República. Tenía razón. Las clases políticas, desde el Presidente y el Congreso hasta los dirigentes partidarios y los caciques, respaldaron abiertamente a Ulises Ruiz hasta el último día de su mandato. Por la medida en que despreciaron profundamente a la gente y la sustancia misma del poder político lo destruyeron.
Se dice con fundamento que padecimos en julio una elección de Estado. Todos los recursos públicos fueron empleados en apoyo del guardaespaldas de Ulises Ruiz: dineros, cooptaciones, coerción, asesinatos, intimidaciones… La sociedad derrotó al Estado.
Es preciso tomar seriamente en cuenta que la gente votó contra esa mafia política, más que en favor de Gabino Cué Monteagudo, aunque éste tenga credibilidad y simpatía en un sector importante de la población. Mal haría el nuevo gobernador en apoyarse solamente en ese sector y dar por sentado que su legitimidad le permitirá gobernar. El poder político que lo permitiría ha sido destruido. No puede contar con él. No lo adquirió al tomar protesta.
Tanto Cué como buena parte de su gabinete tienen escasa o nula experiencia administrativa. Eso puede ser una ventaja, porque no traen consigo la carga del lodo criminal que caracteriza hace años al gobierno de Oaxaca. Pero se volverá contra ellos si se pierden en los entresijos burocráticos y sus laberintos sin salida, en vez de optar por el único camino viable: escuchar a la gente, encontrar formas de servirla y atender sus exigencias, empezando por la que clama por hacer justicia y poner fin a la impunidad.
gustavoesteva@gmail.com
Estado fallido.Fallos de la Suprema Corte.
La Jornada
Lamentable sentencia
Bernardo Bátiz V.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad, resolvió la controversia constitucional que el Congreso interpuso contra un reglamento del Poder Ejecutivo que permite a Petróleos Mexicanos (Pemex) firmar con la iniciativa privada los llamados contratos incentivados”. La resolución en mi opinión es lamentable por varios conceptos.
En primer lugar, y únicamente en cuanto a la forma, da en que pensar el hecho de que Juan José Suárez Coppel, director de la paraestatal, haya anunciado públicamente el pasado martes 30 de noviembre que la empresa que dirige se asociará a consorcios privados a través de los citados contratos, cuando aún no se sabía si la Corte los avalaría; en efecto, fue dos días después cuando el alto tribunal resolvió que el reglamento que los autoriza no es anticonstitucional.
El señor Coppel ¿es adivino?, ¿cómo supo que podría celebrar los tan controvertidos contratos incentivados, si el martes el asunto aún no se resolvía? O bien, como con malicia podemos imaginarlo, sus cabilderos y abogados ya conocían el sentido de la resolución de la Suprema Corte. Esta coincidencia entre las opiniones del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo no tendría nada de sospechosa si el responsable de Pemex no hubiera festejado una resolución aún no dictada.
El otro punto que debe preocuparnos es la confusión que hay entre el concepto de rectoría del Estado y el de control y propiedad nacional sobre los hidrocarburos. En efecto, la resolución consideró válido el reglamento, pero agregó que para evitar que en el acto de aplicación del mismo se ponga en entredicho “la rectoría del Estado”, y para que por ningún motivo se comprometa la propiedad y control sobre los hidrocarburos, en la misma resolución delimitaron las facultades que tiene el consejo de administración para suscribir convenios con particulares.
El ministro José Ramón Cossío, por su parte, se preocupó por que la resolución “respete el espíritu del artículo 27 constitucional sobre rectoría del Estado en hidrocarburos”; tanto él como el presidente, Guillermo Ortiz Mayagoitia, y la ministra ponente se preocuparon más por los detalles que por el fondo del problema, que radica en determinar si el reglamento contradice disposiciones constitucionales.
Veamos sí o no. El artículo 28 de la Constitución dice textualmente: “Las comunicaciones vía satélite y los ferrocarriles son áreas prioritarias para el desarrollo nacional”, y agrega enseguida: “El Estado ejercerá en ellas su rectoría, protegerá la seguridad y la soberanía de la nación y al otorgar concesiones o permisos mantendrá o establecerá el dominio de las respectivas vías de comunicación”.
En cambio, respecto de las áreas estratégicas definidas por los artículos 25 y 28 no hay posibilidad de otorgar ni concesiones ni permisos, ni siquiera la de compartir actividades con otras entidades que no sean las del Estado mismo.
Sobre el petróleo, la nación mexicana no ejerce rectoría alguna, porque sobre el petróleo la intervención del Estado mexicano es directa y ejerce la propiedad y el control de manera exclusiva sobre los organismos que en su caso se establezcan y que no son otros que Pemex y sus subsidiarias. El Estado ejerce rectoría sobre otros, sobre personas y empresas distintas al Estado, sujetas a su jurisdicción, no sobre sí mismo.
Para mayor claridad en cuanto a la diferencia entre áreas estratégicas y prioritarias, transcribo los siguientes párrafos del artículo 25 constitucional: “El sector público tendrá a su cargo, de manera exclusiva, las áreas estratégicas que se señalan en el artículo 28 párrafo cuarto de la Constitución (hidrocarburos y otros), manteniendo siempre el gobierno federal la propiedad y el control sobre los organismos que en su caso se establezcan”.
En el siguiente párrafo se dispone: “Asimismo podrá participar (el sector público) por sí o con los sectores social y privado de acuerdo con la ley, para impulsar y organizar las áreas prioritarias del desarrollo”.
La distinción constitucional es nítida: en las áreas estratégicas, entre las que está el petróleo, el gobierno federal tiene a su cargo, de manera exclusiva, la propiedad y el control; en cambio, en las áreas prioritarias podrá participar por sí o con los sectores social y privado, y tendrá la rectoría.
Los señores ministros olvidaron la diferencia entre áreas prioritarias y áreas estratégicas y lamentablemente olvidaron también lo que significa estrategia, que es en primer término un concepto militar y también el arte de dirigir asuntos o negocios en los que hay contrarios o competidores. En el mundo globalizado y complicado de hoy los estados soberanos están obligados a defenderse, a reservarse el manejo de los sectores de la economía que les permitan conservar y afianzar su soberanía. Los contratos por los que se entregan franjas del territorio mexicano para ser exploradas y explotadas por empresas extranjeras son sin duda medidas estratégicas, sólo que de nuestros competidores; no son nuestras estrategias: son las de ellos. La estrategia mexicana debiera ser preservar para sí esas áreas y sectores y no entregarlos en manos de quienes compiten con nuestro país en el extranjero y en el comercio mundial por conducto de las empresas que, precisamente, son las rivales de Pemex en el agitado mundo de las ambiciones desatadas del capitalismo actual y del sistema de competencia sin freno ni medida.
jusbbv@hotmail.com
Lamentable sentencia
Bernardo Bátiz V.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad, resolvió la controversia constitucional que el Congreso interpuso contra un reglamento del Poder Ejecutivo que permite a Petróleos Mexicanos (Pemex) firmar con la iniciativa privada los llamados contratos incentivados”. La resolución en mi opinión es lamentable por varios conceptos.
En primer lugar, y únicamente en cuanto a la forma, da en que pensar el hecho de que Juan José Suárez Coppel, director de la paraestatal, haya anunciado públicamente el pasado martes 30 de noviembre que la empresa que dirige se asociará a consorcios privados a través de los citados contratos, cuando aún no se sabía si la Corte los avalaría; en efecto, fue dos días después cuando el alto tribunal resolvió que el reglamento que los autoriza no es anticonstitucional.
El señor Coppel ¿es adivino?, ¿cómo supo que podría celebrar los tan controvertidos contratos incentivados, si el martes el asunto aún no se resolvía? O bien, como con malicia podemos imaginarlo, sus cabilderos y abogados ya conocían el sentido de la resolución de la Suprema Corte. Esta coincidencia entre las opiniones del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo no tendría nada de sospechosa si el responsable de Pemex no hubiera festejado una resolución aún no dictada.
El otro punto que debe preocuparnos es la confusión que hay entre el concepto de rectoría del Estado y el de control y propiedad nacional sobre los hidrocarburos. En efecto, la resolución consideró válido el reglamento, pero agregó que para evitar que en el acto de aplicación del mismo se ponga en entredicho “la rectoría del Estado”, y para que por ningún motivo se comprometa la propiedad y control sobre los hidrocarburos, en la misma resolución delimitaron las facultades que tiene el consejo de administración para suscribir convenios con particulares.
El ministro José Ramón Cossío, por su parte, se preocupó por que la resolución “respete el espíritu del artículo 27 constitucional sobre rectoría del Estado en hidrocarburos”; tanto él como el presidente, Guillermo Ortiz Mayagoitia, y la ministra ponente se preocuparon más por los detalles que por el fondo del problema, que radica en determinar si el reglamento contradice disposiciones constitucionales.
Veamos sí o no. El artículo 28 de la Constitución dice textualmente: “Las comunicaciones vía satélite y los ferrocarriles son áreas prioritarias para el desarrollo nacional”, y agrega enseguida: “El Estado ejercerá en ellas su rectoría, protegerá la seguridad y la soberanía de la nación y al otorgar concesiones o permisos mantendrá o establecerá el dominio de las respectivas vías de comunicación”.
En cambio, respecto de las áreas estratégicas definidas por los artículos 25 y 28 no hay posibilidad de otorgar ni concesiones ni permisos, ni siquiera la de compartir actividades con otras entidades que no sean las del Estado mismo.
Sobre el petróleo, la nación mexicana no ejerce rectoría alguna, porque sobre el petróleo la intervención del Estado mexicano es directa y ejerce la propiedad y el control de manera exclusiva sobre los organismos que en su caso se establezcan y que no son otros que Pemex y sus subsidiarias. El Estado ejerce rectoría sobre otros, sobre personas y empresas distintas al Estado, sujetas a su jurisdicción, no sobre sí mismo.
Para mayor claridad en cuanto a la diferencia entre áreas estratégicas y prioritarias, transcribo los siguientes párrafos del artículo 25 constitucional: “El sector público tendrá a su cargo, de manera exclusiva, las áreas estratégicas que se señalan en el artículo 28 párrafo cuarto de la Constitución (hidrocarburos y otros), manteniendo siempre el gobierno federal la propiedad y el control sobre los organismos que en su caso se establezcan”.
En el siguiente párrafo se dispone: “Asimismo podrá participar (el sector público) por sí o con los sectores social y privado de acuerdo con la ley, para impulsar y organizar las áreas prioritarias del desarrollo”.
La distinción constitucional es nítida: en las áreas estratégicas, entre las que está el petróleo, el gobierno federal tiene a su cargo, de manera exclusiva, la propiedad y el control; en cambio, en las áreas prioritarias podrá participar por sí o con los sectores social y privado, y tendrá la rectoría.
Los señores ministros olvidaron la diferencia entre áreas prioritarias y áreas estratégicas y lamentablemente olvidaron también lo que significa estrategia, que es en primer término un concepto militar y también el arte de dirigir asuntos o negocios en los que hay contrarios o competidores. En el mundo globalizado y complicado de hoy los estados soberanos están obligados a defenderse, a reservarse el manejo de los sectores de la economía que les permitan conservar y afianzar su soberanía. Los contratos por los que se entregan franjas del territorio mexicano para ser exploradas y explotadas por empresas extranjeras son sin duda medidas estratégicas, sólo que de nuestros competidores; no son nuestras estrategias: son las de ellos. La estrategia mexicana debiera ser preservar para sí esas áreas y sectores y no entregarlos en manos de quienes compiten con nuestro país en el extranjero y en el comercio mundial por conducto de las empresas que, precisamente, son las rivales de Pemex en el agitado mundo de las ambiciones desatadas del capitalismo actual y del sistema de competencia sin freno ni medida.
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