La Jornada
Colombia no podrá controlar las bases estadunidenses, alerta el presidente Rafael Correa
Convoca Unasur al Consejo de Defensa para analizar la estrategia militar de EU
Cerrado, el acuerdo con Washington; es ayuda eficaz en la lucha antiterrorista, afirma Álvaro Uribe
Texto de la cumbre exige “no injerencia en asuntos internos” para garantizar la integración regional
Stella Calloni
Corresponsal
Buenos Aires, 28 de agosto. Después de siete horas de debate y un comienzo tenso, los 12 presidentes de los países miembros de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), varios de los cuales rechazaron con argumentos contundentes la presencia de bases militares de Estados Unidos en territorio colombiano, acordaron un texto en defensa de “la no injerencia en asuntos internos de los pueblos para garantizar la integración regional” y se pronunciaron por “la paz y la preservación de los recursos naturales”, en un documento moderado.
El mandatario colombiano, Álvaro Uribe, tuvo que defenderse de críticas de sus colegas en el hemisferio por permitir que Estados Unidos utilice siete bases militares en territorio colombiano.
“No nos engañemos, ustedes no van a poder controlar a los estadunidenses”, dijo su par ecuatoriano, Rafael Correa, quien sostuvo que su país ya tuvo esta experiencia cuando Estados Unidos hacía uso de la base de Manta.
Asimismo se citó a una reunión de cancilleres en la primera quincena de septiembre, para diseñar “medidas de fomento en materia de confianza y seguridad” y avanzar en “una estrategia sudamericana de lucha contra el narcotráfico”, y convocar al Consejo de Defensa de la Unasur para analizar la estrategia militar de Estados Unidos en la región.
Al inaugurar la cumbre en un hotel de San Carlos de Bariloche, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sostuvo que se iba a fijar una doctrina sobre como “la Unasur va a tratar la instalación de bases de un país que no forme parte de la América del Sur en cualquiera de nuestros territorios”, en referencia a la presencia Estados Unidos en Colombia.
Recordó la experiencia local en las islas Malvinas de Argentina, donde “están instaladas en forma unilateral, por la fuerza, bases de una potencia ni siquiera extrasudamericana, sino extracontinental”.
Agregó que su país no es ajeno a los temas que se iban a tratar, pero que no se iba a hacer alarde de victimización, y que no se necesitaban “discursos altisonantes que sirvan para el ocultamiento de los hechos que tenemos que analizar aquí (….) esta alteración en nuestra América del Sur debe ser abordada con mucha responsabilidad histórica”.
Fernández comentó un pedido que le hizo llegar el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, para que trasmitiera a sus colegas que tuviesen “pronunciamientos similares a los adoptados por Estados Unidos de cancelar visas y cuestiones comerciales a los sectores que dieron el golpe” en su país.
Durante la reunión, el presidente venezolano Hugo Chávez sostuvo que “las bases militares son la estrategia de la dominación global de Estados Unidos y su “verdadero interés es expandir su dominio y no ayudar a Colombia a combatir el narcoterrorismo”.
Chávez presentó el documento titulado “Estrategia global de bases de apoyo”, incluido en el Libro Blanco del Comando Sur con diapositivas. Allí se revela que Estados Unidos propone bases como las que se instalaron en Colombia y que fueron el motivo de esta reunión de emergencia.
Esas y otras bases “facilitan la movilidad” de tropas y equipos de Estados Unidos, con un peligroso alcance de control regional. Es un plan de avance regional, donde una de las bases que se instala en Colombia en la frontera con Venezuela, la de Palanqueros, tendrá aviones de la más avanzada tecnología de guerra cuyo alcance abarca a toda la región.
Ante esta situación, Correa solicitó que el Consejo de Defensa de la Unasur analice las implicaciones que esto tiene y que se prepare un documento para pedirle luego una “reunión urgente” al presidente Barack Obama.
Correa hizo quizás la más acabada presentación para demostrar por qué no debían instalarse bases estadunidenses en Latinoamérica, un informe completo con pruebas, cifras y argumentos sólidos.
“Ecuador tuvo una base militar de Estados Unidos en Manta. Nos nos engañemos: no hay cómo controlar lo que los estadunidenses hagan en las bases que le cederá Colombia. ¿Quién va a controlar a los estadunidenses?”, dijo el mandatario en rueda de prensa.
Para Correa “no es posible verificar si un avión que opera en una base es usado para vigilar a narcotraficantes o para interferir las comunicaciones o los radares de otros países de la región. Tuvimos esa experiencia en Ecuador y no seamos ilusos con eso”.
Desde el estallido de la crisis diplomática por el acuerdo entre Bogotá y Washington, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, ha insistido en que se expidan garantías jurídicas que las tropas no serán utilizadas para operaciones fuera de Colombia.
En la visión de Correa, el hecho de que países firmen un acuerdo no significa que en un determinado momento éste sea roto, y por lo tanto para que las garantías sean verosímiles es necesario que la región fortalezca la confianza mutua entre los países.
La decisión de Estados Unidos de no acatar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) durante la guerra de las Malvinas, en 1982, y apoyar a Gran Bretaña contra Argentina, dijo el presidente Correa, es el ejemplo claro de que “los países firman acuerdos y después los rompen según su conveniencia”.
Para Ecuador “no queda otra salida que confiar en la Unasur. El Consejo de Defensa hará un examen de la situación y nosotros veremos más adelante. Esperamos que eso nos permita normalizar las relaciones entre los gobiernos de Ecuador y Colombia”.
Correa recordó que en las discusiones en la cumbre “el presidente Uribe pidió que lo ayudemos a cumplir sus compromisos, y si es para el bien de la región recibirá toda nuestra ayuda”.
La presidenta de Argentina consideró que el narcotráfico y el terrorismo se combaten con operaciones de “inteligencia y contrainteligencia” y “no con bases militares”, que están más relacionadas con “guerras convencionales”.
También tomó en cuenta el tema del documento presentado por Chávez y dijo que “las bases militares tienen más que ver con operaciones de guerras convencionales que con dispositivos para la lucha contra el narcotráfico”.
Los tres mandatarios pidieron al presidente colombiano Álvaro Uribe que “dé a conocer con toda exactitud el convenio que ha firmado con Estados Unidos”.
Uribe defendió el acuerdo con Estados Unidos y terminó confesando que ya estaba cerrado, con lo cual daba como hecho consumado la instalación de las bases, que describió como “una ayuda práctica y eficaz” en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Correa relató como las tropas de Estados Unidos en la base militar de Manta, que ordenó desmantelar en su país, mandaban a las fuerzas de seguridad locales. Lo mismo comentó el presidente de Bolivia Evo Morales, cuya posición fue muy precisa: prohibir la presencia de bases militares extranjeras en América Latina.
Correa y Morales demostraron que la presencia en la región de la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, no solamente no había mejorado la lucha contra el tráfico de drogas sino que incluso éste se había incrementado.
El mandatario ecuatoriano le recordó a Uribe cómo se descubrió que soldados estadunidenses llevaban drogas y dio cifras que demostraron que las fuerzas locales habían sido más eficientes.
Por primera vez en una cumbre de la Unasur se trataron estos temas de fondo, lo que mostró las diferencias y la decisión de la mayoría de no permitir provocaciones de ruptura de este mecanismo.
sábado, agosto 29, 2009
jueves, agosto 27, 2009
¡Fuera bases! .“Fuera bases de América Latina”.
¡Fuera bases!
John Saxe-Fernández
Que el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida en México, Centroamérica y el Caribe son esquemas de intervención y ocupación lo muestra una sucinta revisión de documentos oficiales disponibles en torno al veloz despliegue castrense de Estados Unidos en América Latina, protagonizado esta semana por el acuerdo sobre bases militares entre Estados Unidos y Colombia, que incluye cláusulas que en los hechos se traducen en la apoplejía constitucional de la nación sudamericana y en una amenaza grave a la región: a pesar del rechazo de sus vecinos, Uribe, con arrebato cipayo, cabildea en pro de la ocupación extranjera de Colombia, reforzando todavía más, como lo advierte la Red de la Juventud de Medellín, la presencia de tropa yanqui en bases como Palanqueros, Tres Esquinas y Tolemaida, dando evidencia tangible de que en este país no hay soberanía, ni autonomía, ni independencia”.
Los documentos oficiales indican que además de ofrecer al Departamento de Defensa de Estados Unidos (DdD) un uso amplio de bases navales, terrestres y aéreas, tanto para la agresión doméstica como regional, se otorga “inmunidad” ante “crímenes de guerra” cometidos contra la población colombiana, acotando el derecho del Estado de elevar ante instancias como la Corte Penal Internacional acusaciones por la ejecución de crímenes de lesa humanidad por la tropa y oficiales de ocupación.
Información recabada por John Lindsay-Poland, del Programa de las Américas (www.ircamericas.org) indica que las funciones que se desplegarían en Colombia, como la nueva infraestructura militar en la base de Palanquero, “…no se limitarán a operaciones anti-narcóticos, ni siquiera a operaciones en la región andina”. Según un documento de planteamiento del Comando de Movilidad Aérea (CMA) del Comando Sur, la intención es (literal) “establecer enclaves para contingencias logísticas con alcance de movilidad aérea al continente sudamericano”… “además de una capacidad para operaciones anti-narcóticos hasta el año 2025”, designio sobre el que advirtió a sus homólogos de UNASUR el presidente Hugo Chávez, desde un país con jurisdicción sobre la mayor reserva de crudo conocida, según registro de Petróleos de Venezuela.
A estas alturas cabe recordar, con Michel Chossudovsky, los lazos entre el espionaje de Estados Unidos y la OTAN con el narcotráfico, fuente mayor para el apoyo de múltiples operaciones secretas, como se ha comprobado ya en la génesis y desarrollo de los triángulos de la droga en Asia y en América Latina. Con financiamientos que evaden el escrutinio legislativo-judicial y rebasan en mucho las cifras oficiales del DdD, la operación por el control militar de los recursos naturales y las economías, incluye América Latina como un todo, ya que el programa se dinamiza desde dos puntales: el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida. Así lo indica la dimensión del sustento logístico contemplado por el Pentágono, que, según esta fuente, también “está buscando acceso a un lugar en la Guyana Francesa que permitiera a las aeronaves militares alcanzar lugares en África, vía las Islas Ascensión”, agregando, que el Comando Sur “buscó el uso de instalaciones en Recife, Brasil; con el mismo propósito, pero las relaciones políticas con Brasil no son favorables para el acuerdo necesario”. Se indica además que, con ayuda del Comando de Transportes, sólo con la base de Palanqueros (que tiene una “pista de 10 mil pies, hangares que albergan 100 aviones, alojamiento para 2000 soldados y oficiales, restaurantes, casinos, supermercado y un sistema de radar instalado todo por el propio Estados Unidos en la década del 90”) el Comando Sur espera “cubrir casi la mitad del continente que puede ser transitado por un C-17 sin recarga de combustible”. Las bases “facilitadas” por Uribe a Estados Unidos permiten al DdD activar fuerzas de despliegue rápido con toda clase de equipo. Estados Unidos y sus monopolios contemplan la balcanización, agresión y ocupación de polos clave de Latinoamérica.
Hoy el mensaje es: “fuera bases de América Latina”.
http://jsaxef.blogspot.com
John Saxe-Fernández
Que el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida en México, Centroamérica y el Caribe son esquemas de intervención y ocupación lo muestra una sucinta revisión de documentos oficiales disponibles en torno al veloz despliegue castrense de Estados Unidos en América Latina, protagonizado esta semana por el acuerdo sobre bases militares entre Estados Unidos y Colombia, que incluye cláusulas que en los hechos se traducen en la apoplejía constitucional de la nación sudamericana y en una amenaza grave a la región: a pesar del rechazo de sus vecinos, Uribe, con arrebato cipayo, cabildea en pro de la ocupación extranjera de Colombia, reforzando todavía más, como lo advierte la Red de la Juventud de Medellín, la presencia de tropa yanqui en bases como Palanqueros, Tres Esquinas y Tolemaida, dando evidencia tangible de que en este país no hay soberanía, ni autonomía, ni independencia”.
Los documentos oficiales indican que además de ofrecer al Departamento de Defensa de Estados Unidos (DdD) un uso amplio de bases navales, terrestres y aéreas, tanto para la agresión doméstica como regional, se otorga “inmunidad” ante “crímenes de guerra” cometidos contra la población colombiana, acotando el derecho del Estado de elevar ante instancias como la Corte Penal Internacional acusaciones por la ejecución de crímenes de lesa humanidad por la tropa y oficiales de ocupación.
Información recabada por John Lindsay-Poland, del Programa de las Américas (www.ircamericas.org) indica que las funciones que se desplegarían en Colombia, como la nueva infraestructura militar en la base de Palanquero, “…no se limitarán a operaciones anti-narcóticos, ni siquiera a operaciones en la región andina”. Según un documento de planteamiento del Comando de Movilidad Aérea (CMA) del Comando Sur, la intención es (literal) “establecer enclaves para contingencias logísticas con alcance de movilidad aérea al continente sudamericano”… “además de una capacidad para operaciones anti-narcóticos hasta el año 2025”, designio sobre el que advirtió a sus homólogos de UNASUR el presidente Hugo Chávez, desde un país con jurisdicción sobre la mayor reserva de crudo conocida, según registro de Petróleos de Venezuela.
A estas alturas cabe recordar, con Michel Chossudovsky, los lazos entre el espionaje de Estados Unidos y la OTAN con el narcotráfico, fuente mayor para el apoyo de múltiples operaciones secretas, como se ha comprobado ya en la génesis y desarrollo de los triángulos de la droga en Asia y en América Latina. Con financiamientos que evaden el escrutinio legislativo-judicial y rebasan en mucho las cifras oficiales del DdD, la operación por el control militar de los recursos naturales y las economías, incluye América Latina como un todo, ya que el programa se dinamiza desde dos puntales: el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida. Así lo indica la dimensión del sustento logístico contemplado por el Pentágono, que, según esta fuente, también “está buscando acceso a un lugar en la Guyana Francesa que permitiera a las aeronaves militares alcanzar lugares en África, vía las Islas Ascensión”, agregando, que el Comando Sur “buscó el uso de instalaciones en Recife, Brasil; con el mismo propósito, pero las relaciones políticas con Brasil no son favorables para el acuerdo necesario”. Se indica además que, con ayuda del Comando de Transportes, sólo con la base de Palanqueros (que tiene una “pista de 10 mil pies, hangares que albergan 100 aviones, alojamiento para 2000 soldados y oficiales, restaurantes, casinos, supermercado y un sistema de radar instalado todo por el propio Estados Unidos en la década del 90”) el Comando Sur espera “cubrir casi la mitad del continente que puede ser transitado por un C-17 sin recarga de combustible”. Las bases “facilitadas” por Uribe a Estados Unidos permiten al DdD activar fuerzas de despliegue rápido con toda clase de equipo. Estados Unidos y sus monopolios contemplan la balcanización, agresión y ocupación de polos clave de Latinoamérica.
Hoy el mensaje es: “fuera bases de América Latina”.
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jueves, agosto 13, 2009
America Latina."La gran traición"
La gran traición
John Saxe-Fernández
“Quienes quieren implementar bases militares son traidores a sus pueblos, a Latinoamérica, a los países que luchan por su dignidad y soberanía”. Con estas palabras, desestimadas por Barack Obama como mera “retórica antiyanqui”, Evo Morales, junto a sus homólogos de Venezuela y Uruguay, rechazó, tajante, la ampliación de las actividades militares del Departamento de Defensa (DdD) en Colombia: el gobierno de Álvaro Uribe ofreció a Washington dos bases navales, tres aéreas y tres terrestres que operan bajo un prototipo de invasión / ocupación militar y paramilitar desarrollado a lo largo de dos décadas. Formalizado en el Plan Colombia (PC) incluye operativos regionales por medio de eventuales “guerras transfronterizas”.
Obama está enterado del papel central del PC en la articulación de la política de recomposición hegemónica y de dominio de Estados Unidos, no sólo en el continente americano sino también en puntos claves de Eurasia. Sabe que el pronunciamiento de Evo Morales no es retórico, porque en criterio de la cúpula militar estadunidense, el PC representa un “modelo óptimo” para la proyección de poder militar en áreas donde se localizan puntos neurálgicos para el control y explotación de los recursos naturales vitales que van quedando sobre la corteza terrestre: petróleo, gas natural, minerales, agua, biodiversidad. No es casual que con el agotamiento de los hidrocarburos convencionales y de una vasta gama de minerales y metales esenciales y críticos para la economía estadunidense, se incorpore de manera integral tanto a América Latina como al Oriente Medio, África y Asia central y del sur en la brutal geoestrategia de terror oligárquico-imperial desarrollada por Estados Unidos y sus monopolios en Colombia.
Tampoco es fortuito que operativos similares al PC, la Iniciativa Mérida en México, Centroamérica y el Caribe y las “guerras transfronterizas” en Afganistán-Pakistán, se posicionen en primer nivel de la “agenda diplomilitar” de Obama. Agenda que bajo la “doctrina de las fronteras flexibles” de su antecesor en la Casa Blanca, se expresó el primero de marzo de 2008 en un conato de “guerra transfronteriza” por el atropello de la soberanía ecuatoriana en Sucumbíos, realizado por el Comando Sur en el marco del PC. Eso sucedió poco antes de la sesión inaugural, en Brasilia, de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), cuya raíz es la defensa de la soberanía territorial de los firmantes.
Un año después, esta vez antes de una junta del dispositivo de seguridad de Unasur, se desplegó un “regime change” en Honduras y otro dispositivo diplomilitar encabezado por el general Jones, asesor de seguridad de Obama, y el general Fraser, sucesor del almirante Stavridis en el Comando Sur. Fraser se reunió en privado con los militares sudamericanos para “tratar” el asunto de las bases –“manoseando” los equilibrios cívico-militares– que Estados Unidos acompañó con la gira de Uribe para atenuar el rechazo al uso de Colombia como cuña para “las guerras transfronterizas” en la región. Así Estados Unidos “vetó” que Unasur planteara el tema de las bases.
El uso de Colombia por Estados Unidos en nuestra región y en Eurasia, es pleno. Stavridis, recién nombrado por Obama jefe supremo de la OTAN en Afganistán, dice: “En Sudamérica me concentré en operaciones de insurgencia en Colombia, reflejándose en mi papel como comandante en Afganistán”, y reveló a CBS que “Estados Unidos estaba enviando a Afganistán comandos colombianos adiestrados por boinas verdes”. Agregó: “entre más se parezca Afganistán a Colombia, mejor”. (Rick Rozoff www.globalresearch.ca)
Los vínculos y la penetración presupuestal del DdD en Colombia son intensos. Según oficiales chilenos en 10 años pasó de 50 millones de dólares (1998) a 5 mil millones de dólares anuales. Y adosaron: “Colombia es más peligrosa que un portaviones con cazas F-16. Tiene acceso a tecnología satelital de Estados Unidos que le permite monitorear y supervisar operaciones en cualquier lugar en tiempo real. Ningún otro país de la región puede hacer eso” (Ibid).
http://jsaxef.blogspot.com
John Saxe-Fernández
“Quienes quieren implementar bases militares son traidores a sus pueblos, a Latinoamérica, a los países que luchan por su dignidad y soberanía”. Con estas palabras, desestimadas por Barack Obama como mera “retórica antiyanqui”, Evo Morales, junto a sus homólogos de Venezuela y Uruguay, rechazó, tajante, la ampliación de las actividades militares del Departamento de Defensa (DdD) en Colombia: el gobierno de Álvaro Uribe ofreció a Washington dos bases navales, tres aéreas y tres terrestres que operan bajo un prototipo de invasión / ocupación militar y paramilitar desarrollado a lo largo de dos décadas. Formalizado en el Plan Colombia (PC) incluye operativos regionales por medio de eventuales “guerras transfronterizas”.
Obama está enterado del papel central del PC en la articulación de la política de recomposición hegemónica y de dominio de Estados Unidos, no sólo en el continente americano sino también en puntos claves de Eurasia. Sabe que el pronunciamiento de Evo Morales no es retórico, porque en criterio de la cúpula militar estadunidense, el PC representa un “modelo óptimo” para la proyección de poder militar en áreas donde se localizan puntos neurálgicos para el control y explotación de los recursos naturales vitales que van quedando sobre la corteza terrestre: petróleo, gas natural, minerales, agua, biodiversidad. No es casual que con el agotamiento de los hidrocarburos convencionales y de una vasta gama de minerales y metales esenciales y críticos para la economía estadunidense, se incorpore de manera integral tanto a América Latina como al Oriente Medio, África y Asia central y del sur en la brutal geoestrategia de terror oligárquico-imperial desarrollada por Estados Unidos y sus monopolios en Colombia.
Tampoco es fortuito que operativos similares al PC, la Iniciativa Mérida en México, Centroamérica y el Caribe y las “guerras transfronterizas” en Afganistán-Pakistán, se posicionen en primer nivel de la “agenda diplomilitar” de Obama. Agenda que bajo la “doctrina de las fronteras flexibles” de su antecesor en la Casa Blanca, se expresó el primero de marzo de 2008 en un conato de “guerra transfronteriza” por el atropello de la soberanía ecuatoriana en Sucumbíos, realizado por el Comando Sur en el marco del PC. Eso sucedió poco antes de la sesión inaugural, en Brasilia, de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), cuya raíz es la defensa de la soberanía territorial de los firmantes.
Un año después, esta vez antes de una junta del dispositivo de seguridad de Unasur, se desplegó un “regime change” en Honduras y otro dispositivo diplomilitar encabezado por el general Jones, asesor de seguridad de Obama, y el general Fraser, sucesor del almirante Stavridis en el Comando Sur. Fraser se reunió en privado con los militares sudamericanos para “tratar” el asunto de las bases –“manoseando” los equilibrios cívico-militares– que Estados Unidos acompañó con la gira de Uribe para atenuar el rechazo al uso de Colombia como cuña para “las guerras transfronterizas” en la región. Así Estados Unidos “vetó” que Unasur planteara el tema de las bases.
El uso de Colombia por Estados Unidos en nuestra región y en Eurasia, es pleno. Stavridis, recién nombrado por Obama jefe supremo de la OTAN en Afganistán, dice: “En Sudamérica me concentré en operaciones de insurgencia en Colombia, reflejándose en mi papel como comandante en Afganistán”, y reveló a CBS que “Estados Unidos estaba enviando a Afganistán comandos colombianos adiestrados por boinas verdes”. Agregó: “entre más se parezca Afganistán a Colombia, mejor”. (Rick Rozoff www.globalresearch.ca)
Los vínculos y la penetración presupuestal del DdD en Colombia son intensos. Según oficiales chilenos en 10 años pasó de 50 millones de dólares (1998) a 5 mil millones de dólares anuales. Y adosaron: “Colombia es más peligrosa que un portaviones con cazas F-16. Tiene acceso a tecnología satelital de Estados Unidos que le permite monitorear y supervisar operaciones en cualquier lugar en tiempo real. Ningún otro país de la región puede hacer eso” (Ibid).
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